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LA MITA, OTRA ABERRACIÓN DE LA CONQUISTA DE HISPANOAMÉRICA
La «Mita» fue un sistema compulsivo instalado por la corona española en sus colonias de América, mediante el cual, los aborígenes eran obligados a trabajar en las minas.
Instalada en 1573, por el virrey FRANCISCO ÁLVAREZ DE TOLEDO, para ser aplicada en todo el territorio del virreinato del Perú, disponía que un séptimo de los varones casados de entre 15 y 50 años de cada pueblo, debían trabajar un año de cada siete en las minas de Potosí (plata) o Huancavelica (azogue). Las condiciones eran horribles dentro de las minas y este sistema de explotación se sumará al de las encomiendas, una vieja tradición hispánica que trajeron a América y al yanaconazgo (ver El yanaconazgo).
A partir del descubrimiento de América, el encuentro entre los conquistadores y los aborígenes se planteó como una relación de dominación y explotación. Juristas y teólogos se enfrascaron en disputas acerca de la naturaleza humana de los indígenas, muchas veces para justificar su esclavitud. Cuando Colón repartió las primeras tierras a sus acompañantes, los beneficiarios exigieron también la provisión de mano de obra y así nació la institución del «repartimiento de indígenas» que se extendió a toda América. El repartimiento o encomienda tuvo dos formas de organización: «la mita» y «el yanaconazgo».
Fu el virrey TOLEDO quien rescató «la mita», una antigüa legislación incaica que obligaba a los miembros de esa comunidad, a prestar servicios gratuitos durante ciertos períodos, para la realización de tareas necesarias para el desarrollo y el bienestar común y en un principio, tuvo especial presencia en las actividades mineras, agrícolas, pastoriles y aún domésticas.
Fue entonces que un sistema que potenciaba el espíritu solidario de una sociedad, se transformó en una práctica aberrante de explotación del hombre por el hombre. Era en definitiva, un tributo personal que debían prestar los nativos, para lo cual, periódicamente, en cada poblado, se hacía un sorteo para determinar quienes debían pasar al servicio de los españoles, ya sea en forma gratuita o mediante el pago de un salario. En realidad, la mita era un servicio al que estaban forzados los indígenas durante un período del año en el que debían trabajar gratuitamente. Se trataba de una esclavitud encubierta y los destinados a las minas sufrieron abusos crueles.
El término mita, deriva de una voz quechua que significa «turno» y en realidad fue un tipo especial de encomienda o repartimiento en el cual, grupos de indios eran obligados a tomar turnos en los trabajos de las minas. Aunque hubo relativamente poca explotación minera durante el período colonial en el territorio que es actualmente la Argentina, se utilizaron importantes mitas en las minas de Potosí, con las cuales la región noroccidental de la Argentina tenía estrechos vínculos políticos, económicos y sociales. Se estima que en el Perú, el siete por ciento de los aborígenes sometidos, actuaron como “indios mitayos” (es decir que prestaron servicios bajo este sistema).
La “mita minera” constituyó uno de los servicios más duros e inhumanos (imagen) que pesaron sobre los aborígenes en el período colonial, hasta el punto de que en 1549, el rey CARLOS I decretó su abolición en Nueva España, medida extendida después a las minas del Perú. No obstante, este sistema permaneció activo por varios años más, aunque sujeto a una más estricta vigilancia y a una más generosa aplicación.
La duración de la “mita” podía ser de quince días (para el servicio doméstico) y hasta de diez meses (la mita minera), pasando por períodos de diversa duración, siendo el más frecuente el de tres o cuatro meses (la mita pastoril)
Los abusos de este sistema jugaron su papel en la lucha argentina por su independencia, como lo manifiestan las repercusiones de la revuelta de Tupac Amaru y la tesis escrita por MARIANO MORENO sobre el servicio personal de los indios en general.
El 1º de setiembre de 1811, la Junta Grande dispuso el cese de este despiadado sistema y ordenó que la “mita” y el “yanaconazgo” fueran erradicados de estos territorios y luego la Asamblea del Año XIII, hizo suyos los fundamentos de esta prohibición y el 12 de marzo de 1813, declaró extinguido además de “el tributo”, “la mita”, “la encomienda” y “el yanaconazgo”, toda forma de servicio personal de los indios, declarando que los indígenas eran hombres libres y con igualdad de derechos a todos los demás ciudadanos que pueblan el territorio y dispuso que el decreto fuera traducido al guaraní, al quechua y al aimará, para que todos lo comprendieran
Se eliminaba así un resabio de una cruel política de sojuzgamiento al nativo, dejada sin efecto por una Resolución de la Asamblea del Año XIII, mediante una legislación de avanzada, que San Martín pudo llevar luego al Perú (ver Las encomiendas).
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La mita fue una práctica común en el Imperio Inca. El emperador inca estableció el trabajo en la mita como una forma de organización social y productiva dentro del imperio. Era una parte importante del tributo que los pueblos conquistados debían pagar al emperador inca. La mita en el Imperio Inca se dividía en dos tipos: la mita agrícola y la minera.
La mita también se practicaba en otras culturas prehispánicas de América, como los mayas y los aztecas. En el caso de los mayas, la mita era una forma de tributo que debía ser pagado en forma de trabajo en las obras públicas. Los aztecas también tenían un sistema de mita que se centraba en la agricultura y la construcción. En general, la mita fue una práctica común en las civilizaciones antiguas de América, y su uso varió según el contexto cultural y geográfico.
Pero eso no cuenta, por lo visto, la única aberración era la de los conquisradorws españoles. Sin comentarios sobre su objetividad.