GARCÍA DE SEQUEIRA, SEVERO (1791-1820)

Comandante. Nació en la provincia de Salta en 1793 y de niño se trasladó a Buenos Aires con sus padres. Tomó parte como voluntario en la segunda invasión inglesa, a pesar de sus pocos años y empezó su carrera militar en los comienzos de la Revolución de Mayo. En julio de 1811 sentó plaza de cadete en el Regimiento de Granaderos a Caballo. En 1812 fue ascendido a Subteniente; a teniente en mayo del siguiente año; ayudante en mayo de 1814; capitán del 4 de Artillería en 1815; sargento mayor en 1817 y era teniente coronel al ser sacrificado.

Severo García de Sequeira - militar argentino | WikiZ

El 31 de diciembre de 1812 luchó en la batalla de Cerrito y poco después en la campaña contra los artiguistas. En 1816 se incorporó al Ejército de los Andes. Combatió en Chacabuco, Maipú y en la campaña del sur de Chile, terminada la cual, pasó a Mendoza a prestar servicios en la División al mando del coronel RUDECINDO ALVARADO. Fue después destinado a San Juan y estaba allí cuando, el 9 de enero de 1820, estalló la revolución encabezada por el capitán MARIANO MENDIZÁBAL contra el gobernador de San Juan, JOSÉ IGNACIO DE LA ROZA, para derrocarlo y proclamar la autonomía de esa provincia.

SEQUEIRA y cuatro de sus oficiales se negaron a tomar parte en la sublevación y el 17 de enero de 1820 en el Valle Fértil, provincia de San Juan, pagaron con su vida, la defensa de su gobernador.

El historiador HUDSON, testigo de aquellos sucesos, ha descrito las horrorosas escenas que culminaron con el asesinato del teniente coronel GARCÍA DE SEQUEIRA y sus cuatro  oficiales, de esta forma: “El infame sargento CATALINO BIENDICHO al mando de un nutrido pelotón de soldados (comisionados por el capitán MENDIZÁBAL para ultimar al GARCÍA DE SEQUEIRA y a quienes lo acompañaban, se arrojaron sobre los desprevenidos defensores del gobernador y descargaron sus sables sobre ese reducido grupo de cinco personas desarmadas, con un furor y saña superior a la de los más feroces caníbales.

El teniente coronel SEVERO GRACÍA DE SEQUEIRA, el mayor LUCIO SALVADORES y los capitanes BOSSO, FUENTES y BENAVENTE, arremetieron contra sus verdugos, tratando de desarmarlos para defenderse del ataque. Pero todo fue en vano. SEQUEIRA primero, SALVADORES y el resto de los prisioneros después, con múltiples y mortales heridas, cayeron a manos de sus asesinos, no sin antes animar a sus compañeros gritando “… ¡lo que siento, carajo, lo que me enciende el alma de furor, es no morir a manos de un godo!…” (ver Crueldad y violencia en el Río de la Plata).

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