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LA ZWI MIGDAL (1906)
La «Zwi Migdal» fue una mafia que explotaba a 3.000 prostitutas en Buenos Aires. Funcionaba tras la fachada de una Sociedad de Socorros Mutuos y sus reclutadores traían a las jóvenes desde Polonia con promesas falsas y cuando estaban en Buenos Aires las obligaban a prostituirse.
Marginados por la colectividad, los mañosos judíos instalaron su sede en la calle Córdoba 3280 de la ciudad de Buenos Aires. Tuvieron una sinagoga y un Cementerios propio y varios teatros donde se montaban obras en idisch. Las crónicas cuentan que los «tmeiim» (impuros), eran amantes de las operetas y sus mujeres lucían costosas alhajas.
La Zwi Migdal llegó a tener una gran influencia sobre algunos miembros de la colectividad judía argentina, hasta que todo se derrumbó el 27 de setiembre de 1930.
Ese día, la Justicia argentina dictó la prisión preventiva de 108 mañosos judíos polacos, integrantes de la «Zwi Migdal», la organización de tratantes de blancas más importante que existió en la Argentina.
Esa primavera había comenzado la desarticulación de la banda, que desde 1906 había iniciado un «negocio» en gran escala, detrás de una fachada humanitaria: la Sociedad Israelita de Socorros Mutuos «Varsovia», con personería jurídica otorgada por el gobierno bonaerense.
Una polaca llamada RAQUEL LIBERMAN, que había llegado a los 18 años a Buenos Aires para ejercer su profesión en un prostíbulo de Valentín Gómez 2888, se animó a denunciar a la mafia a pesar de las amenazas que había recibido y el 31 de diciembre de 1929, el comisario de la Policía Federal JULIO ALZOGARAY escuchó el testimonio.
Funcionario probo y enérgico, ALZOGARAY hacía varios años que intentaba acabar con la «Zwi Migdal», pero tropezaba con una barrera infranqueable: policías corruptos, políticos venales y jueces que no sólo cobraban en dinero sino también «en especies» su complicidad.
El golpe militar del general Félix Uriburu, que el 6 de setiembre de 1930, derrocó al presidente HIPÓLITO YRIGOYEN, facilitó la investigación de ALZOGARAY y del joven juez MANUEL RODRÍGUEZ OCAMPO.
Las nuevas autoridades surgidas de ese golpe, producido en el contexto del avance del fascismo en el mundo, con auge del antisemitismo y la concepción del pueblo de Israel como un demonio aliado al marxismo-leninismo, colaboraron activamente con ALZOGARAY, que no oculta su antisemitismo,, cuando luego, en su libro «Trilogía de la trata de blancas», relata los pormenores de la investigación.
Al finalizar exitosamente la operación, el escándalo que suscitó la detención y procesamiento de los más importantes jefes de la «Zwi Migdal», les sirvió a los mandos militares para realizar una intensa propaganda antisemita.
Una triste historia que avergonzó a la comunidad judía argentina
La comunidad judía, que desde el principio marginó a los mañosos, aún trata de borrarlos de su memoria y VÍCTOR MIRELMAN, profesor de filosofía y rabino, escribió a este respecto en el número 2 de la «Revista Judía de Ciencias Sociales»: «Los judíos hicieron todo lo imposible por ocultar lo que a su entender era una mancha negra en la historia de la comunidad: la existencia de una red de traficantes judíos de carne humana».
El primer presidente de la Sociedad Israelita de Socorros Mutuos «Varsovia» (que después cambió el nombre por «Zwi Migdal», nombre de uno de sus directivos) fue NOÉ TRAUMAN, un talento para la organización; un líder que nadie osó cuestionar jamás. Lector de Bakunin y Gogol, TRAUMAN entendía que la prostitución era un negocio como cualquier otro.
Su operatoria
A diferencia de los rufianes franceses y catalanes, los judíos polacos despreciaban la violencia. Todo lo arreglaban con dinero. Astutos, mantenían un principio que cumplían rigurosamente: «Rufián en el prostíbulo, señor en su casa». Señores, también, en el comercio: muchos de ellos eran dueños de negocios en el Centro y en el Once, donde terminaron mezclándose con otros comerciantes judíos.
