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EL TROPERO
El argentinismo tropero (de “tropear”, conducir una tropa o conjunto de animales o de vehículos), reúne las acepciones de varios vocablos, algunos castizos y otros que se usaron y aún se usan en el campo.
“Troperos” eran los arrieros o arreadores de las manadas de ganado que se mandaban desde nuestros territorios hacia el Alto Perú; los que llevaban y traían los productos del tráfico entre las provincias andinas y las del centro y la costa; los carreteros y carreros y los boyeros (llamados también “maruchos”), de las caravanas de carretas que surcaban las principales rutas del país, llevando carga y pasaje; los “reseros” (derivación de “res o animal vacuno).
Y en un orden menor, pero también afín, “troperos” deben llamarse a los “remeseros” del altiplano o conductores de una tropa o tropilla de llamas cargueras.
En la República Argentina, tropero es el nombre que se le daba a aquellos gauchos diestros en el manejo y la conducción de grandes manadas de ganado, preferentemente vacuno y caballar, muchas veces aún en estado salvaje, a través de los inmensos territorios donde se levantaban poblados e incipientes establecimientos rurales, allá por el siglo XVI.
Es el término también se usaba para definir el oficio de quienes llevaban en largas caravanas de carretas, provisiones y demás elementos y materiales necesarios en poblados distantes (ver Los oficios del gaucho).
Reconocido como tal desde finales del siglo XVI, a partir de la presencia de la gran cantidad de ganado que poblaba nuestros campos, fue un oficio donde pronto se destacaron nuestros gauchos, no solo por su destreza como jinete y su habilidad para mantener unidos a los animales que conducía, sino también por el profundo conocimiento que debía tener sobre la ubicación de aguadas y buenas pasturas y características de los accidentes geográficos del territorio que debía recorrer, llevando su “tropa” de un destino a otro durante largas, agotadoras y peligrosas jornadas.