PORTUGAL Y SU INTERÉS POR DOMINAR EL RIO DE LA PLATA (1825)

Con la obsesión de instalar su bandera en estas tierras del Río de la Plata, Portugal y su colonia en América, Brasil, diagramaron una estrategia que a punto estuvo de ser coronada por el éxito, aunque algo consiguieron con la creación del Estado tapón que se conoció como «la provincia Cisplatina».

El plan pergeñado pretendía, como primera etapa, dominar en el sur de las Pro­vincias Unidas y tenía un doble curso de acción: bloquear la salida al mar por la costa y hacer que los indios atacaran permanentemente, para obligar al gobierno a distraer tropas y recursos.

«… Teniendo noticias en el año 1825, el señor gobernador de Buenos Aires,  don JUAN GREGORIO DE LAS HERAS, que Portugal, apoyado por los brasileños, intentaban apoderarse de Patagones y también de Bahia Blanca si les era posible, para concitar desde ambos puntos a los indios contra nosotros, me hizo hablar por medio de su ministro, el señor don MANUEL J. GARCÍA, para que me encargase de negociar la paz con ellos…”.

Estas palabras las escribió JUAN MANUEL DE ROSAS en la Memoria que presentó al gobierno de la provincia de Buenos Aires el 22 de julio de 1828, informando de su actuación en esas circunstancias.

Rosas recibió la orden de impedirlo. Era una misión urgente pues ya en Patagones, habían sido tomados prisioneros cuatro oficiales impe­riales que habían desembarcado de una corbeta brasileña que ancló  en ese puerto (ver Combate de Carmen de Patagones).

Rosas que ya estaba en gestiones con los indios por encargo del mismo gobierno, para tratar la pacificación de esos territorios,  convocó a un gran “parlamento”, a celebrarse más allá de Tandil.

Los convocados fueron los caciques pampas, tehuelches y ranqueles, especialmente a CHAÑIL CACHUL y LINCON, los más reacios a llegar ningún tipo de arreglo. Los embajadores de Rosas fueron indios, entre ellos dos indias cuyos hijos eran ahijados del mismo Rosas.

Se logró que concurrieran todos los caciques, sin excepciones y cuando ya estaban reunidos,  Rosas llegó solo al campamento indio y bajo la fe de su compromiso personal, arregló la fijación de la línea de frontera y el mantenimiento de la paz.

Se cuenta que en esos momentos, la viruela hacía estragos entre los indios que se resistían a vacunarse. Rosas —según anota el historiador SALDÍAS— se hizo vacunar él mismo delante de todos y consiguió que los indios lo imitaran.

Fijada la frontera que los indios se comprometían a no cruzar —lo cual cumplieron mientras duró la guerra con el Brasil—, Rosas organizó la defensa de los dos puntos amenazados.

Reforzó con 200 hombres los piquetes de voluntarios y blandengues que  al mando del comandante LUIS  MOLINA, guarnecían a Patagones, reforzó la batería de la costa con cuatro cañones y apostó cerca, varias tolderías de indios amigos, al mando del coronel FRANCISCO SOSA.

Estas fuerzas y las que comandaba el coronel ESTOMBA en Bahía Blanca, hacían hipotéticos los planes de los brasileños, pero éstos igualmente desembarcaron 700 hombres entre Bahía Blanca y Patagones.

El comandante LUIS MOLINA, veterano que combatiera bajo las órdenes de SAN MARTÍN, querido por los indios por sus aventuras en el desierto y por su matrimonio con la hija del cacique NEUKA- PEN, advirtió el desembarco.

Reunió sus fuerzas con las del coronel SOSA, formando un extenso círculo que bordeó la costa escarpada y sembrada de cangrejales y totorales.

Los campos adyacentes fueron incendiados y los brasileños que no murieron fueron hechos prisioneros. El éxito se hizo completo cuando el capitán JUAN B. THORNE, con su bergantín. se apoderó de la corbeta brasileña “Icaparavi”,  cuya tripulación había bajado a tierra para apoyar la incursión (ver La guerra con Brasil).

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *