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HISTORIETAS DE LA HISTORIA ARGENTINA
En la Historia de la República Argentina, hay infinidad de episodios curiosos y a veces hasta insólitos y descabellados, que le confirieren cierto sabor de informalidad y que provocándonos una sonrisa, estimulan nuestra curiosidad hacia la verdadera Historia del país de los argentinos.
Un santo para combatir a las hormigas (1611)
Hacía tiempo que los pacíficos vecinos de Buenos Aires venían notando el destrozo que con incesante laboriosidad causaban las hormigas en el interior de las casas, en las despensas y en las huertas, minando pisos y paredes, consumiendo provisiones e impidiendo crecer las hortalizas que se habían plantado.
Y estos perjuicios no podían pasar desapercibidos de las autoridades, siendo que sus propiedades también eran invadidas por las hormigas, especialmente las del regidor DOMINGO GRIVEO, donde al decir de éste, parecía que en los huertos suyos eran donde parecía que se ponían más activas estas pequeños predadoras.
Y el problema se puso tan grave que el espíritu creyente del pueblo, decidió confiar en los buenos oficios de uno de los nombres del martirologio, la destrucción de las hormigas.
A tale efectos, el 21 de noviembre de 1611, se reunieron en las Casas de Justicia, Regimiento de la ciudad de Buenos Aires, el Teniente general de gobernador, capitán MANUEL DE FRÍAS, los Alcaldes ordinarios, capitanes FRANCISCO DE SALAS y FELIPE NAVARRO; el Depositario general BERNARDO DE LEÓN y los Regidores SEBASTIÁN DE ORDUÑA, ALFÉREZ REAL; BARTOLOMÉ LÓPEZ, HERNÁN SUÁREZ MALDONADO y DOMINGO GRIVEO, para acordar lo que muchas veces se había tratado de hacer: la manera de destruir las hormigas y ratones, a causa del gran daño que hacían en la ciudad y sus terrenos, resolviendo “echar suertes para elegir un santo como abogado contra la plaga y guardar su fiesta por voto particular”.
Uno de los regidores manifestó ante la asamblea, tener noticias de haberse elegido ya anteriormente al abogado, sin estar bien seguro si fue San Bonifacio o San Sabino y que algunas personas le habían dicho que era San Saturnino, pero, habiendo pasado ya tanto tiempo sin saberse cosa cierta, ni existir el acta del Cabildo y como el mal iba en aumento, hacía moción para que se echasen de nuevo las suertes.
Los cabildantes acordaron escribir los nombres de los santos citados, además el de los doce apóstoles y algunos santos más, en cédulas, las que se colocaron dentro de un sombrero, y llamándose a un niño, se le hizo extraer una de las cédulas, la que tenía el nombre de San Simón y San Judas, eligiéndoseles así abogados contra las hormigas y los ratones, en nombre de esta ciudad por los presentes y ausentes y que en adelante fueren, con voto a Dios Nuestro Señor, de guardar la fiesta de dicho día, todos los años desde el que viene y de hacer decir en la Iglesia mayor una misa cantada con su procesión”.
A partir de entonces, la fiesta de San Simón y San Judas se celebraba el día 28 de octubre de cada año, como consta del acta del Cabildo de 27 de octubre de 1614, donde se nombra en comisión al alcalde SEBASTIÁN DE ORDUÑA y HERNÁN SUÁREZ MALDONADO para invitar a las órdenes religiosas a asistir a la ceremonia.
Por otro acuerdo de 12 de octubre del año siguiente, 1615, se resuelve hacer la fiesta y procesión, autorizando al procurador de la ciudad, FRANCISCO DE MANZANARES para hacer los gastos necesarios a ese objeto.
Otra acta, de fecha 14 de octubre de 1619, dice: que el alcalde ordinario, SEBASTIÁN DE ORDUÑA, propuso al Cabildo la celebración de las fiestas de San Simón y San Judas por ser abogados contra la plaga de hormigas y ratones.
