GUAYAMA, JOSÉ DE LOS SANTOS (1830-1879)

José de los Santos Guayama «el hombre que murió nueve veces», fue un célebre personaje que la Historia Argentina ha registrado como “un montonero al servicio de los caudillos andinos, que supo también participar en acciones fuera de la ley que lo pusieron en la mira de la Justicia”.

Pero también fue un héroe histórico de las llanuras del este de la cordillera de los Andes. Asociado a las insurrecciones montoneras que azotaron el país y la región de Cuyo en la segunda mitad del siglo XIX, su figura está asociada a narrativas de autonomía local, poder territorial y movilización campesina e indígena, reivindicando la existencia y valores de poblaciones e identidades indígenas, ignoradas por la historiografía argentina.

Nació en San Juan, en el seno de una familia Huarpe, alrededor de 1830 y pronto se lanzó a los caminos de la confrontación. Sus primeras correrías como «bandolero» son de 1860, año que lideró la “rebelión lagunera”», cuando Las Lagunas de Guanacache comenzaron a secarse por las tomas de agua río arriba, programadas para beneficio de terratenientes mendocinos y su presencia convirtió aquella zona en «impenetrable» para la autoridad policial por 30 o 40 años.

A partir de entonces, las Lagunas de Guanacache, ubicadas entre las provincias de San Juan, Mendoza y San Luis, fueron el centro de sus operaciones y donde la saga de GUAYAMA persistió con mayor fuerza hasta la actualidad.

En 1865, después de una fallida negociación por un indulto y la incorporación de autoridades en diversos departamentos rurales, comenzó un período de insurrecciones, asaltos y permanente persecución de GUAYAMA y de otros que como él, se habían rebelado contra las autoridades. Fue derrotado en los combates de Chipisicó (04/05/1867) y en Garabato (27/02/1869).

Y la situación se agudizó entre 1869 y 1872 y junto con AURELIO ZALAZAR y SEBASTIÁN ELIZONDO entre otros líderes, tomaron la ciudad de La Rioja y sus acciones se desarrollaron después en todo Cuyo atacando haciendas, caravanas y arrías, y tomando pueblos y puestos fronterizos que comerciaban con Chile. Con un cuerpo variable de guerrillas reclutadas principalmente entre llanistas riojanos y laguneros (muchos de ellos antiguos montoneros, pero también desertores, peones, troperos y obreros viales) y con una red de importantes contactos políticos, mantuvo hasta su muerte en 1879 el relativo control territorial de Guanacache y de buena parte de la campaña cuyana.

Sus fuerzas, conocidas como “Los laguneros de Guanacache”, fueron uno de los principales contingentes de las movilizaciones federales o insurrecciones montoneras lideradas por Facundo Quiroga, el Chacho Peñaloza, Felipe Varela y Santos Guayama entre las décadas de 1820 y 1870, entre las provincias de Mendoza, San Juan y San Luis.

Llegó a ser lugarteniente del Chacho PEÑALOZA y hasta teniente coronel en las filas de FELIPE VARELA, acompañando los intentos evolucionarios de estos dos caudillos federales y luego, siendo él mismo reconocido caudillo de su propia tropa y como era común en los bandoleros populares, «robaba y repartía», protegiendo a los más pobres, por lo que los criollos empezaron a mitificarlo y pronto a considerarlo un santo, atribuirle apariciones e innumerables milagros. Aún hoy, en los desiertos cuyanos, sobrevive su imagen y en El Rosario y la Asunción, durante las fiestas, los promesantes afirman que una figura de San Roque muy milagrosa “en realidad es Santos Guayama”

Su muerte, como su vida, está envuelta por las brumas de la fantasía popular y son tantas las historias que se han tejido alrededor del fin de su existencia, que se hace difícil aceptar que finalmente, a principios de 1879, fue hecho prisionero en San Juan, en alguno de esos entreveros que lo veían corajeando y luego fue fusilado y enterrado en lugar ignoto y mediante ceremonia secreta, para no agrandar la dimensión del “mito Santos Guyama”.

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