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EL CONGRESO NACIONAL (22/05/1810)
El Congreso Nacional, como Institución fundamental de nuestra nacionalidad es el protagonista de una historia que se inicia el 22 de mayo de 1810, que se continuó en la Asamblea del Año XIII, y en las de 1816, 1824 y 1852, la última de las cuales sancionara la Constitución que aún nos rige, y que finalmente se afirmó en el Poder Legislativo ordinario, instalado el 22 de octubre de 1854 en Paraná.
A afincado desde 1862 en Buenos Aires, primero en el recinto de la Legislatura Provincial, y luego en sus sedes de la Plaza de Mayo y a partir de 1906, en laa avenida Entre Ríos.
Del Cabildo Abierto del 2 de mayo de 1810 a la Asamblea de 1813
No sería justo iniciar esta reseña acerca de nuestros congresos sin hacer mención del primero de ellos, el que se celebró en el edificio del Cabildo el 22 de mayo de 1810, y determinó nuestro nacimiento como país soberano. Llamado, indistintamente, “Cabildo abierto” o Congreso general”, reunió a 251 vecinos, quienes sancionaron la cesantía del virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros (por 164 votos contra 61 y 26 abstenciones) y la formación de una Junta de Gobierno, que bien lo sabemos, asumió el 25 de mayo bajo la presidencia de Cornelio Saavedra.
Sin embargo, el primero de los que llamaríamos Congresos formales fue la Asamblea General Constituyente de las Provincias Unidas del Río de la Plata, que sesionó en Buenos Aires desde el 31 de enero de 1813 hasta el 14 de marzo de 1815, en dependencia del Consulado de Comercio, que se alzaba en la actual calle San Martín y Bartolomé Mitre, donde se encuentra desde 1869 el Banco Provincia de Buenos Aires, y en el que funcionaron la Junta Conservadora (desde el 23 de setiembre al 7 de noviembre de 1811), la Asamblea General Provisional ( entre el 4 y el 6 de abril de 1812) y la Asamblea General (desde el 6 hasta el 8 de octubre de 1812), fugaces embriones de Poder Legislativo.
En el mismo lugar sesionó luego el Congreso General Constituyente de 1816 al abandonar su sede de Tucumán a principios de 1817.
La Casa de Tucumán
La Asamblea del año XIII no declaró la Independencia ni elaboró la Constitución, los dos grandes objetivos para los que fuera convocada, aunque sus leyes y resoluciones, de trascendental contenido, prepararon el camino de la emancipación.
Tan formidable y decisiva empresa fue realizada por el Congreso General Constituyente inaugurando en Tucumán el 24 de marzo de 1816, en la casona de frontis de estilo barroco español, ancho portalón de pilastras y columnas salomónicas cedida por doña Francisca Bazán de Laguna. A los tres meses y medio, el 9 de julio, los diputados sancionaron la Independencia de las Provincias Unidas, el año siguiente, como ya se ha dicho, pasaron a deliberar en el edificio del Consulado, en Buenos Aires (desde el 12 de mayo de 1817 hasta el 11 de febrero de 1820, y el 22 de abril de 1819, dictaron la primera Constitución Nacional, que no alcanzó a ser ejercida, ante el rechazo de algunas provincias de línea federal, que la consideraron decididamente “unitaria”.
La Casa de Tucumán fue adquirida por el Estado Nacional en 1874, en cumplimiento de una Ley sancionada cinco años antes, y se la declaró Monumento Nacional en 1941.
Elección y juramento del primer Presidente
El tercero de nuestros Congresos es el General Constituyente de 1824, instalado el 16 de diciembre de 1824 en el edificio de la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires, que erigiera a partir del 1821 el ingeniero y arquitecto francés Próspero Catelin, sobre el modelo de la Cámara de Senadores de París.
El recinto, levantado en la “Manzana de las Luces”, al 200 de la calle Perú y con entrada por Moreno, había sido inaugurado el 30 de abril de 1822, y allí sesionarían los legisladores bonaerenses durante más de setenta años.
Además de ratificar la Independencia y hacer la guerra frente a Brasil, el Congreso General Constituyente creó el Banco Nacional de las Provincias Unidas y a pesar de no haber sancionado aún la Constitución, funda el Poder Ejecutivo Nacional el 6 de febrero de 1826, eligiendo para esas funciones a Bernardino Rivadavia, a quien inviste el 8 con el título de “Presidente de la República de las Provincias Unidas del Río de la Plata”.
Rivadavia y el Congreso nacionalizan la ciudad de Buenos Aires más una vasta zona aledaña que va desde San Fernando, al Norte, hasta Ensenada, al Sur y el 24 de diciembre de 1826 sancionan la Constitución Nacional, que rechazan las provincias. En junio de 1827 renunció Rivadavia y el Congreso se disuelve el 18 de agosto.
La Constitución definitiva
La desaparición de los poderes nacionales (el Congreso y la Presidencia en el invierno de 1827), habría de mantenerse durante cuarto de siglo. Fallidos resultaron luego los intentos de la Convención Nacional que sesionó entre el 31 de julio de 1828 hasta el 14 de octubre de1829 y de la Comisión Representativa (15 de febrero de 1831 al 13 de julio de 1832), que deliberaron en la ciudad de Santa Fe.
Pero caído Rosas, el Acuerdo de San Nicolás firmado el 31 de mayo de 1852, dispone la celebración de un Congreso General Constituyente y otorga a Urquiza el mando interino de la Nación con el título de Director Provisorio . Esta Cuarta asamblea, abre sus sesiones el 20 de noviembre de 1852, en los altos del Cabildo de Santa Fe, que entonces carecía de la torre y sin la presencia de Buenos Aires, sanciona la Constitución Nacional el 30 de abril de 1853 que fue firmada por sus declarantes el 1° de mayo y promulgada por Urquiza el 25 del mismo mes, estableciendo que se jurara el 9 de julio.
No terminan aquí las labores del Congreso: legisla sobre la Capital (en Buenos Aires), la Municipalidad de ese distrito y las aduanas, aprueba el Estatuto de la Hacienda y Crédito Público, escruta las elecciones de Presidente y Vice, proclamando a Urquiza y eligiendo a del Carril para que lo acompañe como Vicepresidente, e inviste a los dos mandatarios el 5 de marzo de 1854, antes de disolverse, el 7 de ese mes de marzo. Las dos primeras reformas constitucionales, se harán luego también en ese mismo recinto, en 1860 y 1866.
El Poder Legislativo inicia su trayectoria
El Presidente Urquiza había citado a las Cámaras de Diputados y Senadores para el 9 de julio de 1854, pero la falta de quórum obligó a esperar hasta el 2 de octubre, entonces quedó instalado el primer Congreso Legislativo de la Nación, formada en ese momento por trece provincias (Buenos Aires, se había separado de la República a fines de 1852, tras desechar el Acuerdo de San Nicolás), estableciendo a la ciudad de Paraná, como Capital de la Confederación.
Esa reunión y varias siguientes, fueron celebradas en la Iglesia Matriz de Paraná, que se levantaba en el mismo solar ahora ocupado por la Catedral, pues el único recinto de debates, el de la Cámara de Diputados, no tenía espacio suficiente.
Ese edificio, demolido hace unas décadas, lindero con la Casa de Gobierno, se alzaba en la calle Representantes (hoy Corrientes), a unos metros de la Plaza 1° de Mayo y la Iglesia Matriz. Durante casi cinco años, los Senadores compartieron el recinto con los Diputados, alternándose para sesionar, molestias que, según veremos, volverán a repetirse cuando los legisladores nacionales se afinquen en Buenos Aires, a mediados de 1862. La última sesión de la Cámara de Diputados en Paraná tuvo lugar el 29 de setiembre de 1861.
El Senado de Paraná, que costó 15.000 pesos. En 1858, para que el Senado de la Confederación Argentina tuviese recinto propio, se destinaron 15.000 pesos fuertes (unas 900 onzas de oro). Los planos y la dirección de la obra fueron encargados al señor Santiago M. Danuzio, quien construyó un sobrio y amplio edificio en la calle Pronunciamiento (hoy, Monte Caseros) y Urquiza, vecino de la Iglesia Matriz y, como ella, asomado a la Plaza 1° de Mayo.
