LOS PRIMEROS REGIMIENTOS CRIOLLOS (1806)

Blancos, pardos y morenos criollos, fueron los que junto con los residentes españoles, corrieron a las armas para defender del invasor inglés a la muy noble y muy leal Ciudad de la Santísima Trinidad, Puerto de Santa María de Buenos Aires!.

En 1806, alterada la calma de la ciudad colonial, por la llegada de la que fue la primera invasión de los ingleses al Río de la Plata, pronto se hicieron evidentes las graves falencias en sus sistemas de defensa y en la preparación de sus fuerzas armadas

Llegaron al son de fanfarrias y tambores, precedidas por una fama de invencibles y pronto se adueñaron de la ciudad. Cuarenta y cinco días flameó la bandera invasora en el Fuerte de Buenos Aires, hasta que el coraje de sus vecinos liderados por SANTIAGO DE LINIERS y MARTÍN DE ÁLZAGA, logró expulsarlos.

Pero la certeza de una segunda invasión, impulsada por una firme decisión de anexar estas tierras a la corona británica, hizo que fuera necesario prepararse para rechazarla, desalentando futuros intentos.

Así nacieron los primeros cuerpos militares que actuaron durante esta segunda invasión, que sí se produjo, pero que fue terminantemente derrotada y expulsados sus protagonistas, luego de vivirse las gloriosas jornadas que culminaron el 25 de julio de 1807, con la firma de la capitulación del general ROBERT CRAUFURD Ver La reconquista de Buenos Aires).

Y un primer nombre surge como estandarte de todos ellos: el del Regimiento Patricios, cuyos soldados lucían chaquetilla azul con vivo blanco y collarín encarnado, mostrando en el sombrero alto de paisano, un penacho grana que dejaba ver el nombre de Buenos Aires, orlado de palma y laurel. Veintitrés compañías de cincuenta hombres formaron al principio este regimiento de infantería criolla, dividido en tres batallones. El coronel CORNELIO SAAVEDRA mandaba el primero y fue después, en la Revolución de Mayo, cuando con su peso, decidió la renuncia del virrey, que comenzaron sus glorias, seguidas luego en las primeras campañas de la Revolución de Mayo, llegando hasta el Alto Perú.

Y junto a ellos, criollos también, formados con valerosos paisanos de a caballo, fueron los Húsares de Pueyrredón, de emplumado sombrero y chaqueta entrecruzada de alamares, que escribieron páginas de valor inolvidable en la historia de la caballería argentina, los Arribeños, un cuerpo provinciano de infantería con hombres de las “provincias de arriba”, que lucían uniforme azul y blanco con peto punzó y sombrero alto con plumas negras y rojas, cuyas glorias también brillaron desde las invasiones inglesas hasta el Alto Perú.

Y aunque solo el nombre de éstos, trascendió con luces propias hasta nuestros días, será justo recordar el nombre de todas aquellas milicias nativas que lucharon en nombre de Fernando VII, pero que al defender la ciudad colonial, ya estaban aprendiendo a ser libres.

Los Quinteros y Labradores, Cazadores, Migueletes, Carabineros de Carlos IV, Catalanes, Gallegos, Cántabros, Andaluces, Batallones de Castas (Naturales, Pardos y Morenos), Montañeses, Granaderos Provinciales, Cazadores Correntinos (de uniforme con chaquetilla verde adornada de alamares y gran penacho en el sombrero) y Artilleros de la Unión, son algunos nombres que tampoco debemos olvidar, porque a todos ellos les alcanza la gloria.

Nacidos en aquellos aciagos días de 1806, en esas duras jornadas templaron el brazo para ponerlo al servicio de la libertad y nos hicieron saber que ya estábamos maduros para ser independientes.

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