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ESTANTEO
El “estanteo” fue uno de los sistemas más primitivos para la construcción de corrales y edificación de viviendas, empleado en regiones donde abundaba la madera, material éste que era su elemento básico.
La palabra tiene su origen en los travesaños horizontales llamados “estantes” o estribos, que se usaban para asegurar los materiales de las paredes. Ya antes del siglo XVII, en las zonas rurales, ricas en plantaciones forestales, se hacían corrales con “palo a pique”, con varios “estantes” para aumentar su solidez.
El 1584 el Cabildo de Santa Fe, dispuso que se hicieran “corrales de cinco estantes por banda”, para guardar los caballos de la comunidad. Ordenaba así la construcción de corrales de “palo a pique” (postes de madera dura clavados profundamente en el suelo, reforzados o trabados con cinco parantes horizontales en cada costado.
Estos “estantes” se aseguraban a diversa altura con tientos de cuero crudo, que al secarse, garantizaban un ajuste perfecto y daban enorme resistencia al conjunto.
En los “ranchos de estanteo”, el esqueleto o armazón y el techado, eran idénticos en toda la llanura: en todos se utilizaban los “horcones”, la cumbrera para dividir las aguas (en los llamados techos a dos aguas) y paja quinchada.
Cambiabas solamente las paredes, que en vez de ser hechas con adobes, se hacían con cañas divididas longitudinalmente por la mitad, que sumergidas en barro, adquirían más cuerpo y garantizaban una gran impermeabilidad.
Una vez seco el barro, se las sujetaba con tientos a los “estantes”, una a continuación de otra, procurando que quedaran lo más juntas y ajustadas posible. Terminadas así estas paredes, se las cubría exteriormente con una capa de barro mezclado con paja fina y estiércol, aumentando así sus facultades para resistir el viento, la lluvia y el frío (ver El rancho, la vivienda del gaucho argentino).