ASESINADO POR SUS AMIGOS (1828)

Un hijo de MARTÍN DE ÁLZAGA involucrado en un asesinato que conmovió a la sociedad porteña, espantada porque la víctima era un amigo de sus asesinos.

FRANCISCO DE ÁLZAGA, era el menor de los trece hijos de MARTÍN DE ÁLZAGA, el célebre héroe de la reconquista de Buenos Aires y también célebre como líder de dos alzamientos que finalmente lo llevaron ante el pelotón de fusilamiento el 6 de julio de 1812.

Francisco «Pancho» Álzaga, espectador inconsciente del drama que tuvo que vivir su familia por el crimen de su padre, (tenía diez años en ese entonces), se crió en un ambiente tétrico, desolado, marcado a fuego, no sólo por la ausencia de la figura paterna que diera consistencia a su formación, sino que también por el marco deprimente que le imponían su madre y sus hermanas, todas ellas autorecluídas por vergüenza y resentimiento, sino también por las estrecheces económicas que debió soportar, habiendo nacido en un hogar de sólida posición económica.

Supo, no obstante superar estas rémoras y en 1825 se casó con una de las más bellas damas de la ciudad, Catalina Benavides, pero pronto se cansó de la vida hogareña y comenzó a frecuentar el bajo mundo del Buenos Aires de entonces, junto a otros «niños bien».l

Y fue con ellos, también como él, necesitados de dinero «fácil», para cubrir sus deudas, planearon la muerte de otro ocasional compañero de «juergas», un prestamista llamado Francisco Álvarez, a quien dieron inmisericorde y alevosa muerte.

Después de hacerlo, Francisco Álzaga huyó y durante un tiempo no se supo nada de él, pero años más tarde apareció por Corrientes.

Ayudado por el entonces gobernador de esa Provincia, PEDRO FERRÉ, pasó al Chaco y allí trabajó como hachero y vendedor de leña, Pasaron algunos años y Álzaga rehizo su vida. Se instaló en Corrientes y allí se casó nuevamente.

En 1872, un grupo de sus vecinos, que conocían su pasado, pero que también valoraban su recuperación moral y espiritual, solicitaron su indulto al presidente Bartolomé Mitre. Falleció en marzo de 1870 sin haber llegado a obtener esa gracia presidencial (Ver «Segunda Fila», de Félix Luna).

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