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LA REVOLUCIÓN DE MAYO. OPINIONES
En el viejo mundo, salvo en España que porfiadamente insistían en mantener bajo sus dominios a los territorios de América, descubiertos por CRISTÓBAL COLÓN en 1492, ya se vislumbraba el destino de libertad que les aguardaba, a poco que quienes aquí vivían, comenzaran a percibir la necesidad de su independencia, para forjarse el destino que estas privilegiadas tierras, les reservaba.
Y fue el pensador francés, GUILLERMO RAYNAL, quien en su obra «Historia filosófica y política de los Establecimientos y el Comercio de Europa con las dos Indias» , publicada en Inglaterra en 1780, quien encendió la alarma en los círculos del poder español, diciendo: «Cuando las colonias alcancen el grado de cultura, de ilustración y de población de que han menester, ¿no se independizarán acaso de una patria que fundara su esplendor en la prosperidad de aquellas?. ¿Cuándo ocurrirá tamaña revolución?. Se ignora, pero es menester que se realice y seguro que se realizará».
Más tarde ya, en 1781 publicará «Rèvolution de l’ Amérique» y allí dirá: «El nuevo mundo debe separarse un día, del antiguo. Tamaño desgarramiento está preparado en Europa por el fermento y choque de nuestras opiniones; por el desconocimiento de derechos que nos infundían valor; por el lujo de las cortes y la miseria de los campos; por el odio perdurable entre los hombres cobardes que todo lo poseen y hombres robustos y aun virtuosos, que no tiene otra cosa que perder la vida. En América está preparado por el aumento de la población, de los cultivos, de la industria y de los conocimientos. Todo conduce a esta separación».
Descripción anónima de los prolegómenos de la revolución del 25 de Mayo
… Desde el momento que los hombres pensadores se resolvieron a hacer su influencia útil a la patria. Se reunían con este objeto en la jabonería de los doctores Peña y Vieytes, y en otras casas particulares. Su número se había aumentado, y ya eran comunes las ideas de libertad. Peña, Vieytes y Castelli, eran acompañados de don Manuel Belgrano, don Feliciano Chiclana, don Manuel Alberti, don Agustín Donado, don
Francisco Paso, don Manuel Aguirre, y ellos traían a su seno, a los jefes de las milicias urbanas. Así se hallaron unidos a los cuerpos de patricios, granaderos, húsares y arribeños, por los oficiales Viamonte, Pereyra, Terrada, Cruz, Rodríguez, Bustos, Ocampos, Balcarce y muchos otros subalternos, que estaban decididos por la patria aunque ignoraban los medios con que habían de libertarla” (publicado en La Gaceta Mercantil, del 25 de mayo de 1820, uno de cuyos ejemplares se encuentra en la Biblioteca Pública de la Universidad Nacional de La Plata (Biblioteca de Mayo).
Esteban Echeverría (1805-1851). Escritor y poeta en su obra “Ojeada retrospectiva sobre el movimiento intelectual en el Plata, 1846), dice: «La revolución, excepto en su símbolo exterior, independencia del rey, era sólo interesante e inteligible para las ciudades argentinas, extraña y sin prestigio para las campañas. En las ciudades había libros, ideas, espíritu municipal, juzgados, derechos, leyes, educación, todos los puntos de contacto y de mancomunidad que tenemos con los europeos; había una base de organización, incompleta, atrasada, si se quiere; pero precisamente, porque era incompleta, porque no estaba a la altura de lo que ya se sabía que podía llegar a ser, se adoptaba la revolución con entusiasmo. Para las campañas, la revolución era un problema; sustraerse a la autoridad del rey era agradable, por cuanto era sustraerse a la autoridad.
La campaña pastora no podía mirar la cuestión bajo otro aspecto. Libertad, responsabilidad del poder, todas las cuestiones que la revolución se proponía resolver, eran extrañas a su manera de vivir, a sus necesidades».
Domingo Faustino Sarmiento (1811-1888), en su obra “Civilización y barbarie. Vida de Juan Facundo Quiroga”, Capítulo IV, Revolución de 1810, Buenos Aires, 1845, dice: «¿Qué quiere decir Mayo?. Emancipación, ejercicio de la actividad libre del pueblo argentino, progreso: ¿por qué medio?. Por medio de la organización de la libertad, la fraternidad y la igualdad; por medio de la democracia. Resolved el problema de organización y serviréis a la causa de la Patria, la causa de Mayo y del progreso. Y advertid que, así como no hay sino un modo de ser, un modo de vida del pueblo argentino, no hay sino una solución adecuada para nuestras cuestiones, que consiste en hacer que la democracia argentina marche al desarrollo pacífico y normal de su actividad, hasta constituirse en el tiempo, con el carácter particular de democracia argentina. Fuera de ahí, no hay sino incursiones a tientas, trabajo estéril, dañino: repetición fastidiosa de lo hecho en el transcurso de la revolución; volver a empezar con escombros, un edificio que se ha venido abajo cien veces, para que vuelva a desplomarse y sofocar toda vida, toda actividad, todo progreso bajo sus ruinas».
El historiador y Profesor LUCIANO DE PRIVITELLIO, investigador del Conicet, la UBA y la Universidad de San Martin, por su parte, destaca a dos instituciones fundamentales en los sucesos de esos días: el Cabildo y las milicias conducidas por SAAVEDRA, y dice que desde el mismo momento en que la crisis de la monarquía española acelera el conflicto político en el Río de la Plata, “el Cabildo se postula como uno de los candidatos a suceder al poder”. Pero en esa época, el poder real lo tienen las milicias. Ningún historiador habla de un golpe militar, pero son muchos los que hablan de la «presión» que ejercieron los milicianos para desplazar al virrey CISNEROS. “Son ellos los que apoyan inicialmente la convocatoria al Cabildo Abierto del 22 de mayo, y son los que no aceptan a la Junta nombrada por el Cabildo el 24 de mayo. Finalmente, son los que imponen a la nueva Junta el 25 de mayo.
PRIVITELLIO explica que los diversos cuerpos de milicianos formados durante la Reconquista y Defensa de Buenos Aires contra las invasiones inglesas, son fuerzas militares más bien escasas, instaladas en Buenos Aires. Hasta 1806 nadie hubiera elegido la carrera militar como vía de ascenso social y prestigio, pero todo eso cambia a partir de las invasiones. La milicia que más se destacaba era la de Patricios, comandada por CORNELIO SAAVEDRA. Pero allí estaban también otros protagonistas de la Revolución, como DOMINGO FRENCH que junto a JOSÉ ANTONIO BERUTI formaba parte del ala más radicalizada del partido patriota (los futuros morenistas)
“Todos los testimonios apuntan a una indiscutible presencia popular y miliciana, tanto el 25 de mayo como los días previos, que fue lo que inclinó la balanza a favor de los revolucionarios. En el Museo Histórico Nacional se exhibe en sus vitrinas el petitorio que circuló para terminar con la Junta Provisoria encabezada por CISNEROS. Allí, FRENCH y BERUTI se pronuncian “por mí y 600 más”. Los exámenes muestran distintas tintas, una prueba de que circuló.
Pero ¿quiénes eran los que sabían firmar en esa sociedad?», se pregunta por su parte GABRIEL DI MEGLIO, investigador independiente del Conicet, docente de la Universidad de Buenos Aires y la Universidad de San Martín, que se dedica justamente a estudiar al “bajo pueblo” porteño. o sea, esos grupos heterogéneos -que involucraban gente que vivía de su salario, artesanos, vendedores ambulantes-, que se movilizaron y proyectaron en la Revolución sus propias aspiraciones y tensiones raciales, sociales y económicas”.
Alfredo Palacios (1880-1965). Diputado socialista, en su obra “El pueblo en la revolución de Mayo”,1959 dice: «El movimiento que culminó en Mayo venía de lejos. Eran fuerzas latentes y oscuras que se exteriorizaban con energía e iban buscando una meta. Pronto se convirtieron en un sentimiento que encontró su expresión en la inteligencia, hasta que se manifestaron concretamente, interviniendo entonces la voluntad con la conciencia del derecho y de la fuerza, además de la representación del porvenir. El fondo nebuloso se fue aclarando en su lucha y apareció la idea revolucionaria que es idea fuerza, la cual, encarnada en las masas que en Buenos Aires, era todo el pueblo, formó un conjunto homogéneo, donde los factores de la revolución mental, se transformaron en actos. Aunque procedamos aparentemente movidos por una idea, ello se debe a que esa idea se transforma en sentimiento en el momento de la acción. El carácter de un acto, depende de la naturaleza del sentimiento que la origina. El principio de la soberanía del pueblo germinaba y crecía en la entraña de los hijos de la tierra