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EL JARDÍN ZOOLÓGICO DE BUENOS AIRES (30/10/1888)
El Zoológico de Buenos Aires fue un paseo público con exhibición de animales en semicautiverio que se inauguró en febrero de 1888. Estaba ubicado en un extenso solar de 18 hectáreas en el barrio porteño de Palermo, frente a la Plaza Italia, con entrada principal en la esquina de la Avenida Sarmiento y la Avenida General Las Heras, lugar que a partir de 2016 ocupa el “Ecoparque Interactivo de Buenos Aires”.
Albergaba más de 2.500 especies de animales entre autóctonos e introducidos, contando con gran número de los primeros y con ejemplares de elefantes, monos, osos pardos, tigres, bisontes, antílopes, hipopótamos, pumas, canguros, leones, camellos, jirafas, rinocerontes, orangutanes, avestruces, cebras, hienas, osos hormigueros, focas, osos polares y ciervos; aves y reptiles.
Antecedentes
Puede decirse que el origen del Zoológico de Buenos Aires, se remonta al año 1840, cuando JUAN MANUEL DE ROSAS adquirió unas tierras en lo que se conocía como “los bañados de Palermo” y urbanizó el lugar. Hizo rellenar bajíos, trazar canales para riego o desagüe y plantar árboles frutales, de sombra y ornamentales, delimitándose calles y avenidas (ver La residencia de Rosas en San Benito de Palermo).
Tomando como modelo los parques privados de la Europa del siglo XVIII, ROSAS ordenó construir una imponente casa y para entretener a sus visitantes, instaló jaulas que habitaron animales autóctonos, principalmente mamíferos y aves, muchos de los cuales medraban libremente por el parque de la residencia.
San Benito de Palermo, pasó así a ser un lugar muy amado por ROSAS, por lo que decidió instalar allí su residencia y la sede informal de su gobierno, “status” que tuvo hasta que el 3 de febrero de 1952 fue vencido en Caseros y despojado de su gobierno.
El lugar quedó abandonado por más de dos décadas, hasta que en 1874 DOMINGO FAUSTINO SARMIENTO presentó una propuesta al Congreso para que se creara en los terrenos de «Palermo de San Benito» (donde había estado la antigua residencia de JUAN MANUEL DE ROSAS), un Parque «que debía contener colecciones de plantas indígenas y exóticas y representantes de la fauna autóctona y del resto del planeta».
Finalmente, después de numerosos debates, la propuesta de SARMIENTO fue aprobada y el 27 de junio de 1874, se sancionó la Ley Nº 658 que creó el “Parque 3 de Febrero”, que contaba con una sección zoológica. Se cumplía así el anhelo de SARMIENTO, que desde hacía largo tiempo, bregaba por la creación de un Jardín Zoológico en Buenos Aires.
Inaugurado el 11 de noviembre de 1875, el Parque 3 de Febrero, fue el primer parque público construido en el país y era apenas un modesto paseo, sin ninguna pretensión de carácter científico, que albergaba sólo una docena de animales indígenas, donados por el propio SARMIENTO, que se alojaban en unas precarias instalaciones: un potrero para las llamas y guanacos y un pequeño edificio con jaulas para los animales peligrosos, en tanto que las aves y zancudas circulaban libremente
Nace el Jardín Zoológico de Buenos Aires (febrero de 1888)
Debido a la creciente popularidad del Parque, fue necesario que la Municipalidad de Buenos Aires, asumiera la responsabilidad de su administración, por lo que, en febrero de 1888, pasó a depender directamente de ese organismo y es por eso, que esta fecha, es la que se da como la de inauguración del extinguido Jardín Zoológico de Buenos Aires.
El 26 de junio de ese año, el Intendente de la Ciudad de Buenos Aires, doctor ANTONIO CRESPO, dando curso así a esa vieja iniciativa debida a DOMINGO FAUSTINO SARMIENTO, pasó al Concejo Deliberante, un proyecto de Ordenanza por medio del cual, se disponía la creación de “un Jardín Zoológico-Botánico” en la ciudad de Buenos Aires ocupando un predio de 18 hectáreas en el barrio Palermo, que se había destinado al efecto y el traslado del “zooario” existente en el sector norte del Parque “3 de Febrero”, hacia esas nuevas instalaciones, cuando éstas estuvieran terminadas.
La Ordenanza fue sancionada por el Cuerpo Legislativo y finalmente se promulgó el 30 de octubre de 1888, fecha que realmente debería ser tomada como el inicio de la historia del Jardín Zoológico de Buenos Aires.
Pero poco antes, en setiembre de ese año, EDUARDO WILDE, ministro del Interior de JUÁREZ CELMAN, citó a su despacho al doctor EDUARDO HOLMBERG para conocer al hombre que según había oído, podía serle muy útil al gobierno, considerando sus indudables méritos como hombre de ciencia. Holmberg, era descendiente de una familia austriaca que heredó la pasión de su abuelo y su padre por las ciencias naturales.
Se recibió de médico en 1880 pero nunca ejerció y en cambio se dedicó al estudio de la botánica, la zoología y la mineralogía, en una época en la que, según sus palabras, “la zoología era considerada propia de carniceros, la botánica de verduleros y la mineralogía, de picapedreros”.
Dominaba varios idiomas, viajó por la Patagonia y el norte argentino para estudiar la vegetación y la fauna y fue el primer profesor de Ciencias Naturales de la Universidad de Buenos Aires. También se dedicó a la literatura y escribió poemas, ensayos y novelas. Wilde le dijo que necesitaba de sus conocimientos y le preguntó que le gustaría hacer. La respuesta fue: “Quiero ser director del Jardín Zoológico”.
Holmberg, Primer Director del Zoológico
El 20 de setiembre de 1888, Holmberg fue nombrado primer Director del Jardín Zoológico de Buenos Aires y a partir de allí y bajo su dirección, este proyecto comenzó a ser una realidad y se destinó para el Jardín Zoológico, un extenso solar, de 18 hectáreas en el barrio porteño de Palermo, frente a la Plaza Italia, con entrada principal en la esquina de la Avenida Sarmiento y la Avenida General Las Heras.
Holmberg dirigió el Zoológico durante 16 años y diseñó la ubicación de los diferentes parques, lagos, calles y avenidas y la construcción de los edificios que eran necesarios para albergar a los pocos animales con que contaba entonces el paseo y los nuevos “no autóctonos” que había dispuesto adquirir en el extranjero.
En 1893 editó el primer número de la «Revista del Jardín Zoológico de Buenos Aires, publicación que fue muy reconocida en el círculo del periodismo científico de la época. En ella escribieron FLORENTINO AMEGHINO, CARLOS SPEGAZZINI, JUAN AMBROSETTI, ENRIQUE KERNER y G. BONDENBENDER entre otros.
Cuando en 1903 HOLMBERG falleció, asumió la dirección del Zoológico CLEMENTE ONELLI, un naturalista entusiasta que siguió la línea de trabajo trazada por HOLMBERG hasta que se jubiló en 1924, habiendo logrado poner al Zoológico de Buenos Aires, entre los más completos por la cantidad de animales que allí vivían,
Durante su gestión, le dio un gran impulso al Jardín Zoológico y le agregó un aspecto didáctico al paseo implementando paseos en Ponys, elefantes y camellos, organizando visitas guiadas y espectáculos para niños. Mejoró los recorridos y el trazado de su circulación y dispuso la construcción de las numerosas viviendas que comenzaron a ser necesarias para los nuevos animales que incorporó al patrimonio del Parque.
Surgieron así esas pintorescas y muchas veces exóticas “viviendas”, donde se alojaban los elefantes, las jirafas, los monos y los osos polares, porque la arquitectura de los edificios donde eran exhibidos los animales, respondía al país de origen de los mismos y reproducía fielmente sus “hábitats”. En 1997 el conjunto edilicio paisajístico —ambiental y artístico— ornamental conformado por el Jardín Zoológico de Buenos Aires, fue declarado monumento histórico nacional.
