LAS CHICHARRAS Y EL ALGARROBO

En las provincias del noreste argentino, especialmente en Catamarca y La Rioja, hay quienes vinculan el canto de las chicharras con la maduración de los frutos del algarrobo y por eso, soportan estoicamente el abrumador canto de estos insectos de color verde oscuro, cabeza gruesa, ojos salientes y cuatro alas transparentes, también llamados “cigarras”, convencidos que con su canto provocarán una rápida y adecuada maduración de estas vainas, ya que con ellas, vendrá “la bonanza”.

Podrán fabricar una bebida característica de esas tierras: “la chicha”, un producto artesanal que se consume familiarmente, durante las fiestas o en la celebración de la “Pachamama”  (la madre tierra), y que en muchos casos, genera los ingresos necesarios para la manutención de una familia.

Según el folclorista CIRO BRAVO, la chicha es un excelente diurético y de notoria eficacia para expeler los cálculos de la vejiga, pudiendo asegurar que no hay nativo que sufra de este mal.

Con las semillas de la algarroba blanca (otra variedad), se prepara una bebida llamada “aloja”, que se obtiene de la fermentación de vainas de algarroba. La algarroba blanca también se emplea en la elaboración del “patay”,  el pan de los nativos del noroeste argentino.

Como se ve, son justificadas las esperanzas para que el canto de las chicharras, apresure la maduración de la algarroba, para comenzar así a gozar los beneficios que les brinda la naturaleza.

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