«Sugiere además, que ese año se hiciesen con mayor solemnidad, de cuyo parecer eran todos los capitulares, nombrándose al citado ORDUÑA y FRANCISCO DE MANZANARES para organizarlas, con autorización de invitar a las órdenes religiosas, elegir predicador, hacer el gasto de la cera necesaria, etc., por cuenta del Cabildo, cuyos miembros prometieron acudir a ellas con toda puntualidad.
Posteriormente, el 24 de octubre de 1642, refiriéndose a esto mismo, el Cabildo autorizó pedir limosna durante la función, a beneficio del cura y prebendados que decían la misa, designando al efecto una comisión compuesta del alcalde provincial JUAN CRESPO FLORES y del depositario ANTONIO BERNALTE (Extraído de “Notas de historia”, de SERAFÍN LIVACICH, Buenos Aires, 1915).
Honran a un capullo de algodón (1683)
Un capullo de algodón figura en el primer escudo de la provincia de Catamarca que fue fundada ese mismo año.
La virgen mata gusanos (1764)
En la Provincia de Catamarca para luchar contra un ataque de «gusanos» que devastaban sus plantaciones,, los agricultores recurrieron a la oración «Virgen del Valle», Patrona de esa provincia.
Nepotismo en nuestro pasado (1806)
SANTIAGO DE LINIERS, que fue virrey después de la primera invasión de los ingleses, fue acusado de “tener muchos parientes en puestos públicos y cobrar honorarios por su título, como general, y como virrey, a pesar de la pobreza del erario”, cuenta Roberto Hosne en su libro “Historias del Río de la Plata”. También lo acusaban de “despilfarrar dineros públicos arruinando al erario, con sueldos exorbitantes”.
El submarino de Taber (1811)
En 1811, un norteamericano llamado WILLIAM TABER, residente en la ciudad de Buenos Aires, presentó un proyecto para construir una nave submarina con el objeto de atacar a los buques españoles de Montevideo.
La aprobación del proyecto corrió por cuenta de CORNELIO SAAVEDRA y MIGUEL DE AZCUÉNAGA. El resultado de la experiencia no quedó registrado en la historia y su constructor, que al parecer la había concluido, murió el 8 de noviembre de 1813 (ver El submarino de Taber).
Cuando la artrosis era una bendición (1812)
La nula mortandad de la artrosis, hizo que en Hispamérica, la artrosis, fuera considerada una bendición de Dios. Esa dolencia, era el paradigma de la preocupación por las enfermedades crónicas en el siglo XIX y si una persona tenía artrosis, se consideraba que había sido bendecida por Dios.
Como en esa época, la expectativa de vida era muy corta, era realmente una suerte, el ser afectado por una patología que no resultara indefectiblemente mortal».
La medicina local se desarrolló con lentitud, influida por médicos extranjeros. Algunos años después de la Declaración de 1816, llegó un grupo de doctores ingleses, entre ellos LEPPER (que atendió a Juan Manuel de Rosas) y ALEJANDRO BROWN, que tuvo una amplia clientela aristocrática, pero que también asistió gratuitamente a los pobres (ver La Medicina en Argentina. Orígenes y desarrollo)..
Fue conocido por su generosidad y por su simpático portero andaluz de quien se conoce una frase: «Mire usté, hace cuatro años que sirvo al dotó y, por la Virgen de los Milagros, no he oído más palabras que Juan, saca el caballo, Juan mete el caballo».
Según los historiadores, en esos tiempos los profesionales de la salud casi siempre marchaban a caballo hasta las casas de sus enfermos. Trabajaban sin descanso, incluso cuando otros alimentaban una costumbre muy difundida en el Río de la Plata durante el siglo XIX: dormir la siesta, después de almorzar.
Según reza un dicho de la época, «En las calles de Buenos Aires no se ven, en las horas de siesta, sino los perros y los médicos» (ver La Medicina argentina a comienzos del siglo XX).
Hasta para hablar había un Reglamento (1814)
En 1814, una disposición del Cabildo de Buenos Aires reglamentó en uso de la palabra, estableciendo normas que eran de cumplimiento obligatorio por parte de los cabildantes:
«Art. 1º. Ningún miembro del Ayuntamiento podrá hablar sino después de haber demandado la palabra al Presidente con la debida urbanidad.
Art. 2º: Si varios miembros la pidiesen al Presidente, éste la concederá al primero que la haya solicitado; si la demandasen a un mismo tiempo, se la concederá, por el orden de antigüedad de los asientos.
Art. 3º. Ninguno debe ser interrumpido al hablar: si se aparta de la cuestión, el Presidente lo conducirá a ella; si se atenta al respeto debido al Ayuntamiento o se incide en personalidades, el Presidente lo conducirá al orden”.
El helicóptero, un invento argentino? (1821)
Hay una teoría que señala al ciudadano argentino RAÚL PATERAS PESCARA, como el verdadero inventor del helicóptero. En 1821, el ingeniero argentino RAÚL PATERAS PESCARA realizó pruebas públicas de un aparato de su invención que prenunciaba el nacimiento del helicóptero.
Nacido en Adrogué, provincia de Buenos Aires, Pescara era hijo del marqués GUSTAVO PATERAS PESCARA, descendiente de una antigua familia piamontesa y de la argentina Alicia Auzón. Realizó estudios en Francia e Italia y se especializó en la construcción de torpedos. Se casó con una austríaca y durante la Primera Guerra, esta situación familiar le valió la acusación de espía, por lo que debió abandonar Italia.
De allí pasó a Francia, donde fue detenido y encarcelado y durante este período de prisión, concibió la idea del helicóptero. Por entonces ya se habían realizado distintos ensayos con dispositivos que ejercían fuerza hacia arriba, a diferencia de las hélices de los aviones, que impulsaban hacia delante para obtener el ascenso. Sin embargo, los éxitos habían sido muy limitados.
Al terminar la guerra, PESCARA construyó su primer aparato en Barcelona. Pesaba 800 kilos y el motor de 45 cv que le instaló no fue suficiente para levantar la nave. Sin embargo, continuó investigando y modificando el artefacto hasta probar que era posible el aterrizaje en autorrotación de los helicópteros.
El 7 de febrero de 1921 PESCARA hizo una presentación ante el gobierno argentino ofreciéndole los derechos sobre su invento, pero éste no demostró ningún interés. Vuelto a Europa, respondiendo a una invitación del gobierno francés, que sí se mostraba interesado en su «helicóptero», y en 1922, en Issy-les-Moulineaux, Francia, procedió a probar otro aparato, esta vez con dos rotores coaxiles y equipado con un motor de 170 cv. Con este helicóptero intentó el ascenso directo y el desplazamiento horizontal, logrando elevarse unos pocos metros, durante un minuto.
No aceptó la firma de un contrato y el inventor que deseaba mantener abierta una opción para la Argentina, regresó a Buenos Aires. Hizo nuevas presentaciones y jamás tuvo respuesta hasta que cansado, abandonó su proyecto y «el helicóptero de Pescara», pasó al olvido.
Presos con sueldo (00/04/1826
Una disposición de esta fecha, autoriza a la empresa encargada de construir el camino de la Ensenada, a utilizar treinta de los prisioneros brasileños que hay en la ciudad, cautivos desde la guerra con el Brasil.
El experimento tiene éxito y el 30 de mayo una nueva disposición establece que «en atención a los buenos servicios que prestan los prisioneros destinados a los trabajos en el camino de la Ensenada, autorizase, les conceda la gratificación acordada por punto general».
El gobierno de Shimu Negro (1831)
El gobierno de Shimu negro, fue un gobierno que duró solamente dos días en la provincia de Santiago del Estero y el derecho a ejercerlo fue comprado con 50 pesos en 1831.
Entre el 15 y el 17 de abril de 1831, un personaje conocido como “Shimu Negro” ocupó el cargo de Gobernador de la provincia de Santiago del Estero. Quién era este personaje, porqué fue Gobernador y porqué duró tan poco su gobierno ??.