El local se inauguró con la Asamblea Legislativa del 15 de mayo de 1859 y desde entonces, las reuniones conjuntas de ambas salas –que se celebraron en la Iglesia Matriz entre 1854 y 1858, salvo dos oportunidades en que se utilizó el salón de la Casa de Gobierno- pasaron a realizarse en el recinto senatorial, donde juró el segundo Presidente de la Confederación, Santiago Derqui, el 5 de marzo de 1860.
En 1861 se renovaron las hostilidades entre Paraná y Buenos Aires, que se había incorporado al resto de las provincias, luego de triunfar en Pavón, el 17 de setiembre y poco después renunció Derqui a la presidencia y fue reemplazado por el Vicepresidente Pedernera. El 12 de diciembre, a diez semanas de la reunión de clausura del período legislativo ordinario, realizada en el Senado el 30 de setiembre, la insoportable situación obligó al mandatario a declarar el receso de los poderes federales. Este edificio, que fue cedido al Colegio de Nuestra Señora del Huerto, aún sigue en pie.
Cuatro cámaras para un solo recinto
A pesar de todos estos inconvenientes, felizmente pudo salvarse la Organización Nacional. Las provincias encargaron las responsabilidades del Poder Ejecutivo a BARTOLOMÉ MITRE, que era gobernador de Buenos Aires un nuevo Congreso, se instaló en la ciudad porteña de 25 de mayo de 1862,en el edificio de la Legislatura Bonaerense y ahí, Mitre se recibió de la Presidencia de la Nación, el 12 de octubre de 1862.
Las dos Cámaras provinciales y las dos federales debieron turnarse durante un año y medio para hacer uso de esas instalaciones, pero ya el 18 de octubre de 1862, el Congreso sancionó la Ley 31, autorizando al Ejecutivo a invertir hasta 50.000 pesos (unas 3.000 onzas de oro) para levantar un edificio destinado al Poder Legislativo.
Así, en 1864, La legislatura de Buenos Aires quedaba otra vez dueña de sus instalaciones, donde, bueno es recordarlo, actuaron el Congreso Constituyente Provincial de 1854, la Convención de 1860 (que propuso las reformas a la Constitución de 1853) y la Convención Provincial de 1870-73. En abril de 1883, la Legislatura Bonaerense pasó a funcionar en la ciudad de La Plata que era la nueva capital de la provincia.
El edificio de Perú al 200 fue ocupado por el Concejo Deliberante entre 1894 y 1931 (izquierda), más tarde, y hasta 1972, el recinto de sesiones sirvió de Aula Magna de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo. Luego, en 1980, comenzó la restauración y modernización de la antigua sala, y se la inauguró en 1981.
El Congreso de la calle Victoria (o de la Plaza de Mayo) (1864-1905)
La Ley 31, de 1862, como se ha dicho, había autorizado a invertir 50.000 pesos fuertes en la construcción de la sede del Poder Legislativo Nacional. Elegido el terreno, un solar en ochava, ubicado en la antigua calle Victoria (hoy Hipólito Yrigoyen), entre Defensa y Balcarce, mirando al entonces Fuerte y luego a la Casa Rosada, en la histórica Plaza de Mayo, junto con el Cabildo y la Catedral, donde anteriormente, había funcionado un mercado o carnicería y después, un cuartel de los Patricios.
Se le encargó la confección de los planos y la dirección de la obra al arquitecto cordobés JONÁS LARGUIA, que se desempeñaba como Prosecretario de la Cámara de Diputados, y que, becado por el gobierno argentino, había estudiado arquitectura en París. Con marcada influencia italiana, fue uno de los primeros edificios construidos con un fin específico: albergar al Poder Legislativo de la Nación. Hoy, en ese lugar, está la Academia de la Historia, celosa guardiana del antiguo Congreso Nacional, que funcionó desde 1866 hasta 1905.
Los trabajos comenzaron hacia 1863 y el edificio, parte del cual se desplomó antes de ser terminado, se habilitó provisoriamente en abril de 1864 para que se realizaran allí las primeras sesiones del Senado que fueron presididas por el vicepresidente de la Nación, el doctor MARCOS PAZ. Poco después, el 12 de mayo del mismo año, en ocasión de la Asamblea inaugural del período ordinario de sesiones, el Presidente BARTOLOMÉ MITRE dio su mensaje a la Legislatura.
