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LA INDUSTRIA GANADERA EN LA PAMPA COLONIAL (Siglo XVI)
La industria ganadera argentina tuvo en sus comienzos un escenario de increíble riqueza y unos actores que la malversaron. Los caballos y vacas traídos por los españoles y abandonados en las desiertas tierras de América, ya a mediados del siglo XVI se habían multiplicado prodigiosamente.
Transcurrido apenas un siglo, el ganado vacuno salvaje constituía una inagotable fuente de riqueza, que explotada de una manera primitiva y bárbara, fue el origen de una incipiente industria en el territorio rioplatense..
Las naves españolas que, con permiso especial, venían de cuando en cuando a Buenos Aires, cargaban a su regreso, gran cantidad de pieles, y mucho más cargaban de contrabando las inglesas, portuguesas y holandesas. Las pieles de mercadería eran sólo las de toro y no las de cualquier toro. Como se decía corrientemente, debían “ser de ley”, es decir, de cierta medida., siendo rechazadas las que no las tuvieran. Así es que, como no todas “eran de medida”, para enviar 50.000 pieles a Europa, se sacrificaban ochenta mil toros.
Algunos campesinos por puro placer, perseguían y mataban vacas y terneros, y sacándoles sólo la lengua, abandonaban el resto en el campo. Mayor estrago aún, hacían los que iban a buscar grasa, que entonces servía en lugar del aceite, del tocino, de la manteca y también como material combustible. Produciendo una espantosa matanza de animales, sacaban de los más gordos un poco de grasa y cuando habían cargado bien sus carros, regresaban sin cuidarse de lo demás que dejaban para los caranchos y los perros cimarrones. Por esta razón, todo lo que no se utilizaba, se perdía.
Solamente y bastante tarde por cierto, el Cabildo de Buenos Aires comenzó a cobrar un impuesto que se llamaba “derecho de vaquería”, para la explotación de aquella ganadería salvaje; pero, no siendo fáciles de vigilar, estas acciones depredadoras continuaron sin que se pudiera cobrar regularmente este impuesto (ver Las vaquerías).