LA REVOLUCIÓN DE MAYO. OPINIONES

«La revolución, excepto en su símbolo exterior, independencia del rey, era sólo interesante e inteligible para las ciudades argentinas, extraña y sin prestigio para las campañas.

En las ciudades había libros, ideas, espíritu municipal, juzgados, derechos, leyes, educación, todos los puntos de contacto y de mancomunidad que tenemos con los europeos; había una base de organización, incompleta, atrasada, si se quiere; pero precisamente, porque era incompleta, porque no estaba a la altura de lo que ya se sabía que podía llegar a ser, se adoptaba la revolución con entusiasmo. Para las campañas, la revolución era un problema; sustraerse a la autoridad del rey era agradable, por cuanto era sustraerse a la autoridad.

La campaña pastora no podía mirar la cuestión bajo otro aspecto. Libertad, responsabilidad del poder, todas las cuestiones que la revolución se proponía resolver, eran extrañas a su manera de vivir, a sus necesidades» (dixit Domingo Faustino Sarmiento (1811-1888), “Civilización y barbarie. Vida de Juan Facundo Quiroga”, Capítulo IV, Revolución de 1810, Buenos Aires, 1845.

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