LA MUERTE DE JUAN MANUEL DE ROSAS (14/03/1877)

En su chacra de Burguess, en las afueras de !a ciudad Inglesa de Southampton (imagen), Juan Manuel de Rosas, como lo hace todos los días, dirige montado en su caballo oscuro el trabajo de sus peones. Cae la tarde y a pesar del intenso frío, Rosas continúa la tarea, hasta que el último animal es encerrado en los corrales.

Sólo entonces emprende el regreso hacia los “ranchos”, como él los llama, donde se halla su vivienda. Allí lo aguardan, intranquilas, sus fieles criadas inglesas, MARY ANN y ALICIA.

El anciano Rosas cuenta a la sazón 84 años de edad. Se mantenía aún fuerte y en su residencia inglesa de Burguess Farm, trabajaba en labores campestres como si no hubiera salido nunca de su patria. Desmonta con su acostumbrada destreza, pero .al echar pie a tierra no puede contener un violento ataque de tos.

«He trabajado mucho. Tengo los pies helados. Anoche me quedé hasta muy tarde trabajando en el campo». Esta vez me parece que no tengo repunte» le dijo a su sirviente.

Esa noche tiene fiebre muy alta, y las criadas llaman al doctor WIBBLIN, su médico de cabecera. Este llega y revisa al enfermo. El diagnóstico es grave: Rosas sufre una congestión pulmonar provocada por un enfriamiento.

Cuatro días más tarde, el 12 de marzo, Manuelita recibe en Londres,  donde vive con su esposo, MÁXIMO TERRERO, la noticia de la enfermedad de su padre.

Parte inmediatamente hacia la chacra y allí encuentra a Rosas moribundo. El enfriamiento había traído una neumonía. Ante la llegada de Manuelita, el enfermo pareció reaccionar. Manuelita se acercó a su padre, se instala a su lado y lo besa, como acostumbra hacerlo.

Siente que sus manos están heladas y conteniendo su emoción, lo besó muchas veces y le pregunta con voz tranquila y llena de cariño: «¿Cómo te va Tatita?». Rosas la mira «con la mayor ternura», como escribirá más tarde Manuelita, y responde: «No se niña… «.

Dulcemente, cuenta Ibarguren, al recibir la última caricia de la hija, los ojos azules de Rosas se empañaron. Era la sombra de la muerte..Y estas fueron sus últimas palabras. Manuelita abandona la habitación y ordena a las criadas que llamen inmediatamente al doctor Wibblin y al confesor.

El enfriamiento había traído una neumonía y un súbito agravamiento apuró la agonía. El fin no tarda en sobrevenir. A las seis de la mañana del 14 de marzo de 1877, una de las criadas, que ha pasado toda la noche junto al lecho del enfermo, despierta a Manuelita y le avisa que éste se encuentra muy mal. Sin embargo, ya es demasiado tarde. Cuando vuelve Junto a su padre, éste ya ha muerto.

La noticia telegráfica se conoció en Buenos Aires, tres días después. En su edición del 17, el diario «La Nación» daba cuenta de la muerte de JUAN MANUEL DE ROSAS con una breve gacetilla que no fue muy difundida y que textualmente decía:

«La generación que durante veinte años combatió contra la tiranía gritando: ¡Muera Rosas! puede al fin exclamar: ¡Murió Rosas!».. Y ese fue el único responso de sus conciudadanos.

El entierro, tal como lo ha dispuesto Rosas, se realizó «sin lujo ni aparato alguno». Sólo un coche integra el cortejo y en él viajan unas pocas personas. Sin embargo, en el viaje hacia su última morada. Rosas recibe un honor que a ningún otro argentino se le ha concedido:

Sobre la bandera nacional que cubre el féretro que encierra su cuerpo, va cruzado el sable que acompañó a JOSÉ DE SAN MARTÍN en sus campañas libertadoras. y que éste al morir legara a Rosas «como una prueba de la satisfacción con que ha sostenido el honor de la República contra las injustas pretensiones de los extranjeros que trataban de humillarla».

Luego, los restos de Rosas recibieron sepultura en el Cementerio de Southampton, donde por expresa orden suya, incluida en las cláusulas que añadió a su testamento que firmara en 1873, «deberán permanecer hasta que en mi patria se reconozca y acuerde por el Gobierno, la justicia debida a mis servicios».

Finalmente, las cenizas de Rosas fueron repatriadas en 1992, por Decreto del entonces presidente de la Nación, doctor CARLOS MENEM, echando por tierra el augurio del poeta JOSÉ MÁRMOL que dijo: «Ni el polvo de tus huesos la América tendrá».

Pero los poetas sueñan. ¿Acaso San Martín, al regalarle a Rosas su sable de Libertador, no le entreabrió las puertas de la Patria?. Parece que al final fue así, porque desde 1990, los restos de Rosas descansan en su patria (ver Rosas, Juan Manuel de).

16 Comentarios

  1. ANA RAVALE

    Un grande Juan Manuel

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    1. Anónimo

      No lo es

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  2. ricardo bernotas

    Se fue con la simpleza y entereza con la cual
    vivió su ejemplar exilio

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  3. Juan García

    Siniestro y sangriento dictador…

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    1. Carlos macmillan

      Los fanatismos conducen al delirium tremens… Ud. Señor debiera conocer y saber, que no es lo mismo, antes de emitir semejante dislate.

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    2. Anónimo

      Seguramente San Martin estaba equivocado y Ud. Que juzga tan rapidamente esta en lo cierto.Pobre otra victima de la historia mitrista.

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    3. adrian

      lavalle? si

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  4. pablo garcia

    Fué en 1992 no en 1982 cyuando volieron sus restos a Argentina

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    1. Horacio (Publicaciones Autor)

      Señor García: Gracias por su observación. Ya hemos corregido el error.

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  5. pablo garcia

    A Don Juan Manuel (J. Cafrune)
    Pueden ir tomando nota,

    lo que quieran atender,

    voy a cantar con placer,

    lisonjas para un patriota.

    Bien a lo lejos se nota,

    que soy del suelo un pedazo,

    pero, ¿ qué quiere, amigazo ¿,

    el que nació pá cantar,

    nunca se debe callar,

    ni aunque lo dentren a lazo.

    Fue brigadier general,

    fue una llama precursora,

    fue claridad de la aurora,

    y de la nacionalidad.

    Fue caudillo colosal,

    en las luchas del desierto,

    no figura entre los muertos,

    que la Historia sublimiza,

    pero dejó su divisa:

    sendero de Patria abierto.

    Sombrero en mano y de a pie,

    saludo al Restaurador,

    con el respeto mayor,

    con que su causa abracé.

    Soy nacido en la Merced,

    federal sin vuelta de hoja,

    alzo la divisa roja,

    pendón del argentinismo,

    emblema de patriotismo,

    y libro de limpias hojas.

    Soy hijo y nieto, señor,

    de caudillos federales,

    colorados patriarcales,

    abanderados de honor.

    Vaya este canto hecho flor,

    a deshojarse en la glosa.

    Es la ofrenda respetuosa

    de un cantor agradecido,

    el recuerdo bien querido,

    de Don Juan Manuel de Rosas.

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  6. carlos

    POSEIA ..GLORIA Y ENTEREZA..
    .A UN NIVEL NUCLEAR !!!!

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  7. José Luis

    Que patriota!! Murió acobijado y protegido por los ingleses, hasta una chacra le dieron!!. Por qué habrá sido???

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  8. Juan

    Tirano sangriento, asesino.

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  9. Anónimo

    muy nacionalista pero muere en ing y con el pecho frio dictador de mierda

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  10. Darío Garayalde

    Retrasó la república muchos años y la mantuvo en la barbarie.
    con la Organización Nacional en pocos años pasamos a ser uno
    de los países más prósperos con educación, ferrocarriles, telégrafo
    fantástico crecimiento

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  11. Francisco Gómez

    Estimados: la verdad, para emitir opinión seria y responsable en un tema muy delicado, el que lo haga debería nutrirse, informarse, etc., previamente; sin embargo, no se puede negar que durante el gobierno del «Restaurador», muchos debieron abandonar el país (eso es un hecho), una de las provincias como Corrientes en esa época la paso muy mal (también es un hecho), una de las atrocidades que sucedió en su gobierno fue el fusilamiento de Camila O’Gorman (también es un hecho) y quien sabe cuantas más habrán sucedidos. Obviamente, no todo seguro habrían sido pálidas, pues, para algunos historiadores la tenaz defensa de Rosas contra la influencia extranjeras merece cierto reconocimiento sino ¿por qué? San Martín le habría obsequiado su sable (hechos como este) y seguro otros también merecen cierto reconocimiento, de todas maneras las opiniones están divididas y eso no se puede cambiar y lamentablemente o no debemos aceptarlas. Saludos.

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