Sus enviados «reclutadores» llegaban a las aldeas de Polonia simulando ser prósperos comerciantes vestidos con sus mejores ropas y exhibiendo su mejor sonrisa, pero, en realidad, era un «importador» de carne humana. Enviado por la mafia, la función del rufián era seducir a jóvenes mujeres. La Migdal, empresa ordenada y eficiente, tenía en las aldeas una red de «corresponsales» que realizaba el «inventario» de las doncellas disponibles.
Así, el «importador» ya sabía dónde ir. Los padres, impelidos por la necesidad, aceptaban el noviazgo de sus hijas con el «comerciante» que venía de América. Enseguida, éste pedía a la chica en matrimonio. Eso sí: la boda (falsa) se realizaba en la sinagoga que la Migdal tenía en Buenos Aires, contando con la participación de rabinos cómplices, que «casaban» al rufián con la prostituta.
Pocos días después, la muchacha empezaba su trabajo en un prostíbulo. «Se encontraba en una tierra extraña, en la cual no contaba con ningún amigo, ni siquiera un conocido, y cuyo idioma le era incomprensible (…). Bajo esas agobiantes condiciones, totalmente inhumanas, se quebrantaba todo intento de resistencia de la esclava, quien tarde o temprano terminaba por someterse a las exigencias del rufián», escribe el investigador GERARDO BRA en su libro «La organización negra».
Sus pupilas (casi todas de origen judío polaco), podían atender cincuenta clientes por día, que pagaban dos pesos cada uno (las francesas eran más caras: sus servicios valían cinco pesos). Solían trabajar desde las cuatro de la tarde hasta las cuatro de la mañana. La mayoría de estas mujeres, de entre 16 y 22 años, venían a Buenos Aires con la esperanza de casarse con un hombre de negocios.
Los más famosos prostíbulos de Buenos Aires estaban en la calle Junín. Entre los más conocidos: «El Chorizo», «Marita», «Las Esclavas», «Gato Negro», «Las Perras» y otros cuyos nombres se han perdido en el olvido.
Tenían hasta un Cementerio propio
En 1906 cuando fundaron la Sociedad, en un cuartucho de avenida Mitre al 400, de Avellaneda, los inspiradores de la Migdal, ya aspiraban a tener su cementerio propio. Profundamente religiosos, querían tener un lugar sagrado donde enterrar a sus muertos. Compraron, entonces, un amplio terreno sobre la calle Agüero al 4400, en Villa Dominico.
Cuando la organización fue desmantelada, el cementerio empezó a llenarse de yuyos, y algunas tumbas fueron destruidas. Hoy, la maleza está por todas partes. Sin embargo, el cementerio de los «impuros» tiene un guardián, que impide la entrada a cualquier persona.
Fuentes de la Municipalidad de Avellaneda informaron que la colectividad judía de ese partido les pagaba al cuidador. El cementerio de los rufianes, así llamado porque allí están enterrados dirigentes de la Migdal y algunas madamas, se alinea junto a un gran cementerio israelita, que tiene entrada por Agüero y Arredondo, separados solamente por un muro no muy alto (Alberto González Toro).
porque no se puede visita el cementerio de avellaneda, si era propeidad de una persona jurídica a la quie se le revoco la personeria. Quederecho invocan los cuidadores para no permitir la entrada. que hace la municipalidad de avellaneda para impedir este acto mafioso
tambien esta el cementerio de los impuros en Ciudadela…. de ese no se nombra nada veo…
No tengo nada sobre «el cementerio de los impuros». Puede Usted mandarme alguna información al respecto?. Gracias por su colaboración
el cementerio de Ciudadela no es de impuros… a decir verdad hay un sector de impuros en cada cementerio judio (donde entierran a quienes cometieron crimenes , suicidio, o fueron negados por la religion) de hecho antes de sepultar a Nisman en La Tablada se llego a debatir si fue suicidio o no para saber donde deberian enterrarlo ya que en La Tablada tambien hay un sector de impuros
La Comunidad Israelita de Buenos Aires – luegi AMIA, los aisló, no permitió enterrarlos en su Cementerio, no reconocía sus casamientos religiosos, los llamaron los Tempeim que significa LOS IMPURIS. El Comisario Alsogaray oyó y defendió a la mujer polaca prostituída uqe logró escapar y Denunciarlos. Se ocupó mucho este buen comisario argentoino!