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ROSAS CONTRA SAN MARTÍN DE TOURS (31/07/1839)
JUAN MANUEL DE ROSAS reniega del patronazgo de «San Martín de Tours» por ser francés (ver San Martín de Tours, patrono de Buenos Aires)..
El bloqueo francés al puerto de Buenos Aires enardecía los espíritus patrióticos. El pretexto de la potencia agresora era reclamar para sus súbditos el mismo trato preferencial que Rosas reconocía a los británicos, a quienes, por ejemplo, relevaba de la obligación de incorporarse a las filas de sus ejércitos.
Además, en la Banda Oriental del general Rivera y de los exiliados unitarios, se habían radicado tantos vascofranceses que Francia consideraba a Montevideo, casi como una colonia que era necesario proteger de Rosas y de Oribe.
Por otra parte, la importancia de las potencias se medía entonces por la presencia militar más allá de las fronteras y los franceses habían estado demasiado ausentes, de tierras sudamericanas, a diferencia de España o de Inglaterra.
El odio contra el invasor crecía en la población. Alguien recordó entonces que Tours era ciudad de Francia y no tardó mucho el Restaurador en responder al reclamo de sus obsecuentes.
El 31 de julio de 1839 dicta un decreto que dice: «»¡Viva la Santa Confederación Argentina, mueran los salvajes unitarios!». Buenos Aires, 31 de julio de 1839, año 30 de la Libertad, 24 de la Independencia y 15 de la Confederación. «El gobierno, considerando que esta ciudad fue puesta desde su fundación bajo la protección de un francés, San Martín, natural de Tours, quien no ha sabido hasta la fecha librar a esta ciudad de las fiebres periódicas, escarlatinas, ni de las secas y epidemias continuas que en diferentes épocas han arruinado nuestra campaña, nuestras cosechas y nuestros ganados, ni de las extraordinarias crecientes de nuestro río que destruyen casi anualmente una cantidad de obras y monumentos de la ciudad que se encuentran sobre la costa».
«Que la viruela acaba de desaparecer a causa del descubrimiento de la vacuna, sin que el patrono por su parte haya jamás hecho el menor esfuerzo para librarnos de esa terrible calamidad».
«Que para combatir las invasiones de los indios en la frontera, para sostener las guerras civiles y extranjeras que nos han sobrevenido, hemos tenido que recurrir en el primer caso a la Santa Virgen de Luján. en el segundo a la Virgen del Rosario y la Merced y también a Santa Clara Virgen, con cuyo único consuelo hemos podido triunfar, mientras que nuestro patrono, el francés, permanecía indiferente en el cielo sin ayudarnos en lo más mínimo como era su deber.
«En vista de los motivos expuestos venimos en decretar y decretamos: Artículo 1o) El francés unitario San Martín de Tours, que ha sido hasta hoy el patrón de esta ciudad, habiendo perdido la confianza del pueblo y del gobierno, abandonado por sus compatriotas, por el traidor Rivera y demás salvajes unitarios, es destituido para siempre del empleo de patrón de Buenos Aires».
Los demás artículos eran de forma. Cuando Rosas cayó, San Martín de Tours fue restituido en su sitio.
El texto precedente es copia fiel de una nota del historiador Mario 0’Donell que transcribimos con la intención de que nuestros lectores puedan discernir, acerca de cuánto hay de verdad en esta historia, teniendo en cuenta que muchos otros historiadores (rosistas por supuesto), la denuncian como apócrifa, producto del ingenio de sus enemigos, los unitarios, que no descartaban ningún medio a su alcance, para denostarlo, utilizando los mucho arbitrios con que contaban, dada su elevada posición social y cultural.
Varios han sido estos autores «rosistas» los que se ocuparon del tema, asegurando que «Esta decreto apócrifo, fue inserto por primera, vez en los diarios de Montevideo de 1839; no engañó a nadie, ni tampoco se proponía otra cosa que burlarse del estilo de Rosas, al mismo tiempo que reírse de la religión católica, zaherir a los jesuitas y hacer un poco de mofa por las “victorias” alcanzadas, hasta entonces por los bloqueadores franceses. No tuvo otra trascendencia que hacer reír un rato en una y otra orilla. Pero ocurrió que después de la caída de Rosas, fueron tales las barbaridades que se dijeron sobre él y su gobierno, que el decreto fue tenido seriamente por auténtico.
Lo reprodujeron los diarios porteños de 1874 como una verdad sabida; de ellos lo tomaron los diarios ingleses (el Times entre otros) y por allí se enteró Máximo Terrero, yerno de Rosas, que creyó necesario desmentirlo. Se lo mandó a Rosas, y el anciano Restaurador se limitó a contestarle – el 10 de enero de 1875 –: “Durante el tiempo que presidí el gobierno de Buenos Aires como su Jefe Supremo, estuve siempre, gracias a Dios, en mi entero juicio. No hubo tal decreto”. Por si acaso Máximo creyera conveniente una aclaración en el Times de Londres, le adjuntaba de su archivo los documentos sobre las festividades anuales a San Martín de Tours, durante todo su gobierno. Se ignora si la rectificación salió en el Times. Pero no la publicaron los diarios de Buenos Aires, La Nación y La Prensa entre ellos.
Si hoy se revisan los diarios de la época, se podrá encontrar la crónica de las ceremonias por San Martín de Tours repetida cada 11 de noviembre. Por el dejo volteriano del decreto atribuido a Rosas, por cierto encono contra los jesuitas que no se alcanza a ocultar, por la mofa a la Santa Causa, y por la burla de entrometer a las “naciones africanas” en las ceremonias públicas, se tuvo por su autor a Dalmacio Vélez Sarsfield, por entonces muy volteriano, muy enemigo de los jesuitas, muy unitario, muy “clase decente” y muy burlón.
No olvidemos que en nuestra Historia, hasta hubo personajes que con tal de tener satisfecho y en la ignorancia de la realidad a su líder político, llegaron a imprimir un solo ejemplar de un diario con buenas noticias, para que no se deprimiera.
Y que más tarde en el tiempo, hubo quienes llenaron páginas y páginas de periódicos y revistas, anunciando la inminente victoria en una guerra que jamás podíamos ganar. Todos estos fraudes llegaron hasta nuestros días y hoy es muy difícil que quienes no fueron contemporáneos de esos hechos, sepan la verdad.
Fuentes: «Bibliografía», Enrique Arana; “Rosas y las Relaciones Exteriores”, Juan Isern; “Los Jesuitas y el Clero Secular”, Juan Carlos Zuretti; “Historia Eclesiástica Argentina”, Juan Carlos Zuretti, Guillermo Furlong, Ed. Itinerarium, 1972.
Qué viva DON JUAN MANUEL!!!!