ASESINATO DEL GENERAL ALEJANDRO HEREDIA (12/11/1838)

Brigadier General, Doctor en Derecho de la Universidad de Córdoba, Alejandro Heredia fue uno de los gobernadores federales mas cultos. Conocía literatura clásica, hablaba el latín y fue quien le enseñó los primeros conocimientos del latín a su protegido Juan Bautista Alberdi.

El 14 de enero de l832, fue elegido gobernador en propiedad de Tucumán. Confió al gobernador de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas el manejo de las Relaciones Exteriores y se adhirió al Tratado del Cuadrilátero. Dividido el país en unitarios y federales, tuvo que soportar las amenazas contra su gobierno desde 1835 a 1837. En ese año, Rosas lo ascendió a Brigadier y le confió el comando en Jefe del Ejército Confederado que debía entrar en guerra con la Confederación Peruano-boliviana (ver Heredia, Alejandro).

Fue asesinado el 12 de noviembre de 1838 por adversarios políticos, en Los Lules, distante tres leguas de Tucumán., en circunstancias en que iba en su carruaje acompañado de su hijo, en dirección a su casa de campo “La Arcadia”.

Heredia sorprendido por los asaltantes en el interior del vehículo que lo llevaba, recibió un pistoletazo en la cabeza disparado por GABINO ROBLES. Los asesinos se apoderaron del coche y dejaron en el lugar el cuerpo de Heredia, que aún respiraba, en compañía de su hijo. El cadáver del gobernador permaneció allí dos días, durante los cuales las aves de rapiña lo mutilaron horriblemente.

En investigaciones que se realizaron luego, fueron identificados los integrantes de la partida asesina: se trataba del comandante Gabino Robles, Viente Neirot, Lucio Casas y Gregorio Uriarte, instigados, según lo confesaron por el influyente unitario Marco Avellaneda, uno de los protegidos por HEREDIA (1).

En 1841 AVELLANEDA y el resto de los complotados en el asesinato, fueron llevados a juicio en Metan y de nada le valió a AVELLANEDA los argumentos más inverosímiles con los que trató de eludir el castigo. Este infame, que había prestado los caballos que utilizaron los asesinos, dijo que lo había hecho por generosidad y sin conocer sus propósitos; que se hallaba en el lugar del crimen, por pura casualidad ya que pasaba por allí porque se dirigía a visitar un pariente en Lules y que si bien era cierto que había entrado en Tucumán gritando «ha muerto el tirano» y convocó a la Legislatura para designar el sucesor del asesinado, lo hizo obligado por los asesinos que lo habían amenazado de muerte.

Finalmente fueron declarados culpables y condenados a muerte y AVELLANEDA, como “instigador y principal culpable de la muerte de Heredia” fue colgado y su cabeza exhibida en una pica en la plaza de Tucumán.

Conociendo su vocación por el diálogo y el valor que el general HEREDIA le daba a la palabra por sobre la voz de las armas, JUAN MANUEL DE ROSAS en cierta oportunidad, en una carta que le escribió a ESTANISLAO LÓPEZ el 1° de octubre de 1835 le decía:“…deduzco de toda esta cadena de sucesos que el señor Heredia ha estado y está rodeado de Unitarios que no cesan en asecharlo, que al fin le han de dar el pago con la perfidia y ferocidad que acostumbran , entre tanto que él creía haber hecho, como me dijo en una carta, una fusión de partidos, para darme a entender que lejos de tener que temer, debía esperar mucho de ellos porque no hay quien les quite de la cabeza a algunos de nuestros federales el sistema de cortesías y miramientos indebidos y perjudiciales con que esa clase de hombres hipócritas en sus palabras y modales, mientras no pueden obrar a cara descubierta, y sin ninguna decencia, porque en su corazón son la quintaesencia de la inmoralidad”.(«Vida política de Juan Manuel de Rosas». Julio Irazusta).

(1). Según Víctor Saldías “Historia de la Confederación Argentina”, nunca se confirmó con absoluta certeza la participación del doctor MARCOS AVELLANEDA y LUCAS ZAVALETA como instigadores del asesinato y que todo el proceso y posterior ejecución de AVELLAEDA fue producto de las pasiones descontroladas de quienes protagonizaron aquellos años de terror.

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