DESPOBLAMIENTO DEL FUERTE NUESTRA SEÑORA DEL BUEN AYRE (1541)

Luego de la muerte de AYOLAS, según lo dispuesto por el rey CARLOS V mediante su Real Cédula del 12 de setiembre de 1537, habiendo sido votado por el pueblo del real de Asunción y por ALONSO DE CABRERA, para que lo sucediera, IRALA se instaló en el gobierno de ese Real de Asunción (ver El pueblo tiene derecho a elegir sus autoridades)

Con la excusa de que lo hacía para “dar legalidad a la decisión de la gente” que lo había votado, el ambicioso DOMINGO MARTÍNEZ DE IRALA, para afianzarse en el poder, decidió fundar una nueva ciudad (en verdad, una “República”), dándoles a sus vecinos, el derecho a repartirse los aborígenes en encomiendas”, constituir una milicia autónoma y tener autoridades propias sin intervención de ultramar.

En una primera instancia, pensó instalarla en el mismo real de Asunción hasta que se decidiera por el lugar definitivo que ocuparía y a tales efectos, ordenó trasladar hasta allí las guarniciones de los reales del Buen Ayre y de Buena Esperanza.

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Se puso al frente del operativo y junto con ALONSO DE CABRERA, se dirigió al Puerto del Buen Ayre, encontrándolo en un estado lamentable. Ese primitivo asentamiento no había durado mucho. A poco de ser instalado, descontentos con el mal trato al que eran sometidos por parte de los españoles, fue sitiado por los aborígenes del lugar y pronto, el hambre y las enfermedades fueron diezmando su población hasta que finalmente, fue asaltado e incendiadas sus instalaciones y cuatro naves que permanecían allí.

Entre mayo y junio de 1541, IRALA y CABRERA , cumpliendo con lo que dispusiera  PEDRO DE MENDOZA antes de abandonar el Fuerte del Buen Ayre a su suerte, lo desmantelaron y trasladaron todo lo que pudieron y los pocos pobladores que aún quedaban vivos, viéndose obligados a dejar los caballos (cinco yeguas y siete padrillos), , que habiendo aprendido a defenderse de los tigres y escapado de los pobladores hambrientos, se habían dispersado por el campo y reproducido en gran cantidad.

Una vez de regreso en Asunción, dice DÍAZ DE GUZMÁN, el 16 de setiembre de 1541, “reunidas las guarniciones Aires y Asunción en el asiento de esta última, fueron recogidas y agregadas en forma de república. Junto al antiguo fuerte, se delinearon las calles y los solares y los indios fueron repartidos en encomiendas”.

Quedó así instalada la “ciudad de Nuestra Señora de la Asunción” con su Cabildo y autoridades y el teniente gobernador MARTÍNEZ DE IRALA a cargo de su gobierno. Quedaban así satisfechos los sueños de grandeza de IRALA, que con la llegada del nuevo Adelantado, ÁLVAR NÚÑEZ CABEZA DE VACA, se verán amenazados, por el disgusto que le había provocado a la corona. el abandono del Real del Buen Ayre, al que consideraba de fundamental importancia estratégica, para sus planes de colonización.

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