EL BARRIO LAS LATAS EN BUENOS AIRES (1860)

En 1860, el gobierno municipal abocado a la búsqueda de una solución para la recolección y tratamiento final de la enorme cantidad de basura que se generaba en la ciudad, luego del fracaso de las soluciones aplicadas hasta ese entonces, decidió emplear el sistema de incineración a cielo abierto de esos desperdicios.

El lugar para ello, debía estar en algún sector despoblado y apartado de la ciudad, para depositar allí los desechos que se producían en el municipio y después quemarlos, por lo que se decidió habilitar un gran terreno ubicado en los suburbios, hacia el suroeste.

Las tierras elegidas eran de muy bajas cotas de nivel y escaso valor comercial, razones fundamentales que decidieron su elección. Ocupaban una extensa zona, en esos años propiedad de José Gregorio Lezama y de los herederos de Simón Pereira, que podríamos delimitar entre el antiguo camino conocido sucesivamente como «de las cina-cinas» (hoy Amancio Alcorta), «al Paso de Burgos» y «al Puente Alsina», las estribaciones de los «Altos de la Convalecencia» (inmediaciones de la Av. Vélez Sarsfield), el Riachuelo y el límite del municipio en aquellos años (actual Av. Sáenz), aproximadamente.

Y así nació, a fines de 1860, la “Quema de Parque Patricios, un lugar que hoy está ubicado en jurisdicción de los barrios de Parque de los Patricios y Nueva Pompeya, donde comenzaron a ser depositados y luego quemados “a cielo abierto”, los desperdicios de la ciudad (ver Las «Quemas» en Buenos Aires).

La enorme riqueza de la basura porteña, constituida por principalmente por metales, botellas, vidrios, huesos, trapos, cartón, papel, etc., cuya venta o industrialización era factible, rindió enormes ganancias a los concesionarios que se sucedieron en el tiempo, para hacerse cargo de este servicio y en un sector de este campo, se establecieron numerosas familias e individuos que hallaron en el basural el modo de ganarse la vida y así nació el “Barrio Las Latas”.

Era éste, un asentamiento habitado por un numeroso grupo de marginados establecidos en las parroquias de Santa Lucía y San Cristóbal, en la ciudad de Buenos Aires, durante los últimos veinticinco años del siglo XIX y los primeros veinte del siglo siguiente

Dice al respecto el arquitecto Luis J. Martín “el antiguo “Pueblo de las Ranas”, que algunos llaman –entendemos que inadecuadamente- “Barrio de las Ranas”, pues no llegó a conformar un barrio, sino una aglomeración de habitaciones precarias, que también se conoció como el “Barrio de las latas”, porque las casas se hacían con latas de kerosene enteras, abandonadas, vacías y luego rellenadas con barro, que al secarse, les daba consistencia de grandes bloques, apreciablemente pesados, los que, superpuestos sin cemento, al uso incaico, llegaban a conformar anchos muros”.

El otro nombre con el que se lo conoce, “Pueblo de las Ranas”, algunos autores lo justifican en la gran cantidad de esos batracios que había en esos bajíos y otros, como el mismo arquitecto Martín, que si bien reconocen que el término es un eufemismo que resulta acertado, lo de “ranas”, se refería a que ese asentamiento era un pueblo dentro del ejido de la ciudad, pero separado de la misma, por su forma de vida, carente de nomenclatura, con “autoridades” propias ignoradas por las oficiales y totalmente fuera de las preocupaciones del gobierno municipal”.

Viajeros que en la época recorrieron Buenos Aires dejaron constancia de barrios que identificaban como “La Quema”, ubicados al sur del actual Parque Patricios, habitados por pobladores que deambulaban por los basurales en busca de alimentos. Allí, donde la ciudad se volvía baldío y comenzaban los bañados del Riachuelo (ver La basura, un problema más para el Buenos Aires de antaño).

Fuentes. “El Pueblo de las Ranas”. León Benarós; Cuaderno Nº 5, Editado por el Ateneo de Estudios Históricos del Parque de los Patricios, Buenos Aires, 1973; Revista “Todo es Historia”, Año 11, Nº 126, Buenos Aires, Noviembre de 1977; Hemeroteca personal.

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