UN DESCUBRIMIENTO MACABRO (12/02/1899)

En las excavaciones que se practicaban para construir los jardines proyectados en el sitio que ocupó la Casa de JUAN MANUEL DE ROSAS, en Palermo, se encontró una profunda y extensa capa de huesos calcinados, cuya procedencia y naturaleza no fue posible determinar en el primer momento.

El Director de Paseos CARLOS TAYS, en la creencia de que pudiera tratarse de huesos humanos, tomó algunos fragmentos para hacerlos reconocer y, según el examen somero practicado por algunos facultativos, pareció que, en efecto, esa suposición no era aventurada.

Pero la fantasía popular, durante muchos años, siguió insistiendo en que esos huesos «seguramente pertenecían a alguna de las víctimas de Rosas, que éste había enterrado allí, para eludir la acción de la justicia».

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