El tercer Director fue el doctor ADOLFO HOLMBERG, sobrino nieto del primer Director, don EDUARDO HOLMBERG, Asumió en 1924 y quizás sea éste, el último que puede ser considerado de carrera hasta 1930,
Cuando asumió su cargo, la colección zoológica del Parque, estaba integrada por 650 animales, pertenecientes a 53 especies. Su empeño, junto con el del sucesor del Intendente Crespo, el doctor FRANCISCO SEEBER, logró que el zoo porteño, contara con más de 300 especies, entre las que se hallaban 89 especies de mamíferos, 49 especies de reptiles y 175 especies de aves, superando un total de 2.500 animales. En este zoológico nació el primer elefante asiático en cautiverio del mundo y tuvieron sus crías, gran cantidad de otros animales que encontraron allí “su lugar en el mundo”.
Publicaciones de la época comentan que por el Zoológico de Buenos Aires, en el barrio Palermo, desfilaban anualmente alrededor de un millón ochocientas mil personas y consta que la cifra mensual de visitantes durante el año 1958 fue de trescientas mil personas.
Por un simpático determinismo, al cumplirse otro aniversario del Jardín Zoológico de Buenos Aires, en 1959, el Jardín Zoológico de Mendoza por primera vez recibió un ejemplar de elefante. El proboscídeo fue adquirido mediante un canje entre los zoológicos de Hamburgo, Alemania occidental, y la provincia de Mendoza. Este último envió en retribución una colección de camélidos, guanacos, cóndores y otros animales típicos de la región andina de la República Argentina.
Pero la escasa dedicación que le dispensaba el gobierno Municipal a este espacio, su mala administración, la incapacidad o desidia de sus operadores, hizo que desde mediados del siglo XX el zoológico comenzara a decaer, lo que facilitó los impulsos privatizadores y aún los de quienes vieron su oportunidad para lograr sus designios.
Los eternos enemigos de la administración de bienes y servicios por parte del Estado, operadores inmobiliarios, que dada la centralidad de las tierras que ocupaba el Parque, veían la oportunidad de pingües negocios, si éstas quedaban liberadas y por último, y quizás los más efectivos, los ataque de los “ambientalistas” y de los defensores de los animales, que acusaban al Jardín Zoológico de contaminar el ambiente unos y de ser “un cementerio cruel de animales” el otro, redoblaron sus esfuerzos para que se cerrara.
Pero la Municipalidad, no queriendo privar a la ciudad de este paseo que se había transformado en un ícono turístico de Buenos Aires, no cedió a las presiones y buscó el camino de su privatización para garantizar s continuidad.
En 1989 GERARDO SOFOVICH, un exitoso hombre de radio y televisión, fue designado por Decreto del Presidente de la Nación, CARLOS MENEM, como Coordinador del Zoológico, durando en el cargo hasta que se concretara su privatización y en 1991 la concesión del zoológico fue dada por 20 años a la “Corporación Interamericana de Entretenimientos”, una empresa privada de la cual, SOFOVICH era accionista.
Así continuó viviendo el Zoológico de Buenos Aires, siempre asediado y denostado por diversas ONG defensoras de los animales, hasta que por fin, en 2016 éstas ganaron y el lugar fue definitivamente clausurado y sus animales, distribuídos entre diversos zoológicos, refugios y santuarios del mundo.
El predio que ocupaba, fue readaptado al nuevo destino y el 23 de junio de 2016, abrió sus puertas al público el “Ecoparque Interactivo de la Ciudad de Buenos Aires”, para que “sirva para el esparcimiento y la concientización sobre el cuidado del medio ambiente, teniendo como objetivos la educación ambiental, la investigación sobre flora y fauna argentina y el rescate y reproducción de especies autóctonas en peligro de extinción”.
Todo un nombre, bien moderno y técnico para un lugar que sin duda será bienvenido y de muy útil existencia, pero que no logrará reemplazar los beneficios del antiguo Jardín Zoológico de Buenos Aires. Con su desaparición, los niños, ahora, para saber qué es un elefante, un tigre o un orangután, deberán recurrir a Internet o buscarlo en algún dibujo en una vieja revista.
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