El nuevo Congreso, finalmente se inauguró en forma oficial en 1866. De sencilla factura, costó más de lo previsto: exactamente 64.197,64 pesos fuertes, casi 4.000 onzas de oro, de los cuales 13.109,30 fueron insumidos por el mobiliario y la decoración interior. Aún se ignora por qué (al menos, no se han hallado documentos esclarecedores), el arquitecto Larguía dispuso un solo recinto de sesiones, para ambas Cámaras y como las bancas carecían de pupitre, es probable que ello se deba a las estrecheces económicas que padecía el Estado Nacional en aquellos tiempos.
Por eso, hasta 1895, cuando se inauguró la Sala del Senado, levantada en una casa lindera de la calle Balcarce, los legisladores tenían que alterarse en el uso del recinto, como en Paraná en 1854-58 y en Buenos Aires durante 1862 y 1863, lo que provocaba, como es de suponer, un eterno engorro. A veces, urgidos por las circunstancias, los senadores realizaban sus sesiones en el Salón de Lectura.
Los tres arcos de la entrada albergaban otras tantas verjas de hierro de dos hojas cada una, artísticamente caladas. Al entrar por Balcarce 139 una placa de bronce dice: «En esta casa nació, para gloria de los argentinos, el brigadier general ANTONIO GONZÁLEZ BALCARCE» (1). Los portales de rejas —verdadera joya artesanal— libraban el acceso a la Sala de Sesiones, tras pasar el hall. Las butacas —sin pupitre— y las galerías para “la barra», que ocupaba dos pisos, eran presididas por el retrato de VALENTÍN ALSINA, obra del pintor J. MANZONI.
En ese ámbito, resonaron las voces de oradores parlamentarios de las más diversas extracciones: antiguos unitarios y federales, nacionalistas liberales o mitristas, alsinistas, irigoyenistas (de Bernardo), roquistas, autonomistas, católicos, cívicos, desde el 13 de marzo de 1904 el socialista: ALFREDO LORENZO RAMÓN PALACIOS que se sumó así a otros notorios legisladores que hemos tenido, tales como Sarmiento. Vélez Sársfíeld, Quintana, Avellaneda. Roca. Uriburu.
En el Congreso de la calle Victoria sesionó la Convención Constituyente de 1898 y fue escenario de grandes debates, como el que suscitara un proyecto de Ley de Divorcio en 1902. En ese mismo recinto, más tarde, prestaron juramento siete presidentes y vicepresidentes y se aceptaron las renuncias de dos presidentes y otros tantos vicepresidentes y diez Presidentes desfilaron por sus estrados: Mitre, bajo cuyo gobierno fuera habilitada esta sede, Sarmiento, Avellaneda, Roca, Juárez, Celman, Pellegrini, Luis Sáenz peña, Uriburu, Quintana y Figueroa Alcorta
El Senado celebró en esa sede su última sesión el 12 diciembre de 1905 y la Cámara de Diputados lo hizo el 14, bajo la presidencia de ANGEL SASTRE. Cinco meses después, el 10 de mayo de 1906, el Presidente FIGUEROA ALCORTA inauguró el actual Palacio Legislativo de la avenida Entre Ríos, quedando las instalaciones del antiguo Congreso, a disposición del Archivo Genera de la Nación, organismo que funcionó allí hasta 1945
El edificio de la calle Victoria fue parcialmente demolido para construir el Banco Hipotecario Nacional (hoy, Ministerio de Acción Social), quedando en pie, dentro de él, los tres arcos, el frontón, el hall y el recinto de deliberaciones, restablecido con la mayor fidelidad posible. Fue declarado “Monumento Histórico Nacional, desde el 21 de mayo de 1942 y en 1971 entregado en custodia a la Academia Nacional de la Historia.
Pero, el Congreso de la calle Victoria, no fue única sede del Poder Legislativo Nacional entre 1864 y 1905. Durante casi cuatro meses de 1880, sus dos salas funcionaron en Belgrano, un partido autónomo al cual el Presidente Avellaneda, el 4 de junio de 1880, tras abandonar la ciudad de Buenos Aires amenazando por la rebelión del gobernador de la provincia de Buenos Aires, Carlos Tejedor, designó centro de los poderes del Estado.
