EL ESCLAVISMO EN EL RÍO DE LA PLATA. OPINIONES

El esclavismo tuvo en el Río de la Plata varias etapas. Este comercio infame, aunque abolido parcialmente en 1813,  duró hasta mediados del siglo XIX y en América tuvo un origen, que paradójicamente, se fundó en razones “humanitarias”. Se dijo que era necesario traer esclavos desde el Africa para trabajar en estas tierras, para ayudar a los aborígenes, quienes por su pasividad, menores aptitudes físicas o por su propensión a contraer enfermedades,  no solo no estaban en condiciones de hacerlo, sino que por su carácter e idiosincracia, hasta preferían morir  antes que trabajar en los campos y en las minas

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Fue así, que con estos argumentos, alentado por la prédica de fray ANTONIO DE MONTESINOS, el fraile domínico español BARTOLOMÉ DE LAS CASAS (1484-1566), conocido en su época como el “gran defensor de los aborígenes de América»,  propuso al rey Carlos V que se trajeran negros para aliviar a los indígenas (ver La esclavitud en el Río de la Plata).

Desde entonces,  el tráfico de esclavos no cesó, distinguiéndose Portugal como la primera y más descollante potencia dedicada al tráfico de esclavos y a su introducción en América. Recordemos que ya desde 1425, cuando Portugal ocupó la Isla de Madeira, eran barcos y comerciantes portugueses los que se encargaban de proveer esclavos africanos para que trabajaran en los cultivos de caña de azúcar que Enrique el Navegante poseía allí

Los primeros esclavos negros llegaron a estas tierras del nuevo mundo a fines del siglo XV en forma ilegal. Al principio fueron pequeñas partidas consignadas a comerciantes de Buenos Aires que fueron autorizados para que trajeran esclavos para ayudarlos en sus tareas, contratando los servicios de los portugueses y los holandeses, que pronto se habían sumado a esta inhumana actividad.

Después fueron los franceses y los ingleses,  los que atraídos por las ganancias que derivaban de este negocio,  entraron a competir en el mercado, por lo que ya en 1518,  sumaban varias decenas los esclavos introducidos. Ese año el rey Carlos I de España otorgó la que se conoce como la “primera licencia para introducir 4.000 esclavos africanos en las colonias de América  durante 8 años». A partir de entonces, la trata de esclavos tuvo un extraordinario y rapidísimo desarrollo. Y así, de los casi 100 esclavos que al principio se introducían por año, pasaron a ser 200, 300 y más,  hasta que entre 1588 y 1655, entraron  más de 12.000 y entre 1702 y 1713, eran más de 4.500

Los esclavos venían hacinados en buques de 300 a 500 toneladas, prácticamente sin poder moverse, con espacio para uno solo y acostado, en condiciones sanitarias pésimas. Se trataba de traer esclavos de entre 16 y 30 años y además en una proporción establecida de  2/3 de varones por 1/3 de mujeres.

Porque los varones, se decía “eran más fuertes”. Se los medía en «cabezas de negros», que representaba la medida del negro ideal, que tenía por lo menos arriba de 1,50 m. de estatura. Como también llegaban negritos y negritas, tres de ellos formaban una «medida de negro».

El esclavismo, fue un problema social que tuvo en nuestro país graves derivaciones, algunas de ellas, muy importantes. En ese infame comercio, una tercera parte de los esclavos se moría en el viaje, ya sea por enfermedades o por problemas psíquicos (se dejaban morir al ser sacados de sus aldeas, metidos en una bodega y obligados a venir a través del trópico en espantosas condiciones sanitarias). Desembarcaban y, antes de entregarlos a quienes habían pagado para traerlo o para el remate, los marcaban en la espalda o en la frente con un hierro al rojo.

A partir de 1739, apercibidas las autoridades coloniales que el tráfico de africanos que realizaban los ingleses, facilitaba un contrabando que afectaba su economía, se suprimieron las concesiones que se le habían otorgado (Los ingleses traían negros y podían llevar una vez por año, un  navío de 500 toneladas cargado de mercaderías, pero como les estaba prohibido sacar del país barras de oro o plata o monedas de los mismos metales, llevaban sebo, pero dentro de la bola de sebo,  iban escondidas barras y monedas sin declarar.

A partir de 1742 se concedieron varios permisos para introducir esclavos legalmente, en pequeñas cantidades, pero como en 1791, quizás por resolución de algún funcionario corrupto, se le otorgó a Tomás Antonio Romero un permiso para introducir negros libremente y casi enseguida se hizo lo mismo para beneficio de los demás negreros que operaban con el Puerto de Buenos Aires, el tráfico aumentó enormemente. Según algunas fuentes, entre 1746 y 1810, legal o ilegalmente, entraron 25.000 negros, de los cuales 13.000 venían de África y 12.000 del Brasil (dixit Profesora Juana María Bréard).

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