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VIANDAS (1810)
Alrededor de las dos de la tarde, de las fondas de los alrededores de la plaza, grupos de morenos comienzan el reparto de viandas. Para llevarlas más cómodamente emplean una palanca que cargan sobre los hombros. «A esa hora -dice JOSÉ A. WILDE- no se podía pasar por la Recova porque el olor a viandas era insoportable, el tufo a comida, que en verano salía de cada tienda, volteaba como un escopetazo». La mayoría de los tenderos suelen almorzar en los mismos establecimientos, pero el reparto de viandas no se reduce solamente a ellos; en muchos casos los cargamentos tienen por destino las casa particulares. Por aquellos años de Dios, no todos los tenderos comían en las fondas.
A algunos les llevaban la comida en viandas de lata, y entre las 2 y las 3 de la tarde (hora en que entonces se comía), no se podía pasar por la Recova porque el olor a viandas era insoportable y el tufo a comida que en verano salía de cada tienda de esas, volteadas como u escopetazo. Es imposible que los hayan olvidado ese olor sui generis. No se crea que se limitaba sólo a la Recova el reparto de estas históricas viandas: se llevaban a distintos puntos de la ciudad; a las tiendas y casas de negocios y aun a muchas particularidades. Eran generalmente de lata y una que otra familia que tenía de loza. Los conductores eran casi en su totalidad negros y para llevarlas empleaban palancas semejantes a las que llevaban al hombro en el día los vendedores de pescado.