El Senado, desde el 8, y la Cámara de Diputados desde el 4 de julio, deliberaron en el edificio de la Municipalidad de Belgrano (hoy, Museo Sarmiento). Sofocado el alzamiento en rudos combates, el Congreso sancionó el 20 de setiembre la Ley 1029, federalizando la ciudad de Buenos Aires, a la que retornaron, un día más tarde Avellaneda, sus ministros y los legisladores (la Corte Suprema no se instaló en Belgrano).
(1). Acotamos que la casa solariega de la famila Balcarce fue construida en 1760 y estaba exactamente al lado y el río de la Plata, llegaba hasta las barrancas cercanas
Un cuarto de siglo y unas cuantas leyes
Más de catorce años demandó el proceso legislativo y técnico destinado a dotar de un nuevo edificio a las Cámaras Legislativas y más de ocho duraron las obras. Es una historia que comienza el 17 de octubre de 1883, al aprobar el Congreso la ley 1349, cuyas disposiciones encargan al Ejecutivo de la realización de los planos y presupuestos para levantar una sede.
Nada se hace, sin embargo, durante cuatro años y el 21 de octubre de 1887, la Ley 2204 establece que el Ejecutivo deberá llamar a concurso, dentro y fuera del país, para la elección de un proyecto arquitectónico, señalándose que el futuro edificio ha de costar no más de 6 millones de pesos oro y deberá ser emplazado en las dos manzanas limitadas por calles Charcas (hoy, Marcelo T. De Alvear), Paraguay, Riobamba y Rodríguez Peña.
El 1° de julio de 1889, el Presidente Juárez Celman advierte al Congreso que, mientras el extremo oriental de la avenida de Mayo (cuya construcción había comenzado en 1888), quedará cerrado por la Casa de Gobierno y el extremo occidental se verá despojado “de todo monumento”, por lo que propone que el nuevo edificio del Poder Legislativo se levante en la manzana de Rivadavia-Vitoria (hoy Hipólito Yrigoyen)- Combate de los Pozos – Entre Ríos.
El actual Congreso Nacional
El 12 de mayo de 1906 una fecha memorable. En esa fecha, el Ejecutivo le compró en forma condicional a JUAN ESTEBAN y DAVID SPINETTO, la manzana donde había un viejo aserradero, y solicita al Congreso que apruebe el proyecto y la obra, señalándole que los fondos saldrán de la venta del terreno anteriormente fijado. Las Cámaras admiten esta proposición el 5 de julio de 1889, por ley 2461.
Más de un lustro corre hasta el paso siguiente: la Ley 3.187, del 20 de noviembre de 1894, que autoriza al Ejecutivo a invertir en las obras hasta 6 millones de pesos moneda nacional, reduciendo así a menos de la mitad el desembolso previsto en 1887. Pero sólo será en 1895 y después de formarse una Comisión especial designada para llevar adelante el demorado proceso de la nueva sede, el Ejecutivo convoca a un concurso de proyectos y es elegido el de VÍCTOR MEANO, un arquitecto italiano llegado al país en 1884.
El contrato con Meano para la dirección de la obra es suscrito el 31 de julio de 1896 y el que se firma con la empresa constructora: Pablo Besana y Cía., data de un año más tarde, y es por un total de 5.776.545 pesos moneda nacional (cada peso vale 44 centavos de oro sellado).
La obra comienza a principios de 1898, pero Meano no será quien la termine: es asesinado en julio de 1904. Por fin, la sede del Congreso es inaugurada provisoriamente el 12 de mayo de 1906, al abrirse el período ordinario de sesiones de ese año, durante la presidencia del doctor Figueroa Alcorta. Sin embargo, las obras del Congreso sólo quedaron totalmente concluidas recién en 1946, cuando se dispuso revestir la pared exterior de la rotonda de la Cámara de Diputados, sobre la calle Combate de los Pozos.
