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EL LOBIZÓN
Se llamaba lobizón, al séptimo hijo varón de mujer, al que se le atribuía la facultad de transformarse en un “lobizón”: criatura con forma y actitudes de perro negro (algunos decían de chancho), con ojos fosforescentes, devorador de criaturas sin bautizar, preferentemente.
La leyenda El gaucho creía firmemente, como aún se cree en algunos poblados del interior, en la existencia de seres humanos que por diversas causas pueden transformarse en animales, especialmente en lobos (“licantropía”). El “lobizón” o “lobizonte” era, según la leyenda popular un hombre que se convertía en cerdo y que se aparecía de noche, causando temor.
Se decía que atacaba a quien lo viera, pero que si se lo enfrentaba, logrando herirlo, de inmediato perdía su aspecto de animal y recobraba el de ser humano. También se afirmaba que había unos tigres muy feroces, a los que se les dio el nombre de “uturuncos” y unos tigres que llamaban “capiangos”, ambos, hombres transformados en bestias por la fantasía popular.
De acuerdo con esta leyenda, el “uturunco”, hombre tigre, era el producto de un trato hecho con el diablo en la “Salamanca” (escuela de brujería), y en pago del terrible don, el hombre debía entregar su alma, pues éste, era el precio fijado por “el malo” (ver Cuentos, leyendas y supersticiones).