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PEINETAS Y PEINETONES EN BUENOS AIRES (16/04/1823)
Desde Castilla la Vieja, en España, con escala en Montevideo, el 16 de abril de 1823 llegó a Buenos Aires el fabricante de peinetas MANUEL MATEO MASCULINO, responsable de la moda de las peinetas gigantescas que durante casi diez años usaron las damas argentinas (ver Recuerdos, usos y costumbres en el Buenos Aires de antaño).
Aquí instaló una tienda de peines y peinetas que estaba en la calle Potosí (actual Alsina) y nunca imaginó que se convertiría en el dictador de la moda de las coquetas porteñas, cuando lanzó su creación: el peinetón.
Sofisticados, muy elaborados, enormes, hechos generalmente de carey, llegaron a tener dimensiones insólitas.
Algunos tenían hasta un metro de extremo a extremo, (como pueden verse en el Museo Saavedra) y rápidamente se constituyeron en el nuevo capricho de las elegantes, el hazmerreir de muchos, fuente inagotable para los humoristas y el dolor de cabeza de los maridos, porque no eran muy baratos.
La exageración nuevamente marcaba la moda en vestimentas y tocados como lo fue en muchos períodos históricos. Madame Pompadour en Francia, que era muy bajita, impuso los tacones tan altos que parecían banquitos y hubo un tiempo de enormes mangas fruncidas, de sombreros con pájaros y flores y de polleras armadas con desmesurados miriñaques.
La moda de la peineta, fue una herencia española, pero en estas tierras llegaron a tener tales dimensiones que fue una característica original de la vestimenta nacional. Se fabricaban con carey, y más tarde, también con asta de vacuno, y eran verdaderas obras de arte, realizadas por arteanos expertos en el calado, cincelado e incrustaciones.
Cuando MASCULINO llegó a Buenos Aires, ya se usaba la peineta (imagen a la izquierda), pero él la convirtió en peinetón. Además de su habilidad para imponer un nuevo estilo, introdujo algunas novedades tecnológicas, como el uso de cierta maquinaria, que permitió abaratar la producción.
Las peinetas llegaron a ser tan grandes, que dos damas no podían caminar al mismo tiempo por la misma vereda y la policía debió dictar una ordenanza que “le daba derecho de tránsito a la que circulaba por la derecha”. La moda generó muchas críticas en los periódicos de la época y fue ridiculizada por el editor CÉSAR HIPÓLITO BACLE, en una serie de famosas litografías (imagen abajo)..
Sin embargo, la exageración, llegó a ser sinónimo de distinción social y hasta una forma de propaganda política. Coincidiendo con el gobierno de JUAN MANUEL DE ROSAS; muchos peinetones llevaban su efigie y la leyenda «Federación o muerte». El uso de estos peinetones, frágiles e incómodos, comenzó a decaer hacia 1836, cuando volvieron a lucirse las peinetas tradicionales, de menor tamaño y más discretas (ver Las Damas porteñas quieren estar a la moda).