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COMBATE DE LOS PESCADORES (27/11/1820)
En la playa de los Pescadores, en Chancay, fuerzas del Ejército Libertador del Perú se baten con los realistas en un combate que tuvo como protagonista al teniente PASCUAL PRINGLES, un indomable soldado argentino, que prefirió morir ahogado, antes de caer en manos de sus enemigos.
Un excepcional episodio de la guerra por la Independencia del Perú tuvo lugar cuando SAN MARTÍN llegó al Perú al mando de su Ejército Libertador.
Una avanzada de sus fuerzas se comunicó con el Regimiento de Numancia, integrado por americanos que deseaban desertar para unirse a las fuerzas patriotas.
San Martín envió al coronel RUDECINDO ALVARADO con 700 hombres, para que protegiese la marcha de esa unidad. Alvarado avanzó por el camino de la costa y al llegar al Huachi, envió al teniente JUAN PASCUAL PRINGLES, junto con 25 granaderos, a contactarse con oficiales del batallón Numancia.
Durante su marcha el grupo fue sorprendido por una unidad realista compuesta por tres escuadrones de caballería al mando del coronel GERÓNIMO VALDÉS.
La diferencia de fuerzas era insuperable y después de una heroica resistencia, los pocos patriotas sobrevivientes se replegaron sobre la costa de las playas de Chancay bañadas por el Pacífico.
Al llegar a una playa llamada De los Pescadores, Pringles, viéndose perdido y con las dos terceras partes de sus soldados muertos y el resto con sus caballos cansados, antes que rendirse al enemigo, se arrojó resuelto a perecer en el mar. Sus soldados, siguiendo a su jefe, espolearon a sus cabalgaduras y también lo hicieron con él.
El coronel Valdés, impresionado por esa demostración de coraje, ofreció una rendición honrosa a los patriotas, cuando ya las olas casi cubrían a los caballos. El grupo fue enviado a la prisión del Callao donde permaneció poco tiempo hasta que consiguió la libertad, gracias a un posterior canje de prisioneros.
Poco después, el general SAN MARTÍN otorgó una condecoración a Pringles con la leyenda «Gloria a los vencidos en Chancay» y los españoles, admiradores del extraordinario valor de sus enemigos, mandaron acuñar cinco medallas con las leyendas: «La Patria a los vencidos en Los Pescadores».
A pesar de que la acción fue una derrota, los combatientes fueron premiados con medallas al valor. La sublevación del batallón de Numancia se vio retrasada algunos días, pero en diciembre del mismo año, sus 650 hombres se incorporaron provisoriamente al ejército de San Martín (ver San Martín y la Independencia de Perú).
Un nuevo aniversario de mi querida Coronel Pringles… por ende, una nueva aneda más para compartir, de la vida del ilustre Coronel a quien al fundar nuestra ciudad, el doctor Cabrera homenajeó con su nombre…
El general Rudencio Alvarado desprendió durante la campaña libertadora del Perú, un grupo de reconocimiento de veinticinco granaderos a caballo al mando del Capitán Juan P. Pringles … en el marco de esta misión los patriotas fueron atacados por tres escuadrones realistas al mando del Coronel Valdés.
Al respecto, en algún intercambio epistolar desarrollado entre Alvarado y Ángel J. Carranza, el primero de los nombrados expone:
«El enemigo tuvo conocimiento del desembarco patriota y desde luego trató de cerrarle el camino con dos escuadrones… en efecto, Pringles se topó con un escuadrón al frente y otro en la retaguardia.
Para el que no fuera Pringles, quizá hubiera vacilado y vuelto grupas buscando su salvación; pero Pringles, cuyo valor hasta ahora no creo que haya sido excedido por nadie, se arrojo denodadamente sobre el escuadrón que tenia al frente y paso por encima de él teniendo algunos soldados muertos y muchos heridos, en cuya crítica situacion, fue acometido por el escuadron que estaba de refresco … de modo que ya no le fue posible conservar su pequeña tropa reunida porque no le quedaba un hombre que si no había caido, no se encontrase herido de más o menos gravedad, incluso el mismo Pringles.
-entonces, me decía Pringles- me vi tan acosado por soldados enemigos y sobre todo por un oficial a quien yo había herido, que no me quedo más remedio que echarme al agua, y allí pude con los pocos soldados que me quedaban, hacerles comprender que me entregaba prisionero, como sucedió; pues si hubiera preferido ahogarme, tenía por delante todo el Pacífico para conseguirlo.
Enseguida fui presentado con mis compañeros al jefe enemigo (Valdés) que me rodeo de toda clase de consideraciones y atenciones, permaneciendo en campo enemigo hasta ser canjeado.
El coronel pringles unia a un valor extraordinario y reflexivo, una modestia de la que hay raros ejemplos. Asi es, que rehusaba con obstinación el hablar de su persona, sólo con mucha insistencia de mi parte pude conseguir que una noche me refiriese durante la marcha, por vía de distracción, el suceso de pescadores, que dejo consignado aquí y que según mis recuerdos salió de sus labios…»
(Testimonio del General Rudencio Alvarado en carta dirigida a Ángel Carranza desde Río de Janeiro con fecha 27 de octubre de 1869. En «Apoteosis de Pringles»)