LOS MOLINOS HARINEROS EN ARGENTINA. SUS COMIENZOS

Poco después de la llegada de JUAN DE GARAY al Río de la Plata, con su épica fundadora en 1573, se inicia una transformación de las técnicas empleadas para la molienda de granos y los molinos harineros comienzan a surgir en estas tierras.

Hace unos 15.000 años, nuestros antepasados molían los granos que recolectaban para hacer sus alimentos, utilizando dos piedras planas, entre las que colocaban los granos y los frotaban hasta reducirlos a polvo. La harina que así salía era muy gruesa y costaba mucho esfuerzo obtenerla.

Morteros de cocina ¿cuál es el mejor? - Lecuiners

Mas tarde, ya en el siglo III antes de Cristo, la molienda del trigo para producir harina se hacía por medio de “majas” y de “morteros” de piedra o de madera dura, similares a los que hoy se usan domésticamente y el trabajo no terminaba con la molienda, porque después de triturar los granos, era necesario tamizar el producto y para ello utilizaban cedazos de papiro o junco. El proceso era laborioso y se desperdiciaba gran parte del producto, así que la harina blanca era privilegio de los ricos; los pobres se conformaban con la harina marrón hecha con salvado.

Tahona – Mezcalistas

Luego aparecieron las llamadas “atahonas” (o tahonas) que consistían en una pesada rueda de madera muy dura o de piedra que se hacía girar mediante la tracción de una mula, o caballo, aunque muchas veces, eran hombres (esclavos o penados), según imágenes que nos han llegado de la antigua Roma de antes de Cristo.

Con el tiempo, estas ruedas se fueron volviendo más grandes y fue necesario encontrar otro medio para moverlas, ya que hasta para una mula se hacía difícil hacerlo. Pero, aunque se aumentara el tamaño de la rueda y el número de animales que traccionaran, seguía siendo muy laborioso moler el grano.

Historia de la Molienda - beta

Hay constancias de que las mejoras que se fueron introduciendo en este último procedimiento, llevaron a la invención de los molinos harineros movidos por el viento, semejantes a los que conocemos luego de haber leído las aventuras del Quijote de la Mancha luchando contra ellos, y luego transformándolos en hidráulicos, adaptándolos para el uso de corrientes de agua para accionarlos.

En el tratado “Neumática” de FILÓN DE BIZANCIO se incluye la primera descripción de la Historia, de un “molino de agua, inventado en el siglo III antes de Cristo y los romanos usaron “molinos hidráulicos” ya desde el siglo I ante de Cristo. Más tarde, PLINIO EL VEJO, habla de ellos como de una máquina cuyo empleo no es común y un gran número de referencias, ubican a estos sistemas para moler granos en tiempos muy pretéritos.

Pero estos antecedentes generan una controversia que no estamos en condiciones de aclarar. Si ya existían en aquella época, cómo es que recién a fines del siglo XVIII, un inventor estadounidense llamado Oliver Evans, declara haber cambiado el rumbo de la molienda, anunciando haber desarrollado “una máquina que desplazaba el grano entre las muelas de forma automática y contínua, sin intervención humana”.

Cualesquiera que fuera la realidad acerca de esta historia, todos los sistemas empleados a partir de entonces por estos “molinos”, se basan en el empleo de una gran piedra circular llamada “solera” de hasta 8,50 metros de diámetro y entre 80 y 120 centímetros de espesor, que tiene una serie de surcos radiales y que permanece fija, sobre la que gira otra piedra, quizás de menor volumen, llamada “muela superior” o “volandera”, triturando los granos que se vertían por un agujero central que tenía la volandera, y que salían hechos harina por los costados de ambas piedras a través de esos surcos labrados en la solera.

Lo que varía, es la fuente de energía que se utiliza para poner en movimiento estas “volanteras”. Desde la antigua costumbre de utilizar la fuerza de animales u hombres, se pasó a la utilización del agua (molinos hidráulicos), luego la energía de los vientos (molinos eólicos) y finalmente a la energía eléctrica, que es la empleada actualmente.