Son preguntas a las que LEÓN BENARÓS dio respuesta en el Número 4 de la Revista Todo es Historia, diciendo que SIMÓN LUNA, más conocido como Shimu Negro, se autoproclamó Gobernador de la provincia, luego de la derrota y muerte del capitán MARCELO CASTELLANO.
Don BENARÓS nos cuenta también que para que se conozca la clase de personaje que era el tal Gobernador, el señor SANTIAGO DE PALACIO, un santiagueño respetable y de nobles dotes, tan patriota como de distinguida alcurnia, escandalizado y avergonzado al mismo tiempo de ver degradada la primera magistratura de su provincia en manos de aquel personaje de tan baja esfera, no por su color, sino por sus antecedentes y vida relajada, quiso librar a la provincia de de aquella degradación.
Para el efecto, fue a verlo a SHIMU NEGRO y éste, recordando que en oportunidades anteriores, había trabajado como boyero y picador de carretas de don PALACIO, recibió gustoso a su antigüo patrón.
Corta fue la entrevista, pues rápidamente llegaron a un acuerdo. PALACIO, . haciéndole presente que estaba ocupando un puesto que no le correspondía, le ofreció 5.000 pesos, con tal que lo abandonara y se retirara a su vida ordinaria de boyero. Ante su sorpresa, SHIMU NEGRO le contestó airadamente:
«Se equivoca mi patrón, si cree que por esa cantidad había yo de dejar el puesto que ocupo y le prevengo, continuó diciendo, que si usted no me da 50 pesos, sublevaré a toda la canalla». El señor PALACIOS, sorprendido de la supina ignorancia del “gobernador Luna”, contó 50 pesos y le dijo: Aquí tienes los 50 pesos que me pides.
SHIMU los tomó rápidamente y mientras PALACIOS se retiraba, le prometió abandonar de inmediato la Casa de Gobierno, para cumplir el deseo de quien había sido su antiguo patrón, cuando le había servido como boyero y picador de carretas.
Acompañado de sus ayudantes los hermanos PEDRO ALCÁNTARA MEDINA y VENANCIO MEDINA, que habían sido sus socios en la aventura, SHIMU abandonó la Casa de Gobierno y se dirigió a la pulpería, donde permaneció con sus compinches bebiendo, hasta que no le quedó ni un real de lo cobrado por renunciar.
Y parece ser que la provincia de Santiago del Estero, por aquellos años, estuvo a merced de personajes surgidos del desorden y la violencia desatada por la lucha que protagonizaron unitarios y federales, alzando banderas que muchas veces ocultaban sus verdaderas intenciones hegemónicas.
Surgieron así aventureros de la calaña de SHIMU, que pudieron medrar entonces en ese mundo violento, como es el caso de otro sujeto, que aprovechando el triunfo obtenido por las armas, pretendió apoderarse de un atributo que no le correspondía.
Durante el alzamiento federal encabezado por Estanislao López en 1831, luego de que Ibarra fuera sucedido provisoriamente por DEHEZA en el gobierno de la provincia de Santiago del Estero, y ante la retirada de éste, por FRANCISCO GAMA quien fue derrotado a su vez por las fuerzas de LOPEZ, el 17 de abril de 1831, los federales entraron a la desierta ciudad de Santiago del Estero.
Sus jefes debieron adoptar enérgicas medidas para evitar los desbordes de la tropa.: se prohibió la venta y el consumo de bebidas alcohólicas, se castigó el robo y el saqueo, se prohibió la reventa de caballos, ropa o armas pertenecientes al ejército, pero algunos de ellos, como fue el caso relatado , protagonizado por SHIMU NEGRO, hubo otro que tuvo menos difusión, pero que también quedó registrado en la historia negra de las luchas civiles que la ensombrecen.
Uno de esos capitanes federales, llamado JOSÉ SANTOS CORONEL había logrado apoderarse del bastón de mando del Gobernador y fue nuevamente nuestro inefable señor PALACIO, quien , viéndose obligado a intervenir, le ofreció comprárselo por la suma que estimara suficiente.
Llegados a un acuerdo, SANTOS CORONEL aceptó recibir 300 mazos de tabaco de Tucumán, 3 barriles de caña para sus “muchachos” y 13 pesos fuertes para él. PALACIO le entregó no sólo lo que pedía Coronel, sino que le dio además una bolsa de yerba y otra de azúcar, para que obsequiase a su gente en su nombre.
Asombrado por el pago recibido, SANTOS CORONEL prorrumpió en vivas a PALACIO, cuya largueza no se cansaba de elogiar, pero reprochado por sus amigos, que lo criticaban por haberse desposeído de tal bastón, por tan poco precio, habiendo podido sacar por él mucho más, contestó: «¿Qué entendía yo del valor de ese bastón? ¿Ni qué había yo de hacer con semejante instrumento que no sabia ni manejar?»
Un obispo bien federal (1837)
El obispo de Buenos Aires, monseñor MARIANO MEDRANO en una carta dirigida el 7 de setiembre de 1837 al cura vicario de Santos Lugares, lo exhorta a imponer el uso de la divisa punzó, que identifica a los federales, diciéndole: «Hágales usted entender igualmente, que los hombres deben llevar la divisa de color punzó al lado izquierdo sobre el corazón; y las mujeres, en la cabeza, al mismo lado; debiendo, también, advertirles , que en adelante procuren abolir una moda que han introducido los «lojistas unitarios» de hacer usar a los paisanos, la ropa almidonada con agua de añil. de modo que luego queda de un color que tira a celeste claro, lo que es una completa maldad de los unitarios impíos, en cuya moda han hecho entrar a los paisanos, que la siguen con la mayor inocencia y que es preciso advertirles para que la aborrezcan y nadie la siga» (ver La divisa punzó).
Rosas contra San Martín de Tours (1839)
El bloqueo francés al puerto de Buenos Aires enardecía los espíritus patrióticos. El pretexto de la potencia agresora era reclamar para sus súbditos el mismo trato preferencial que Rosas reconocía a los británicos, a quienes, por ejemplo, relevaba de la obligación de incorporarse a las filas de sus ejércitos.
Además, en la Banda Oriental del general Rivera y de los exiliados unitarios, se habían radicado tantos vascofranceses que Francia consideraba a Montevideo, casi como una colonia que era necesario proteger de Rosas y de Oribe. Por otra parte, la importancia de las potencias se medía entonces por la presencia militar más allá de las fronteras y los franceses habían estado demasiado ausentes, de tierras sudamericanas, a diferencia de España o de Inglaterra. El odio contra el invasor crecía en la población. Alguien recordó entonces que Tours era ciudad de Francia.
No tardó mucho el Restaurador en dictar el decreto correspondiente y obediente al reclamo de sus obsecuentes, el 31 de julio de 1839 dicta un decreto que dice: «»¡Viva la Santa Confederación Argentina, mueran los salvajes unitarios!». Buenos Aires, 31 de julio de 1839, año 30 de la Libertad, 24 de la Independencia y 15 de la Confederación.
«El gobierno, considerando que esta ciudad fue puesta desde su fundación bajo la protección de un francés, San Martín, natural de Tours, quien no ha sabido hasta la fecha librar a esta ciudad de las fiebres periódicas, escarlatinas, ni de las secas y epidemias continuas que en diferentes épocas han arruinado nuestra campaña, nuestras cosechas y nuestros ganados, ni de las extraordinarias crecientes de nuestro río que destruyen casi anualmente una cantidad de obras y monumentos de la ciudad que se encuentran sobre la costa».
«Que la viruela acaba de desaparecer a causa del descubrimiento de la vacuna, sin que el patrono por su parte haya jamás hecho el menor esfuerzo para librarnos de esa terrible calamidad».
«Que para combatir las invasiones de los indios en la frontera, para sostener las guerras civiles y extranjeras que nos han sobrevenido, hemos tenido que recurrir en el primer caso a la Santa Virgen de Luján. en el segundo a la Virgen del Rosario y la Merced y también a Santa Clara Virgen, con cuyo único consuelo hemos podido triunfar, mientras que nuestro patrono, el francés, permanecía indiferente en el cielo sin ayudarnos en lo más mínimo como era su deber».
«En vista de los motivos expuestos venimos en decretar y decretamos: Artículo 1o) El francés unitario San Martín de Tours, que ha sido hasta hoy el patrón de esta ciudad, habiendo perdido la confianza del pueblo y del gobierno, abandonado por sus compatriotas, por el traidor Rivera y demás salvajes unitarios, es destituido para siempre del empleo de patrón de Buenos Aires». Los demás artículos eran de forma. Cuando Rosas cayó, San Martín de Tours fue restituido en su sitio.
El texto precedente es copia fiel de una nota del historiador Mario 0′ Donell que transcribimos con la intención de que nuestros lectores puedan discernir, acerca de cuánto hay de verdad en esta historia, teniendo en cuenta que muchos otros historiadores (rosistas por supuesto), la denuncian como apócrifa, producto del ingenio de sus enemigos, los unitarios, que no descartaban ningún medio a su alcance, para denostarlo, utilizando los mucho arbitrios con que contaban, dada su elevada posición social y cultural.
No olvidemos que en nuestra Historia, hasta hubo personajes que con tal de tener satisfecho y en la ignorancia de la realidad a su líder político, llegaron a imprimir un solo ejemplar de un diario con buenas noticias, para que no se deprimiera. Y que más tarde en el tiempo, hubo quienes llenaron páginas y páginas de periódicos y revistas, anunciando la inminente victoria en una guerra que jamás podíamos ganar. Todos estos fraudes llegaron hasta nuestros días y hoy es muy difícil que quienes no fueron contemporáneos de esos hechos, sepa la verdad.
Huelga de lecheros (1863)
Los lecheros de Buenos Aires, protagonizaron una insólita huelga porque se los obliga a manuatar a sus caballos, mientras efectúan su venta de leche.
La mecha la enciende don CAYETANO CAZÓN, jefe de Policía, con una disposición para que «los lecheros, al igual que los demás transeúntes a caballo, usen la «manea» en su trabajo (ver Las maneas).
Los lecheros la resisten con gritos o desapareciendo misteriosamente. A veces una cabalgadura desenfrenada y sin jinete cruza la siesta haciendo sonar sus tarros metálicos y «portando cartelones contra la manea». «¡Agraviante!», «un perdedero de tiempo»; «¡se duda de nuestra responsabilidad!». Nadie afloja: «¡Gremio duro el de los lecheros!».
Pero la terquedad de los vascos tiene razones más profundas: de acuerdo con ciertos trascendidos, lo de la «manea», es sólo el primer paso: «Don Cayetano piensa luego prohibir el reparto a caballo y obligarlos a hacerlo en carro».
Mientras la huelga continúa, algunos cronistas aficionados piensan que «nunca se vio nada igual desde ocho años atrás, cuando en 1855, las coristas del Teatro Argentino se negaron a trabajar si no se les daba una función en su beneficio».
Una insólita competencia (1885)
El corredor italiano BARGOSSI conmovió a Buenos Aires ganando una extraordinaria competencia pedestre que se realizó el 5 de noviembre de 1885 en el Hipódromo de Palermo.
Veinte mil personas se reunieron para ver la carrera en la que participaban el llamado «andarín BARGOSSI», el vasco JOSÉ DEIRÍA, el sueco FELIPE ALPHEN y el portugués ATHIOS PEREYRA.
Los diarios de entonces aseguraban que nunca se había reunido una multitud igual. Bargossi salió vistiendo un traje de acróbata color rojo y zapatos blancos y dio diez vueltas a la pista, cubriendo sin esfuerzo aparente 17.500 metros.
