LA SANTA HERMANDAD (1473)

En 1473, ENRIQUE IV DE CASTILLA, a petición de los “procuradores en Cortes”, autorizó la formación de la “Hermandad nueva general de los reinos de Castilla y León”, para “asegurar el cumplimiento de la ley y perseguir la delincuencia en poblados y caminos”.

La «Santa Hermandad» fue una especie de policía rural, un instrumento que buscaba garantizar el orden público, así como el embrión de un ejército regular y especializado, sobre todo a partir de 1480. Su principal función consistía en juzgar y castigar los delitos cometidos a cielo abierto, fuera de los pueblos y ciudades.

La Santa Hermandad

Una idea que no era nueva, pues ya desde el siglo XI y más tarde impulsada por FERNANDO III DE CASTILLA ya en el siglo XIII (cuando el Papa Celestino V le concedió el título de “Santa”), existía unas instituciones similares que tuvieron poca vida, destino que compartió luego, la creada por ENRIQUE IV, que se disolvió rápidamente, envuelta en litigios jurisdiccionales y de competencia.

Fue entonces que en 1475 durante el reinado de Isabel La Católica, fue recreada como una corporación compuesta por grupos de gente armada, pagados por los “Concejos Municipales” para perseguir criminales, unificando en una sola, a las distintas Hermandades que habían existido desde el siglo XI en los reinos cristianos.

“Según HERNANDO DEL PULGAR, los Reyes Católicos acordaron llamar a Cortes (a consulta), “para poner orden en aquellos robos e guerras que en el reino se facían”, siendo evidente, a la vista de lo que después sucedió, que la intención de los monarcas, al crear esta fuerza militar permanente, no pudo ser más hábil y discreta.

Porque consideraba que limitando la jurisdicción de los alcaldes a pocos casos, sometiendo a los cuadrilleros (1) a rigurosa disciplina, poniendo a su frente a capitanes de carrera y nombrando o haciendo que fuera nombrado comandante general de aquella milicia, siempre en pie de guerra, al Duque de Villahermosa, hermano bastardo de FERNANDO EL CATÓLICO, eran medios seguros para hacer responsables a los concejos municipales, de la persecución y el castigo de los malhechores, evitando los inconvenientes y peligros de la licencia popular.

Considerada como el “primer cuerpo policial” que existió, sometido a la organización, administración y control de la autoridad gubernamental, la unidad de cuerpo que la caracterizó y la concentración del mando, convirtieron a la Santa Hermandad en un auxiliar poderoso de la monarquía, porque los 2000 hombres de guerra que los concejos municipales pagaban “estaban prestos para lo que el Rey o la Reina les mandasen”.

Finalmente lo oneroso que les resultaba a los Concejos su mantenimiento, el abuso de autoridad y la crueldad en que incurrían sus miembros, la escasa dedicación que comenzaron a prestarle a sus responsabilidades, siendo a veces inútiles los llamados de los vecinos necesitados de su presencia, la venalidad y la falta de escrúpulos que comenzó a apoderarse de la institución hicieron que La Santa Hermandad fue entrando en decadencia poco a poco, hasta que en 1834 fue votada una Ley en las Cortes por la que se ordenaba su desaparición total, siendo reemplazada en sus funciones por la Superintendencia General de Policía, que había sido creada en 1824 (ver La Santa Hermandad).

Antecedentes
Las primeras hermandades tenían una organización similar a las “cofradías”, pero con la finalidad de establecer una fuerza armada para defender a los pueblos de los ataques de los nobles turbulentos y de los mercenarios sin trabajo y perseguir a los salteadores y a los bandidos que robaban ganado. Fue el rey ALFONSO VI de León, en el siglo XI quien concedió los primeros privilegios, en los montes de la provincia de Toledo, para que se formasen tales hermandades y se dedicasen a la persecución y castigo de los malhechores, entre los cuales destacaron en especial los llamados “golfines”, que merodeaban por aquellas comarcas.

Más tarde, ya a partir de 1369, durante los reinados de diversos monarcas, se crearon hermandades en los distintos reinos cristianos; a excepción del Condado de Barcelona, donde se formó en su lugar y por la misma época el “somatén” (2), derivación del «ribat» (3) de los musulmanes.

La Santa Hermandad en el Río de la Plata
Como todas las instituciones vigentes en la España del siglo XVI, la Santa Hermandad, a partir de 1776,  fue trasladada al nuevo continente y aquí fue una organización para-militar para mantener el orden público en las zonas rurales, dirigida por alcaldes a quienes se les adicionaba una o más partidas armadas, por lo común de cuatro soldados, conocidos por eso como cuadrilleros (ver Los Alcaldes).

Hubo dos clases de Alcaldes de Hermandad por nuestras tierras: Los “Provinciales”, nombrados por el rey, con jurisdicción -como su nombre lo indica- en toda una provincia y asiento el Cabildo y los “Partidarios”, que eran uno por cada uno de los Partidos comprendidos en cada provincia y lógicamente con menor jurisdicción territorial.

Impropiamente, los Alcaldes de Barrio nombrados para la ciudad de Buenos Aires por el virrey Pedro de Cevallos se arrogaron también ellos, el título de Alcaldes de la Hermandad.

(1). Los soldados de la Santa Hermandad eran popularmente conocidos como “cuadrilleros”, porque iban en cuadrillas (de a cuatro soldados).
(2). Somatén. Era una institución de carácter parapolicial nacida en Cataluña. Un Cuerpo de gente armada no perteneciente al ejército, que se reunía a toque de campana en un momento dado para perseguir a los criminales o defenderse del enemigo. La dictadura de Primo de Rivera lo extendió a toda España, convirtiéndolo en uno de los pilares del régimen. Actualmente, el somatén solamente se mantiene por tradición en algunos pueblos de Cataluña, comunidad en la que históricamente (desde la Alta Edad Media hasta la posguerra) ha tenido mayor importancia este cuerpo».
(3). Ribat. Hospicio, albergue, base o retiro. Es un término árabe que identifica a una pequeña fortificación construida a lo largo de una frontera durante los primeros años de la conquista musulmana d España para albergar a los voluntarios militares y que poco después también aparecieron a lo largo de la frontera bizantina.

Fuentes. “Algunas reflexiones sobre la Santa Hermandad”. Enrique Martínez Ruiz, Ed. Universidad Complutense, España, 1992; “La Hermandad de Castilla”. Miguel Ángel Ladero, Real Academia de Historia, España, 2005; «La Santa Real Hermandad vieja y la nueva Hermandad General del Reino”. Publicado en Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, Madrid, 1897; “Antecedentes históricos de la Guardia Civil”, Revista de Estudios Históricos de la Guardia Civil, Madrid, 1968; “Los Reyes Católicos”. E. SUAREZ FERNANDEZ, Madrid. 1989; “La alcaldía de hermandad en el Virreinato del Río de La Plata”. Abelardo Levaggi, Revista de Estudios Histórico-Jurídicos, Chile, 2009,

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