Los molinos harineros en el Río de la Plata
Los españoles que en 1573 llegaron con JUAN DE GARAY a América, conocieron a estos molinos de hidráulicos en su paso por Asunción y cuando llegaron a Santa Fe y más tarde, cuando se fundó Buenos Aires en 1580, poco tardaron en instalarlos en estas nuevas tierras,

Las ventajas que los molinos hidráulicos, brindaban con respecto a la antigua costumbre de moler el grano en rústicos “morteros” de piedra o de madera dura o por medio de “atahonas”, hizo que rápidamente su uso se difundiera por toda la colonia y según Emilio Lahitte (como asegura Carlos A. Moncaut) o Francisco Latzina (como lo asegura Carlos Berrueta), en un estudio realizado sobre la evolución de la industria harinera en la Argentina, consta que sólo doce años después de la llegada de GARAY a América, es decir, en 1585, ya hacían tres o cuatro años que en la actual ciudad de Córdoba, funcionaba un molino harinero hidráulico.

Por Resolución del 18 de junio de 1585, que aparece en los capitulares de la ciudad de Córdoba, se establecen penalidades para el que mal utilizara el agua necesaria para el funcionamiento del molino construido dos años antes por los conquistadores (Carlos Berrueta).

El segundo molino, apareció dos años después. Estaba ubicado en la provincia de Salta, en el actual departamento de Molinos y su fuerza motriz era proporcionada por la corriente de un arroyo. En 1618, se instaló uno nuevo en Pulares, también en Salta, y tres años más  tarde, los padres de la Compañía de Jesús levantaron el tercer molino salteño en El Bañado.

Consultando las Actas del Cabildo de Buenos Aires, pueden encontrarse disposiciones que dicen de la existencia de establecimientos destinados a la molienda de granos, en varias localidades de la provincia. Enrique Udaondo cuenta que en los libros de Acuerdos del Cabildo de Buenos Aires, ya en 1590, se menciona la existencia de tahonas o atahonas para la molienda del trigo. Y agrega que en el acta del acuerdo del día 23 de mayo de 1605, obrante en el Archivo General de la Nación, figura una referencia con respecto al molino de viento que levantaron los hermanos flamencos Lucas y Conrado Alejandro, quienes se comprometían a construirlo «…a nuestra costa y moler en él a todos los vecinos y moradores de esta ciudad a 4 reales la fanega» (2).

Poco más tarde, en registros correspondientes al año 1609, aparecen referencias acerca de un molino que se instaló en la actual provincia de Buenos Aires. Fue el que construyó, en el partido de Las Conchas, el capitán cordobés Tristán de Tejeda. Confirmando esto, Carlos Lemmée en su libro sobre el “Origen y el desarrollo de la agricultura en la Argentina”, afirma que: «Las primeras tahonas para la molienda del trigo se establecieron a orillas del Riachuelo, en el partido de Las Conchas y eran movidas por mulas o caballos».

(1). Majas son esas piezas de madera dura o piedra de punta roma, que se utilizan para triturar los granos
(2). La fanega es una unidad de capacidad que equivalía en Buenos Aires, a aproximadamente a 98,77 Kg, y que redondeando, se decía equivalente a 1 Quintal (100 kilos).

Fuentes. “La expansión del trigo y la industria molinera”. Carlos A. Moncaut, para el Diario La Nación; “Los primeros molinos harineros de tracción a sangre en Chivilcoy”. María Amanda Caggiano y Virginia Dubarbier. Ed. CONICET – UNLP; “Del trigo y su molienda”. Ovidio Giménez, Buenos Aires, 1961; “Molienda del trigo”. J. E. Lockwood, Ed. Imprenta López, Buenos Aires, 1951; “Un abordaje a la Arqueología industrial: la molienda triguera en los albores de Chivilcoy”. M. A, Caggiano, Buenos Aires, 2008; “El nacimiento de la molinería en nuestro país”. Carlos Berrueta,

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *