11/12/1828

EL CORONEL MANUEL DORREGO ES APRESADO POR UNA PARTIDA DE LAVALLE. En un trágico episodio que marcó el comienzo de nuevas guerras civiles, el coronel MANUEL DORREGO fue arrestado para ser fusilado dos días más tarde.

MANUEL DORREGO, con JUAN MANUEL DE ROSAS, en fuga desde Navarro,  donde habían sido derrotados por LAVALLE, se encontraron en el camino con el Regimiento de Húsares que mandaba el teniente coronel BERNARDINO ESCRIBANO. El coronel Dorrego se dirigió a él como a un amigo y sostenedor de su autoridad. Rosas, menos confiado, siguió viaje a Santa Fe.

El teniente coronel Escribano, que ya sabía el resultado del combate de Navarro, tomó preso al coronel Dorrego, quien, al ser atado de manos, mirando estupefacto a su apresor le dijo: «Compadre, ¿ se ha vuelto usted loco? No esperaba de usted semejante acción».

El comandante Escribano, sin contestar, se apresuró a enviar al prisionero, escoltado por el coronel MARIANO ACHA, al campamento del jefe revolucionario, general Juan Galo de Lavalle.

DORREGO tenía entonces 41 años y una biografía en la que cabían desde la imprudencia hasta el heroísmo y una densa historia de vida como participante en la guerra de liberación, en las disputas internas del país y ocupando distintos cargos públicos.

Hijo de un rico comerciante portugués, se unió a la lucha por la independencia combatiendo en Salta y Tucumán. Y a su regreso a Buenos Aires se opuso a las ideas monárquicas del gobierno de Pueyrredón que ordenó su destierro por “insubordinación y altanería”. Permaneció en los Estados Unidos durante tres años y a su regreso se convirtió en el líder del federalismo, aceptado por su carisma y habilidad para las negociaciones públicas.

Herido por una bala durante una batalla en 1812, logró recuperarse pero quedó marcado de por vida con una inclinación de la cabeza. Audaz, valiente e indisciplinado, su espíritu burlón le valió ser confinado dos veces, una por orden de Manuel Belgrano y otra por orden de San Martín. En 1816 fue deportado a Estados Unidos por disposición del director supremo JUAN MARTÍN DE PUEYRREDÓN y permaneció en Baltimore hasta 1820. A su regreso fue gobernador interino de Buenos Aires y más tarde se enfrentó sin suerte con los caudillos federales LÓPEZ y RAMÍREZ. Defendió el federalismo y se convirtió en un líder de los “federales ilustrados”.

En agosto de 1827 fue electo gobernador de la provincia de Buenos Aires en medio de una crítica situación e inició una política de acercamiento con las provincias. Durante los meses siguientes firmó un tratado de paz que concluyó la guerra con Brasil y tomó decisiones para encaminar la economía del país. Pero la oposición unitaria encabezada por el general Juan Lavalle gestó un golpe para derribarlo y la sublevación unitaria del 1º de diciembre logró derrocarlo

Para recuperar su posición, decidió enfrentar a Lavalle en combate y le presentó batalla en los campos de Navarro, el 9 de diciembre de 1828. Fue derrotado y habiendo logrado desprenderse del enemigo, emprendió la huida en busca de ayuda que esperaba encontrar de su hermano, pero fue alcanzado y tomado prisionero por uno de sus propios oficiales. En un principio se consideró enviarlo a los Estados Unidos, pero después se ordenó su ejecución,.

Lavalle ordenó su fusilamiento inmediato. No hubo proceso ni defensa, ni lectura de sentencia y el prisionero sólo contó con una hora para prepararse a morir. Escribió una carta a su mujer en la que perdonaba a sus enemigos y suplicaba a sus amigos “que no den paso alguno en desagravio”.

“Mi querida Angelita: en este momento me intiman que dentro de una hora debo morir; ignoro por qué, más la Providencia Divina, en la cual confío en este momento crítico así lo ha querido. Perdono a todos mis enemigos y suplico a mis amigos que no den paso alguno en desagravio de lo recibido por mí. Mi vida, educa a esas amables criaturas, sé feliz, ya que no lo has podido ser en compañía del desgraciado M. Dorrego”. Esta es la carta que el coronel dirigió a su esposa una hora antes de ser fusilado.

Después enfrentó al pelotón y ocho tiros perforaron su cuerpo. Por decisión del general Juan Lavalle fue fusilado el coronel Manuel Dorrego, en un trágico suceso que conmovió a la Nación. Su muerte desató nuevamente la guerra civil y abrió el camino para que JUAN MANUEL DE ROSAS llegara al poder.

El profesor HÉCTOR G. RAMOS MEJÍA, refiriéndose al coronel MANUEL DORREGO, dijo que por sus acciones públicas y privadas, por sus propósitos y aspiraciones, por sus ideas notorias, su preparación humanística revelada en sus “Cartas apologéticas”, escritas desde Baltimore, durante su destierro en 1817, al general ANTONIO GONZÁLEZ BALCARCE, “era la expresión más típica del criollo de la anti­gua comuna porteña, especie desvanecida ya en medio del aluvión inmigratorio que ha transfor­mado la fisonomía social del pueblo argentino».

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *