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QUÉ SUCEDIÓ EN LA ARGENTINA EN 1816?
1816, fue el año en que se proclamó la Independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata, origen de la República Argentina y los siguientes son los hechos «mundanos», que fueron contemporáneos de tan magno acontecimiento:
La última gran noticia de interés para Hispamérica, recibida en Buenos Aires, fue el regreso de Napoleón de la isla de Elba y el fin de su reino de 100 días en Waterloo.
La crisis del sistema republicano se extendía ya por el Viejo Mundo y era notorio que volvían a florecer las monarquías, luego del Congreso de Viena, en el que se produ- jo un nuevo ordenamiento europeo y de las colonias.
Buenos Aires está lejos de Europa pero intima con ella todos los días a través del comercio y la política. Si bien aquí se sabe que Benjamín Constant acaba de escribir “Adolfo” y que ROSSINI asombró con el estreno de su Ópera·“El barbero de Sevilla”, otras preocupaciones mueven a los 471.000 habitantes de las Provincias Unida.
Los ensayos vienen fracasando desde 1810 y se hace necesario “dar la cara” al exterior. En enero GUILLERMO BROWN merodea por las costas del Perú hostigando a la Fortaleza del Callao. En marzo el pais teje la urdimbre de una nueva vida y declara abierto el “Congreso de Tucumán.
Pero no todos comprenden el paso que hay que dar. El diputado mendocino GODOY CRUZ, molesto con la urgencia del coronel SAN MARTÍN por declarar la Independencia de las Provincias Unidas, le escribe diciéndole que “La independencia no es soplar y hacer botellas”. Y recibe algo más que una respuesta: “Mil veces más fácil es hacer la independencia, que el que haya un solo americano que haga una sola botella”.
En medio de la anarquía el caudillo oriental JOSÉ GERVASIO DE ARTIGAS, se en- señorea en Entre Ríos y el gobierno de Buenos Aires, envía a EUSTOQUIO DÍAZ VÉLEZ con una división para que frene al oriental.
Cae el Directorio de ÁLVAREZ THOMAS y tras semanas de trabajo el Congreso de Tucumán declara la Independencia, adopta la Bandera creada por BELGRANO, elige por unanimidad “como único himno nacional” al creado por VICENTE LÓPEZ Y PLANES en 1813. También designa a JUAN MANUEL DE PUEYRREDÓN como nuevo Director Supremo y eleva al coronel SAN MARTÍN al grado de capitán general poniéndolo a la cabeza del Ejército de los Andes (ver Declaración de la Independencia Argentina).
Eleva la asignación del ejército de 5.000 a 8.000 pesos mensuales y para hacer frente a esta erogación, dispone que los comerciantes españoles, como contribución de guerra, deberán costear “por lo menos un soldado cada uno”.
Por medio del “reaparecido” “El Redactor” del Congreso, llega a Buenos Aires, la noticia de que la ciudad deja su vida propia y se prepara para un destino mayor. “Se come bien”; hay una faena diaria de 300 vacunos, pero faltan legumbres, leche y otros alimentos. Carne, galleta y mate, hacen la dieta diaria del porteño.
Por su parte, la Aduana responde ampliamente por otras necesidades. Se piensa en el futuro y BERNARDINO RIVADAVIA gestiona ante PUETRREDÓN la venida al país del sabio francés AIMÉ BOMPLAND, en tanto MANUEL BELGRANO ve concretado su sueño de abrir una Academia de Matemáticas, en el que lo acompaña FELIPE SENILLOSA.
La provincia de Buenos Aires lanza un “Empréstito forzoso” y emite pagarés sellados que circularán en las provincias de Córdoba, Tucumán, La Rioja y Salta. A partir de 1817 se pudieron presentar para el cobro en Buenos Aires.
Los españoles invaden el territorio de las Provincias Unidas del Río de la Plata a través de la Quebrada de Humahuaca, dando comienzo a la “guerra gaucha”, protagonizada por MARTÍN MIGUEL DE GUEMES y sus gauchos (ver Invasiones realistas por el norte argentino).
A todo esto, se descubre que mediante el arsénico los cueros duran indefinidamente “y ya no se tiran más a la basura”: aumentan entonces su valor y la región se enriquece repentinamente. Los afrodescendientes tienen motivos para sonreír más, ya que se declara acto de piratería a “su trata”.
Las quejas del vecindario apuntan contra la cárcel, vecina del Cabildo. Nadie gusta del espectáculo denigrante de los presos que salen diariamente de ella, engrillados, en busca de agua, o de los insultos que profieren desde las ventanas a los peatones. Mucho menos cuando salen al alba o al anochecer, en los meses de verano, a matar perros vagabundos a garrotazos (ver Perros salvajes, azote de Buenos Aires).
Pero resulta que hay ya médicos inquietos: O’ GORMAN, FABRE y MARTIN DE MONTÜFAR, que desde el Protomedicato de Buenos Aires ponen el grito en el cielo. Felizmente se los escucha y entra en vigencia “el Reglamento preservativo del mal de la rabia” que ellos mismos redactan y en el que se recomienda abstenerse de comer comidas picantes y “bebidas espirituales” de ser mordidos, al par que instan al exterminio de “perros sin bozal o collar”.
El esparcimiento público tiene su centro en el Retiro y en el ruedo que allí se levanta. Una pasión a la que no escapa un joven militar que acaba de ser padre en Mendoza de una niña a quien pone el nombre de Merceditas. Se llama SAN MARTIN y es asiduo entusiasta del toreo”, dicen las crónicas y en sus momentos libres asiste al espectáculo. En uno de ellos aplaude a rabiar el trabajo de un picador autóctono: el teniente de granaderos JUAN GALO DE LAVALLE.
En Buenos Aires, el furor lo hace la Loteria. Se juega los martes frente al Cabildo y con numeroso público. Los números (o “cedulas”), se venden durante la semana en las esquinas de la ciudad.
Un suceso pintoresco es comidilla porteña, cuando se escapa un mono perteneciente a la familia Morel, que vive frente al Cabildo y al invadir el mercado y campamentos de negras que venden allí, patas de vaca cocidas, chicha, tortas y huevos, origina un desorden descomunal, hiriendo a varias de ellas y ahuyentándolas del lugar.
Se prosigue con las obras de la Catedral y se colocan torres nuevas al templo de San Francisco, al que se considera el primero que tuvo Buenos Aires cuando se lo llama- ba “el Templo de las Once Mil Vírgenes de Buenos Aires”.
Para que los argentinos comiencen a sentirse con pasado y lo conozcan, el deán GREGORIO FUNES, decide publicar la primera “Historia Argentina” que se conoce hasta esos días.
Datos extraídos de publicaciones de la fecha y del “Cronista Mayor de Buenos Aires”, Editado por el Instituto Histórico de la ciudad de Buenos Aires, 2001).