LA REVOLUCIÓN RADICAL DE 1893 (30/07/1893)

En 1892, próxima la finalización del mandato como Presidente de la Nación del doctor Carlos Pellegrini, disputas partidarias y el fracaso de una opción presentada por la Unión Cívica Nacional, se efectuaron elecciones para sucederle y el triunfo fue para la fórmula “acuerdista” representada por el binomio Luís Sáenz Peña-José Evaristo Uriburu, quienes asumieron el poder 12 de octubre de 1892.

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Sáenz Peña era un ciudadano y político de intachables antecedentes y de recta conducta, pero ocupó la primera magistratura a una avanzada edad.

A los 70 años no tuvo la fuerza suficiente para enfrentar los problemas que le presentaba un período de gran convulsión política y respetuoso del orden institucional, apremiado por fuertes presiones de la oposición, debió cambiar varias veces de ministros, requebrajando de este modo, la estructura y la solidez de su gabinete, pese a lo cual, condujo con habilidad la finanzas de la Nación, cuya situación trató y logró regularizar, extendió la red vial, fomentó la inmigración y realizó algunas importantes obras públicas.

Pero Sáenz Peña carecía de partido propio y para tranquilizar a la oposición, intentó tener una actitud neutral, en medio de los “acuerdistas” del Partido Autonomista Nacional y los radicales, que no cejaban en sus disputas por el poder.

A pesar de ello, la situación empeoraba día a día y entonces, por consejo del doctor Carlos Pellegrini, Sáenz Peña confió la reorganización de su gabinete al doctor Aristóbulo del Valle, un destacado miembro de la Unión Cívica Radical, quien aceptó el ofrecimiento, a pesar de que el Comité Nacional de su partido, fiel al pensamiento de Hipólito Yrigoyen se opuso a colaborar con el gobierno, propiciando una “revolución desde abajo” y no “desde arriba”.

Aristóbulo del Valle de inmediato puso en práctica un plan para que su partido dispusiera el control político en todo el país. La esperada “revolución de abajo” había comenzado y pronto estallaban focos sediciosos en varios puntos del país.

El 30 de julio se produjo en la provincia de Buenos Aires un movimiento revolucionario de carácter popular encabezado por el doctor Hipólito Yrigoyen y su hermano, el coronel Martín Yrigoyen, que tenía a su cargo la movilización de las tropas que le fueran adictas.

Ante la difícil situación así creada, Sáenz peña dispuso entregar a los dirigentes radicales el gobierno de la provincia de Buenos Aires y los efectivos revolucionarios entraron en la ciudad de La Plata, en medio del regocijo de la ciudadanía.

De inmediato establecieron allí un gobierno provisional, mientras bajo la influencia del doctor Pellegrini y del general Roca, el Presidente, contando con la sanción de la medida, dispuso la intervención federal a la provincia.

Aristóbulo del Valle fue invitado por los insurrectos a sumarse al movimiento, pero no aceptó hacerlo por deberse al gobierno que integraba y presentó su renuncia, actitud que imitaron los demás miembros del gabinete.

Sáenz Peña nombró Ministro del Interior al doctor Manuel Quintana, quien obrando con energía y decisión, logró restablecer el orden y ya, a comienzos de octubre el territorio nacional estaba pacificada, aunque la intranquilidad política subsistía y recrudecía la hostilidad de los “acuerdistas” para con el gobierno.

Las Cámaras se dispusieron a tratar una amnistía para los revolucionarios, pero Sáenz Peña se opuso a ello, provocando la renuncia masiva de su gabinete (todos radicales), lo que provocó que el 23 de enero de 1895, al verse imposibilitado de formar un nuevo gabinete,  presentara su dimisión (ver Revoluciones, motines y sublevaciones).

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