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BUENOS AIRES. SU PRIMERA FUNDACIÓN ES UN MITO? (1536)
Comencemos diciendo, que ha surgido una controversia inesperada en torno a la que se conoce como «la primera fundación de Buenos Aires».
Porque parece ser que la ciudad de Buenos Aires no tuvo que ser fundada dos veces para que pudiera existir hasta hoy, como se asegura en casi todos los textos que tratan el tema.
La que se dice que fue la primera vez, fue en realidad un asentamiento con un muy precario fuerte, establecido por PEDRO DE MENDOZA, el 2 (o quizás el 3) de febrero de 1536, sin cumplir las formalidades que implicarían la «fundación» de una ciudad y cuya función, según algunos historiadores, no era la de convertirse en ciudad, sino que fue instalado por motivos estratégicos, para ser utilizado en la defensa de la zona (ver Primera fundación de Buenos Aires).
“Lo que fundó MENDOZA no fue una ciudad, sino un “Real”, que era como se llamaba entonces a los asentamientos (las crónicas de la época lo llamaron “Real Asentamiento Santa María del Buen Ayre” (“Historia Cronológica de la Ciudad de Buenos Aires”).
Lo que fundó MENDOZA no era una ciudad y debe hablarse claro. MENDOZA no tenía atribuciones para fundar «ciudades», que eso, en el derecho español, era algo muy serio. Exigen un cuerpo de vecinos libres, un milicia autónoma, un Cabildo donde los alcaldes distribuyen justicia y los regidores administran el «común».
Exigen una fecha precisa de fundación, un acta fundacional , una ceremonia solemne junto al rollo de la justicia. Nada de eso hubo en «Santa María del Buen Ayre».
Nadie reparó en la fecha de su «fundación» (se discute si fue el 2, el 3, el 4 o el 5 de febrero). Se omitió la ceremonia, no se levantó acta, no se repartieron solares, ni tierras, ni indios» (José María Rosa, «Historia Argentina», Ed. Juan C. Granda. Buenos Aires, 1965.
Ese asentamiento, no duró mucho. Descontentos con el mal trato al que eran sometidos por los españoles, los aborígenes sitiaron el lugar. Pronto, el hambre y las enfermedades fueron diezmando su población y finalmente fue asaltado e incendiadas sus instalaciones y cuatro naves que permanecían allí. MENDOZA muy enfermo se embarcó de regreso a España y murió en alta mar.
En 1541, habiendo muerto PEDRO DE MENDOZA, ante la situación desesperante de los pocos sobrevivientes que quedaban en el destruído fuerte, que se habían refugiado en la única nave que había quedado indemne, DOMINGO MARTÍNEZ DE IRALA, sucesor de MENDOZA, dispuso su abandono y el traslado de esos escasos sobrevivientes al fuerte de Asunción, hoy la capital de la República de Paraguay, que había sido fundado el 15 de agosto de 1537 con el objeto de concentrar allí al mayor número de efectivos, convirtiendo a esa ciudad, en el centro neurálgico y administrativo del virreinato del Río de la Plata y dominante centro consolidado de la presencia castellana en la región (1).
Pero treinta y nueve años después, la corona española necesitaba una salida expedita hacia el océano Atlántico para el intenso tráfico marítimo que ya vislumbraba llegar y dispuso repoblar el lugar que ocupara el “Real Asentamiento Santa María del Buen Ayre”, tarea que le fue encomendada a JUAN DE GARAY.
Y esta vez sí, nace nuestra actual ciudad de Buenos Aires. El 11 de junio de 1580, fundada con toda la ceremonia y el protocolo que establecían las ordenanzas de la corona española para fundar una ciudad, en el mismo lugar, o a poca distancia de él, surge una ciudad que fue bautizada con el nombre de “Ciudad de la Santísima Trinidad y Puerto de Santa María del Buen Ayre”, para abrir una puerta a la tierra”, es decir, darle una salida al océano Atlántico a todo el territorio que existía desde Potosí hasta el sur, como dijera Juan de Matienzo, oidor de la Audiencia de Charcas en 1566
En todos los pocos escritos que llegaron hasta nuestros días, se pone especial énfasis en lo precario de las instalaciones levantadas por PEDRO DE MENDOZA. No era su intención, como tampoco lo era de la corona española, fundar allí una ciudad. MENDOZA había llegado en cumplimiento de un plan estratégico integral, que incluía la fundación de un fuerte en ese lugar, para que sirviera de base para la defensa de esa zona y no para convertirse en una ciudad.
