LA CIUDAD DE PILAR, provincia de Buenos Aires (11 de octubre de 1772)
Una ciudad más de dos veces centenaria, fundada por un pequeño grupo de hombres y mujeres, integrado en su mayoría por aragoneses descendientes de quienes habían recibido de Juan de Garay, chacras y estancias en aquellos pagos. Estos pioneros, formaron un pequeño pueblito en torno de una humilde capilla que había sido erigida en lugar, para rendir culto público a una imagen de Nuestra Señora del Pilar, que poseía la vecina María Cabezas y que mediante decreto del virrey Vértiz del 11 de octubre de 1772, fue elevada a la categoría de curato, cuyo primer titular fue el presbítero Vicente Arroyo. Una vez más la fe religiosa, expresada a través de una humilde capilla de adobe y paja donde se veneraba una antiquísima imagen de la Virgen, constituía la simiente de una nueva población, que comenzó a crecer junto a la margen derecha del río Lujan.
Pero su ubicación frenaba el progreso de esa comunidad debido a las periódicas crecidas del río, por lo que, luego de prolongados trámites iniciados e n 1798, el Gobierno aprobó el cambio de ubicación mediante un acuerdo firmado el 3 de junio de 1818. Los pobladores se trasladaron así a una zona ubicada a «una milla junto al camino real a Buenos Aires», donde en 1821 comenzó a construirse —»con un presupuesto de 9679 pesos reales corrientes»— la iglesia actual, un año después de haberse firmado el Tratado del Pilar, en la antigüa capilla que la precediera. A partir de entonces, el espíritu tesonero de sus habitantes fue transformando y haciendo crecer aquel pueblito hasta convertirlo en la ciudad que hoy constituye un orgullo del oeste de la provincia de Buenos Aires.