CABILDO ABIERTO DEL 22 DE MAYO DE 1810. LA VOTACIÓN

Luego de un largo debate producido durante el Cabildo Abierto del 22 de mayo de 1810, se procedió a la votación de una moción concreta.

El cambio de ideas había provocado una gran ansiedad en los cabildantes por lo que se decidió dar por finalizado el debate y poner a consideración de los presentes una moción concreta que debía resolver si había cesado la autoridad del virrey y, en tal caso, quién debía reemplazarlo.

Puesta la misma en discusión, los presentes, comenzando por el comandante español PASCUAL RUIZ HUIDOBRO, que expone su opinión, el resto de los cabildantes, comienza a votar de viva voz o por escrito de acuerdo al orden sucesivo de asientos, mientras el escribano transcribía los votos en el acta.

En seguida se puso en evidencia la gran diferencia de opiniones que existía acerca de esta cuestión. El obispo LUÉ, intransigente en sus ideas, dio su voto rotundo a favor de la continuación del virrey en el mando, siendo apoyado con los votos, del Oidor MANUEL VELAZCO y del Regente de la Audiencia.

El comandante RUIZ HUIDOBRO, jefe de la Escuadra, dio su voto por la cesación inmediata de CISNEROS y su reemplazo por el Cabildo, actitud que también tomaron muchos de los patriotas presentes, entre ellos  JUAN JOSÉ VIAMONTE, FELICIANO ANTONIO CHICLANA, NICOLÁS RODRÍGUEZ PEÑA, MANUEL BELGRANO, JUAN JOSÉ PASO.

La oposición de los españoles, pretendiendo revertir la situación y tras un encendido discurso, el Oidor JOSÉ DE REYES, votó a favor de la continuidad del virrey, asociado con el Alcalde de primer voto y el Síndico procurador.

El coronel CORNELIO SAAVEDRA, tomó entonces la palabra y haciéndose eco del deseo de independencia de la mayoría de los asistentes a ese Congreso,  votó por la cesación del virrey y la delegación interina del mando en el Cabildo hasta la formación de una Junta que lo ejerciera en base a la participación popular expresando. «No queda duda de que el pueblo es el que confiere la autoridad o mando»

La reunión se había prolongado en exceso debido a la lentitud del procedimiento utilizado para la votación y a que la mayoría de los votos fueron precedidos por largos discursos y consideraciones,  por lo que se dejó para el día siguiente la verificación del escrutinio. En el acta consta que debió levantarse la sesión «por ser ya pasada la hora de las doce de la noche y no ser posible de continuar el trabajo después del incesante que se ha tenido en todo el día».

La Asamblea realizada en Buenos Aires el 22 de mayo de 1810 se diferencia fundamentalmente de los típicos Cabildos Abiertos, pues surgió y fue impuesta por el curso de los acontecimientos, contra el parecer de los regidores y aun del propio virrey.

Ya no fue un simple y cordial cambio de opiniones entre las autoridades españolas y unos pocos vecinos, sino la expresión inicial de un verdadero movimiento revolucionario, que mediante el ejercicio de una libre votación, había puesto en marcha la decisión de un pueblo que había elegido ser libre y soberano (ver Cabildo Abierto del 22 de Mayo).

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