“Todas las decisiones tomadas (por Pedro de Mendoza), dan a entender que estaban más relacionadas con una necesidad de resguardar una posición fortificada en una acción militar, de protegerse contra ataques provenientes de aguas afuera y no desde tierra adentro; nadie buscaba buenas tierras de labranza o para hacer un verdadero poblado permanente” (“El asiento de la primera Buenos Aires”, Daniel Schávelzon, 2006).
Resumiendo, podemos decir por lo que se sabe, que las instalaciones realizadas por PEDRO DE MENDOZA se llamaban «Reales» y podrían calificarse más como un puerto defendido por un precario fuerte, que como un establecimiento llamado a perdurar. No se cumplieron con los protocolos establecidos para fundar una ciudad (ver Cómo se fundaba una ciudad en el siglo XVI).
Tenían como único destino, el de vigilancia y seguridad de los territorios aledaños; fueron totalmente precarias y construidas con materiales poco duraderos (ranchos de barro y paja y madera de los montes cercanos), con solamente un foso y un terraplén de tierra perimetrales como defensa, sin Iglesia ni Ayuntamiento, todo lo cual, nos lleva a la conclusión que lo que fundo PEDRO DE MENDOZA no fue el origen de la actual ciudad de Buenos Aires.
Quienes sostienen la teoría de las dos fundaciones de Buenos Aires, deberían hacer lo mismo cuando se habla de Santiago del Estero, ciudad que fue fundada, según se acepta unánimemente el 25 de julio de 1553 y no el 24 de junio de 1550, cuando se fundó el primer asentamiento que fue el precursor de ella.
Porque debemos recordar que antes de fundarse la ciudad de Santiago del Estero, hoy capital de la provincia homónima, por razones de seguridad, salubridad o jurisdicción, se realizaron tres intentos para afianzar un asentamiento en esos territorios, ten ese entonces en disputa entre la Capitanía de Chile, el virreinato del Río de la Plata y el virreinato del Perú y nadie habla de “las cuatro fundaciones de Santiago del Estero”.
La primera vez, fue establecido por JUAN NÚÑEZ DEL PRADO el 24 de junio de 1550 al sur de la actual provincia de Tucumán y se la llamó El Barco: la segunda, fue 1551, cuando se la trasladó a territorios de la actual provincia de Salta, en jurisdicción del virreinato del Perú, también fue llamada El Barco; en 1552 fue trasladada por tercera vez, nuevamente a territorios de la actual provincia de Santiago del Estero y de allí, en 1553, conminados sus pobladores por FRANCISCO DE AGUIRRE, se trasladaron por cuarta vez y esta fue la definitiva, porque, fundada con todos los argumentos fundacionales, protocolos y ceremonias de rigor para la época, el 25 de julio de 1553, quedó establecida con el nombre y en la ubicación que perduró hasta hoy, la ciudad de Santiago del ESTERO (Santiago por coincidir con la festividad de Santiago apóstol y del estero, por hallarse junto a una laguna cercana al río Dulce.
Deberían recordar que el 15 de agosto de 1537, JUAN DE SALAZAR fundó un fuerte que llamó «Casa Fuerte de Nuestra Señora de Asunción” y que en 1541, cuando MARTÍNEZ DE IRALA decidió despoblar Buenos Aires y el real de Buena Esperanza, para fundar una ciudad a su gusto y paladar, en el fuerte fundado por SALAZAR, instaló un Cabildo y procedió a cumplir con todas las ordenanzas de estilo, dejando fundada la actual “ciudad de Nuestra Señora de la Asunción”, sin que hoy se hable de una primera y una segunda fundación de Asunción, ya que aceptan que no hubo dos, y no le reconocen a IRALA el mérito de su posterior fundación (es como si nosotros, aceptando la teoría de la “primera fundación de Buenos Aires”, debamos ignorar la gesta de GARAY, cuya fundación no tuvo precedente alguno).
Y lo mismo ocurrió con las ciudades de Catamarca, San Luis y con infinidad de otros poblamientos y fuertes, que fueron fundaciones previas a las verdaderas ciudades que luego ocuparon esos mismos lugares, pero luego destinadas a serlo, por lo que se siguieron todos los protocolos y normas establecidos por la corona española para la fundación de ciudades.
Recordemos a este respecto, que en junio de 1558, el capitán JUAN PÉREZ DE ZURITA fundó Londres de la Nueva Inglaterra, en el valle de Quinmivil. En 1561 el poblado fue trasladado al valle de Conando y allí tomó el nombre de “Villagra”. En 1607 se le impuso un nuevo nombre y se la llamó “San Juan Bautista de la Ribera”, pero las inundaciones que provocaba el río Famayfil, impusieron que en 1612, se trasladaran nuevamente y esta vez tomó el nombre de “San Juan Bautista de la Paz”.
