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LA LEYENDA DE JUANA FIGUEROA (21/03/1903)
Una mujer llamada JUANA FIGUEROA fue asesinada por su esposo en la provincia de Salta y a partir de entonces la imagen de Juana, transformada en «santa» popular, se convirtió en objeto de culto.
¿Por qué, entre tantas tragedias cotidianas, una historia se vuelve leyenda y sus personajes desafían el olvido? Pueden hallarse muchas respuestas, pero no siempre se encuentra una explicación.
Así es el caso de Juana Figueroa, una salteña nacida a fines del siglo pasado de quien se afirma que era muy hermosa y que se casó muy joven.
La tradición no se pone de acuerdo sobre su perfil psicológico: mientras algunos la presentan como un modelo de honestidad, otros afirman que llevaba una vida bastante desordenada.
Existe también la versión de que se enamoró de otro hombre, después de casarse, y que mantuvo con él una relación secreta. Pero todos coinciden en que su esposo sufría celos enfermizos y que con excusa o sin ella la asesinó cerca del Puente Blanco, que se encontraba entonces en las afueras de la ciudad de Salta.
A partir de ese momento Juana se transformó en una especie de heroína popular a la que los fieles rinden culto tanto en sus hogares, en forma privada, como en el lugar donde sucedió el crimen, que se halla actualmente en la calle Sobremonte.
La veneración, se extiende a su tumba en el Cementerio, adonde, especialmente los lunes, los fieles le llevan velas y se acercan a rezar, rogando por sus amores y sus enfermos.
Aunque cuenta con la devoción de hombres y mujeres de toda la provincia, Juana Figueroa es venerada especialmente por las mujeres, que ven en ella un símbolo de la opresión que una mujer puede padecer en el matrimonio (ver Cuentos, leyendas y supersticiones).
Q.D.E.P. Que interceda por las necesidades de todos. es una mártir por la muerte que tuvo. Recordemos donde queda su santuatio en Salta.Capital.
Mi bis abuela, que nació en 1848, y con una memoria excelente ya era cincuentona cuando el marido de Juana Figueroa la asesinó. Rosa, mi bis abuela, que vivió hasta 1966 contaba que los gritos de Juana pidiendo ayuda atravezaban lo que es hoy La Terminal de ómnibus, en un barranco y un puentecito precario. Juana, muy linda mujer, cansada de servir y trabajar lavando y planchando ajeno soportaba los golpes, mezquindades y celos del marido. Ese sábado él volvió y ella llevando a su pequeño se fue de baile con un vestido negro. Llega el marido y supone que está bailando. La encuentra y sin mediar palabras, la toma del cabello, la arrastra y a golpes de piedras la malmata. Juana no muere, está demasiado golpeada y no puede caminar, los presente, no la ayuan, Juana agoniza y desangra, muere al amanecer. El violento que huyó, va preso, y confiesa no saber qué hizo. La «mala coducta» sólo fue danza.