SANTIAGO ALBARRACÍN (1855-1929)

Capitán de Navío. Nació en la ciudad de Buenos Aires en 1855 en el seno de una familia que había prestado señalados servicios al país.

Su padre era el capitán IGNACIO ALBARRACÍN y su abuelo, D. SANTIAGO R. ALBARRACÍN, unido con lazos de parentesco con SARMIENTO, había sido coronel de los ejércitos argentino y uruguayo. En 1873, ingresó a la Escuela Naval, que funcionaba entonces en el vapor «General Brown».

En 1874, durante su estada en la Escuela Naval, se producen dos hechos notables en la historia política del país: el alzamiento del caudillo entrerriano LÓPEZ JORDÁN y el de los partidarios del general BARTOLOMÉ MITRE, ambos movimientos secundados por el pueblo, el Ejército y la Armada.

Los cadetes, entre los que se contaba Albarracín, no resisten el contagio bélico y le piden al Presidente Sarmiento, permiso para correr los riesgos de estas contiendas a lo que éste les contestó:

“Señores cadetes: No accedo a lo que me piden pero aprecio debidamente el móvil que os ha guiado al hacer esta petición, que mucho los honra; pero no solamente se sirve al país derramando su generosa sangre, sino también adquiriendo los conocimientos que más tarde han de utilizar con provecho para la Nación y honra para ustedes”. Poco antes de terminar sus estudios en la Escuela Naval, fue enviado a Europa por su padre, para completar su educación. Ingresó en el Liceo Imperial, y fue su mentor el destacado almirante París.

Regresó al país y terminados sus estudios en 1878, recibió su despacho de guardiamarina y casi enseguida, entre 1878 y 1881, como oficial en la bombardera “Constitución” y en el transporte armado en guerra “Villarino”, intervino en las campañas al desierto de la Patagonia y el Río Negro.

En diciembre de 1878, le cupo el honor de formar parte de la expedición del comodoro PY, destacada por el Presidente AVELLANEDA, para prestarle apoyo con los inapropiados buques de río con que contaban (los únicos navíos de guerra que poseía el país) y asegurar la soberanía sobre las tierras patagónicas.

Así se hizo y a fines de diciembre de ese año, se izó el pabellón nacional en el “Cañadón de los Misioneros”, en Santa Cruz. Poco después formó parte de la Comisión Exploradora de los ríos Negro y Limay, llegando con el vapor “Río Negro” a los confines de este último río en su unión con el Colloncurá, prosiguiendo con embarcaciones menores hasta la «Vuelta de Obligado» y proximidades de Traful, en una segunda expedición. En el alto Limay, la Comisión sostuvo un encuentro con los indios del célebre cacique “Sayhueque”.

Los sucesos políticos de 1890 lo sorprendieron en Europa, donde se hallaba, enviado por el Ministerio de Relaciones Exteriores, como jefe de la sección inmigración, para recorrer, en cumplimiento de esa misión, Inglaterra, Francia y España. La fracasada revolución de 1893 le impuso el exilio a Montevideo y allí ganó su sustento, trabajando como periodista en los diarios

“El Siglo” y “El Heraldo”. Ocupó su tiempo consagrado a su otra aficción: la pintura, dejando muestras de su arte decorando el  “Arco del Triunfo de la Triple Alianza”, con el retrato del general EUGENIO GARZÓN, levantado en Montevideo en ocasión de la entrega de premios a los guerreros del Paraguay.

De regreso al país por el dictado de una ley de amnistía, se dedicó intensamente a procurar el progreso de la armada, presentando diversos estudios, siguiendo en ese sentido sus inquietudes anteriores, concretadas en diversas iniciativas, una de las cuales, fue la fundación del Centro Naval.

En 1899 fue ascendido a Capitán de Fragata y en 1900 pasó a situación de retiro, luego de computados casi 19 años de servicios a bordo de los buques “Constitución”, “Uruguay”, “Villarino”, “Limay”, “Teuco”, “Almirante Brown” y “Neuquén”.

Su pase a retiro no lo llevó al descanso al que era acreedor. Fue Profesor en la Escuela Naval, Director de la Escuela de Artillería e integró la Comisión de límites con el Brasil.

Su voluntad de trabajo, pronto  encontró causa en el Ministerio de Instrucción Pública y en el Ministerio de Obras Públicas, con el cargo de Jefe de estudios del Río Negro, desde donde trató, cumpliendo misiones de su responsabilidad en Río Negro y Neuquén, de mejorar la situación de los maestros rurales y de los aborígenes, de quienes fue su representante ante el gobierno nacional.

Al fallecer en 1929, con justicia recordaron esta actuación humanitaria los oradores que hicieron uso de la palabra en nombre de los habitantes de aquellas zonas, al expresar que su desaparición significaba que 10.000 ahijados suyos quedaban desamparados en la región cordillerana. Tal era el afecto general que se había granjeado por su actuación humana y justa.

3 Comentarios

  1. Anónimo

    No quedan mas de Estos…

    Responder
  2. Marina c albarracin

    Soy Albarracín y mi padre nació en valle fértil y mi abuelo era de ahí pero ignoro todo ,abuelo Vicente y mi padre Juan maximiliano de ser posible me gustaría saber algo más ,gracias

    Responder
    1. Horacio (Publicaciones Autor)

      Lo siento Marina. No tengo nada más, además de lo subido. Porqué no prueba en la Embajada de España?. Allí quizás tengan algo vinculado con el pueblo Albarracín. Es uno de los más bonitos de esas tierras y seguramente que de allí han salido los ancestros de su Papá y de su abuelo.

      Responder

Responder a Anónimo Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *