05/12/1823

EN VALPARAÍSO, CHILE, EL GENERAL SAN MARTÍN SE EMBARCA PARA DIRIGIRSE A BUENOS AIRES Y LUEGO HACIA EUROPA, RUMBO AL OSTRACISMO. Se cumple así una ley que parece inexorable, guardándole un mismo trágico destino a los grandes hombres que hicieron libres a sus patrias:

Los precursores de las revoluciones en La Paz y en Quito, murieron encadenados en un cadalso. MIRANDA, el gran precursor de la emancipación sudamericana, murió desnudo y abandonado en un calabozo, entregado a sus enemigos por los mismos que lo acompañaron en sus gestas. HIDALGO, el caudillo popular de la revolución de Méjico, murió en un patíbulo. BELGRANO, el númen de la independencia argentina, murió en la más absoluta miseria. O’ HIGGINS, el héroe máximo de Chile, acabó sus días proscripto y lejos de su patria. ITURBIDE, el verdadero libertador de Méjico, murió fusilado. CARLOS MONTUFAR  y su compañero VILLACENCIA, jefes de la revolución de Quito y de Cartagena, fueron ahorcados. RIVADAVIA, el genio civil de América del Sur, murió en el destierro. SUCRE, el vencedor de Ayacucho, fue alevosamente asesinado por los suyos en un desierto camino. BOLÍVAR y SAN MARTÍN murieron en el ostracismo, aunque el de este último fue un acto deliberado de su voluntad, aunque impuesto por las incongruencias morales de sus compatriotas.

Recordemos que SAN MARTÍN, luego del angustiante resultado de su entrevista con BOLÍVAR en Guayaquil, decide su retiro del escenario militar y político y tomando a su pequeña hija, huérfana de madre, en sus brazos, se dirige hacia Europa, donde vivirá injustas penurias económicas, hasta que impulsado por la nostalgia, intenta volver a su patria, pero no logra poner pie en ella y debe volver a la soledad de su ostracismo en Francia.

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