Este último poblado fue totalmente destruido por los aborígenes comandados por el cacique JUAN CHALIMÍN en 1630 y el 15 de setiembre de 1633, JERÓNIMO LUIS DE CABRERA Y GARAY, en ese mismo lugar, fundó “San Juan Bautista de la Ribera de Pomán”, siendo esta la quinta fundación de la primitiva ciudad de Londres.
Finalmente, como esta nueva ciudad recibía constantes ataques de los nativos, en 1679, los vecinos solicitaron y obtuvieron el traslado hacia el “Valle Viejo”, donde el 5 de julio de 1683, el gobernador tucumano FERNANDO DE MENDOZA Y MATE DE LUNA, fundó en el lugar que hoy ocupa y con el nombre de “San Fernando del Valle de Catamarca”, la actual ciudad de Catamarca.
En definitiva, la actual ciudad de Catamarca tuvo cinco “fundaciones” anteriores, antes de ser realmente fundada en 1683 y nadie habla de las cinco fundaciones de Catamarca.
El 25 de agosto de 1594, LUIS JUFRÉ DE LOAYZA Y MENESES, fundó la ciudad de “San Luis de Loyola Nueva Medina de Rioseco” en tierras conocidas como “El Bajo”, en la actual provincia de San Luis. Dos años después, sus pobladores debieron ser trasladados, debido a que la zona muy próxima al río Desaguadero, se inundaba con frecuencia y entonces, la ciudad fue refundada en el lugar que hoy ocupa. Pero nadie habla de las dos fundaciones de San Luis, hoy así llamada.
El 15 de abril de 1777, el capitán JUAN DE SAN MARTÍN (padre del general SAN MARTÍN), gobernador de Yapeyú y de las «misiones guaraníticas», la estancia «Nuestra Señora de la Concepción de Mandisoví» (o simplemente Estancia Mandisoví) y la Capilla de la Inmaculada Concepción, en proximidades del arroyo Mandisoví grande, lugar donde el 16 de noviembre de 1810, el general MANUEL BELGRANO convierte la «Estancia Mandisoví», en la «Villa Mandisoví».
Y más tarde, ya hacia 1847, el general JUSTO J. DE URQUIZA (todavía ferviente «rosista»), traslada a los habitantes de la «Villa Mandisoví» y la refunda, llamándola por primera vez, «Pueblo de la Federación», en honor a la Santa Federación y hoy nadie se refiere a la «Estancia Mandisoví» o a la «Villa Mandisoví» como la primera fundación de «Federación».
Y así sucedió con gran cantidad de ciudades argentinas, que fueron inicialmente asentamientos, guarniciones y poblados precaria e informalmente instalados, surgidos a través del tiempo, en cumplimiento de planes estratégicos, intentos de colonización o simplemente de conquista territorial. Algunos desaparecieron totalmente y otros, como en el caso de los mencionados, se mudaron de lugar o se afianzaron y en esos mismos lugares que ocupaban, formalmente se fundaron las ciudades que llegaron hasta nuestros días.
Que quede claro entonces, “la fundación de una ciudad” no se concretaba mediante un acto espontáneo y voluntario de interesados en ello, ni era producto de necesidades personales; las ciudades, desde siempre, surgían mediante un acto oficial fundamentado legal y jurídicamente y que debía cumplir con ciertas normas y requisitos.
Quizás haya guiado, a quienes plantaron la idea de la «primera fundación de Buenos Aires», la necesidad de sobrevalorar su importancia, adjudicándole una antigüedad ficticia, que estimaron, podría justificar sus pretensiones hegemónicas
Fuentes. Historia del descubrimiento y conquista de América”. Francisco Morales Padrón, Ed. Gredos, España, 1990; Historia Argentina”, Ediciones Océano, Barcelona, España, 1982; Diccionario Histórico Argentino”. Ione S. Wright y Lisa M. Nekhom. Emecé Editores, Brasil 1994; La Historia en mis documentos”. Graciela Meroni, Ed. Huemul, Buenos Aires, 1969; “Historia Argentina”. José María Rosa, Editorial Oriente S.A., Buenos Aires, 1981; “Historia de la Argentina”. Ernesto Palacio, Ed. Peña Lillo, Buenos Aires, 1868; “El asiento de la primera Buenos Aires. Entre la historia y el mito”. Daniel Schávelzon 2006; Wikipedia; “Fundación de la ciudad de Buenos Aires”. Antonio Romero en las Actas del Congreso Internacional de Americanistas, Madrid 1928; «Las dos fundaciones de Buenos Aires». Enrique Larreta, Ed. Sopena, Buenos Aires, 1952; varias páginas de Google que tratan el tema.