El edificio del Congreso Nacional (imagen)l ocupa una superficie de 9.000 metros cuadrados, aparte de los amplios espacios destinados a circulación – vestíbulos, galerías- y los locales de recepción – ambas cámaras, salones, la biblioteca revestida de nogal italiano, comedores y anexos -, cuenta con 7.000 metros cuadrados de oficinas y más de 430 metros cuadrados de patios, pasando de 1.100 el número de aberturas, entre puertas y ventanas. Comprende el palacio un subsuelo, una planta baja y tres pisos superiores.
El recinto de sesiones de la Cámara de Diputados, un impresionante «hemiciclo» ubicado en el primer piso, sobre la calle Combate de los Pozos, es de forma semicircular y tiene 26 metros de diámetro. Contiguo a él, a modo de antesala, se encuentra el “Salón de los Pasos Perdidos”, un magnífico recinto revestido en madera y lujosamente amoblado.
Un gran cuadro de JUAN MANUEL BLANES domina el lugar y recuerda la agresión sufrida por el presidente JULIO A. ROCA el 10 de mayo de 1886, cuando lo atacó IGNACIO MONGES. Allí se ve a ROCA con un vendaje en la cabeza, mientras, luego del atentado, ofrecía su mensaje inaugurando las Sesiones Legislativas de ese año.
En cuanto a la Sala del Senado, obviamente más pequeña, se encuentra también en el primer piso, hacia la calle Hipólito Yrigoyen, y tiene igualmente, la forma de hemiciclo. Pinturas y esculturas de gran valor y muchos otros detalles le otorgan un sello que permite ubicar a este edificio como uno de los más lujosos y emblemáticos de la ciudad de Buenos Aires.
Exteriormente, la planta baja constituye un basamento de granito gris sobre el cual se apoya un intercolumnio de orden corintio, que abarca la altura de los dos pisos siguientes, el tercero forma el ático en que remata el edificio. Una amplia escalinata flanqueada por las rampas para automóviles conduce a un peristilo de seis columnas, con frontón triangular, sobre el cual se destacan la cuadriga de bronce, obra del escultor Víctor de Pol y dos victorias aladas con largas trompetas.
La arquitectura de sus fachadas, la principal, sobre avenida Entre Ríos, es de estilo grecorromano, la composición de sus masas, la elegante silueta que se destaca sobre el cielo con su monumental cúpula metálica de 90 metros de altura y la riqueza de los revestimientos de mármol blanco que cubren los frentes, dan al edificio una belleza singularísima.
Recién en 1946 se terminará de revestir la rotonda de la Cámara de Diputados, contrafrente sobre la calle Pozos. Oportunamente, parte de las manzanas que rodean el edificio han sido declaradas de «interés público», por lo que hoy existen dependencias parlamentarias que enmarcan la dignidad del mismo. En los dos basamentos existentes a los costados de la entrada, lucieron en otros tiempos sendas obras de Lola Mora.
Después del Palacio, la plaza y el monumento
La visión del palacio y su magnificencia se ven realzadas por la Plaza del Congreso, una de las más atrayentes de Buenos Aires, cuya apertura fue dispuesta por medio de la Ley 6286 del 8 de febrero de 1909, que mandó trazarla desde Entre Ríos, donde terminaba la avenida de Mayo, hasta la Plaza de Lorea, con límites en Rivadavia y Victoria (hoy, Hipólito Yrigoyen) y emplazar en ella un monumento a la Asamblea del Año XIII y otro al Congreso de 1816. La plaza fue inaugurada en 1910, para las celebración del Centenario y los dos monumentos que se refundieron en uno solo, son obra del escultor Julio Lagae y del arquitecto Eugenio Duicque.
Esta nota ha sido realizada recurriendo a viejas publicaciones periodísticas de la época, a una nota firmada por el Señor Roberto Etchegaray, ignoramos en qué medio y a apuntes personales del Periodista Pablo Solari Parraviccini
Hola la cuadriga del Congreso no es toda hecha por Víctor de Pol. Mi bisabuelo Juan (Giovanni) Bertini fue quien hizo los caballos tal como lo data el diario La Prensa de aquella época. Artistas olvidados… Gracias
Laura: Gracias por acercarnos una información que no teníamos y un homenaje a su abuelo por el maravillosos trabajo que realizara en esa obra.