A sus espaldas quedaron los otros competidores que no pudieron cruzar la raya final. Agrandado con la hazaña, Bargossi lanzó un nuevo desafío que conmovió al público: iba a correr contra un caballo, con la única condición de que se mantuviera siempre al trote, sobre una distancia no inferior a 60 vueltas a la pista del hipódromo.
La prueba se programó para el 15 de noviembre y una multitud ansiosa colmó las tribunas para verlo. Por fin se largó la carrera y durante las primeras 15 vueltas, Bargossi y el caballo corrieron tomando sucesivamente la delantera, pero sin sacarse demasiada ventaja.
Al empezar la vuelta 16 sucedió lo increíble: el caballo comenzó a andar al galope y abandonó extenuado a los pocos minutos ¡Bargossi había ganado!.
Sin embargo, como si nada hubiera pasado, continuó su marcha hasta completar una distancia de 28 kilómetros en medio del delirio del público. Días más tarde, los diarios anunciaron que BARGOSSI volvería a correr contra un caballo, esta vez en el Hipódromo de La Plata.
Pero el día 24 de noviembre BARGOSSI murió repentinamente de un ataque al corazón. Seguramente, el esfuerzo realizado para conseguir los triunfos le costó la vida.
Sistema infalible contra la lagarta verde (1898)
En el Chaco, Marcelo Briolini se ofrece para combatir el ataque de una especie de «lagarta verde» que atacaba las plantaciones de algodón y contratado por los productores, pone en práctica su «sistema». Durante todo el día y la noche de una semana, mantuvo encendidos faroles que había instalado sobre grandes fuentones con agua y kerosene. La plaga, atraída por las luces, pronto caerá y el kerosene la matará.
Curiosos nombres de Revistas para burlarse del gobierno y los políticos
En los días más agitados de nuestra historia, cuando el pueblo era a manera de un joven libre y atolondrado, sin poder fijar rumbos definitivos todavía para organizar su existencia futura, aparecieron en Buenos Aires muchas publicaciones, casi todas de vida efímera, pero bien nutridas de comentarios satíricos acerca de la política y sus personajes y todas con nombres extravagantes y estrafalarios:
“La Verdad Desnuda”, “Amonestaciones”, «Despertador teofilantrópico-místico-político”, “La matrona comentadora de los cuatro periodistas”, “Eu nao me meto con ninguem”, “Desengañador gauchi-político-federi-montonero”, “Guardia vendida”, “Doña María Retazos y Derechos del Hombre”, «Los locos son los mejores raciocinadores”, «La señora doña María Retazos, ausente en Santa Fe”, “La Verdad sin Rodeos”, “El Duende de Buenos Aires”, “El Granizo”, “El Diablo Rosado” y muchos otros que sería largo enumerar (ver Nuestra prensa satírica)
La primera huelga infantil (1908)
A principio del siglo XX eran varias las mensajerías porteñas que se dedicaban a llevar y traer mensajes, sobres y paquetes a domicilio y casi todas, contaban para realizar este servicio, con chiquilines de no más de 15 años.
La juventud, la simpatía, la eficiencia y porque no, muchas veces su picardía, hacía de estos personajes el medio más eficaz, rápido y seguro para prestar un servicio, cuando no había muchos otros medios que lo pudieran reemplazar y tan fue así, que aunque parezca mentira, estos “simpáticos mensajeritos” protagonizaron la primera huelga infantil de la que se tenga memoria. Fue en 1908 y exigían mejores salarios y una reducción de las distancias que debían recorrer.
Nuevamente los bigotes son un problema 1903
Como ya había pasado en mayo de este año, los bigotes son causa de despido, pero esta vez, es la Municipalidad de Buenos Aires la que mediante una ordenanza dispuso que los cocheros, se tenían que afeitar los frondosos bigotes que se habían puesto de moda entre estos trabajadores.
Pero no del todo, ya que establecía puntillosamente los límites del “ancho y el largo” de este atuendo. Como sus antecesores, los panaderos, esta vez, también los “Mateos” se impusieron y la Municipalidad tuvo que dejar sin efecto el edicto.