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LA ABORTADA TERCERA INVASIÓN INGLESA (1808)
El fracaso del ataque del general WHITELOCKE a Buenos Aires en 1807, produjo enorme desaliento en los círculos dirigentes británicos. Sin embargo, el gobierno de Londres pronto inicia el estudio de nuevos planes de intervención militar en América.
Esta vez y como consecuencia del desastre sufrido en el Río de la Plata, los ingleses resuelven adoptar una táctica distinta, retornando al pensamiento primitivo del canciller de la corona, Mr. PITT, POPHAM y MIRANDA.
Sus ejércitos se presentarán en América, no como conquistadores, sino como libertadores. De esta forma, se piensa, los criollos en lugar de resistir, habrán de apoyar con entusiasmo a las fuerzas inglesas de invasión.
De acuerdo con estos proyectos, el objetivo esencial «la eliminación definitiva del poder español en el nuevo continente y la apertura de sus inmensos mercados al comercio británico se logrará a corto plazo y con un mínimo de pérdidas».
El general ARTHUR WELLESLEY, futuro duque de Wellington, toma entonces a su cargo la preparación de la que será, la tercera invasión británica. Asesorado por el jefe venezolano FRANCISCO MIRANDA, Wellesley presentó una serie de proyectos de ataque y propone la creación en América de una monarquía de tipo constitucional.
Ésta contará con un Parlamento similar al británico, constituido por una Cámara alta cuyos miembros serán designados por el rey con carácter vitalicio y una Cámara baja integrada por hombres «capacitados por su edad y sus bienes», para ejercer la representación de la gente.
Estos últimos serán elegidos por los Cabildos y los terratenientes. Las restantes instituciones coloniales españolas serán, en un primer momento conservadas, pero posteriormente se las reformará, a medida que el tiempo y la experiencia demuestren lo que le conviene al país y al pueblo.
A fines de 1807, en el puerto irlandés de Cork, se concentraron las tropas destinadas a operar en América, pero la situación europea obligó al gobierno inglés a postergar el envío de la expedición.
Cuando el 2 de mayo de 1808, se produce el levantamiento del pueblo de Madrid contra los franceses, el general Wellesley envía un memorándum al gobierno aconsejando que «las tropas reunidas en Cork sean embarcadas y dirigidas a las costas de la península, para apoyar un eventual levantamiento de toda España contra Napoleón».
«Si la insurrección no llegara a producirse, una parte del ejército británico debería zarpar inmediatamente hacia el Río de la Plata y la otra se dirigirá a México».
Para la expedición al Río de la Plata, Wellesley asigna una fuerza de 10.077 soldados y ordena: «este ejército llevará los siguientes pertrechos: 2 millones de balas, 50.000 piedras de fusil, dos brigadas ligeras de artillería con cañones de 9 libras, dos morteros de 10 pulgadas, cuatro morteros de 5 pulgadas, útiles para trincheras para 8.000 hombres, bolsas y escaleras».
«Para proveer al ejército criollo que se piensa organizar, se llevarán además 7.000 fusiles, 7.000 picos, 1.000.000 de balas y 25 mil piedras de fusil».
El itinerario que se traza para la expedición es el siguiente: «las fuerzas de invasión partirán de Irlanda a comienzos del mes de junio de 1808, llegarán a las costas españolas el día 15 y esperarán allí un mes. En caso de no verificarse la rebelión en España, zarparán el día 15 de julio y arribarán al Río de la Plata el 15 de setiembre».
La tercera invasión, sin embargo, no se produjo. Tal como lo ha previsto Wellesley, toda la península se levanta en armas contra los franceses y las tropas británicas son conducidas a Portugal, donde desembarcan el 1º de agosto de 1808, para combatir a Napoleón (ver Las invasiones inglesas al Río de la Plata).