LA PROVINCIA DE CATAMARCA VISTA POR CASTELLI  (1811)

Mientras se retiraba acompañando al ejército que sufrió el descalabro en Huaqui, el Doctor  Juan José Castelli recibió orden del gobierno de Buenos Aires, de pasar a Catamarca y permanecer allí hasta nuevo aviso y parece que el vocal de la Primera Junta debe haber encontrado grato su confinamiento, pues así lo hizo saber mediante un detallado informe que presentó cuando regresó a Buenos Aires.

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“La ciudad de San Fernando del Valle de Catamarca, (dice en su informe), fundada por FERNANDO DE MENDOZA MATE DE LUNA en 1683, es una bonita y apacible población, encuadrada por macizos montañosos que la aislan de las restantes ciudades del antiguo virreinato. Depende de la gobernación intendencia de Salta pero su vinculación más directa la tiene con Tucumán y en 1805 empezó a construirse el camino que la Catamarca con Córdoba, que hoy es transitado corrientemente por carruajes y arrieros llevando ganado”.

“La principal industria catamarqueña se funda en la producción de tabaco, vino y aguardiente, pero hay también una actividad generalizada en la que se lucen las mujeres de la zona: la tejeduría. No hay casa ni rancho de la región que no tenga uno o dos telares con su torno para hilar y otro para desmotar algodón. Paños finos de mano, manteles y servilletas, bayetas, ponchos y pellones de lana salen  de esos talleres domésticos, en pequeña cantidad pero con una calidad que les asegura inmediata colocación. Especialmente afamadas son las mantas de vicuña, livianas pero abrigadísimas, lana para cuya obtención suelen organizarse cacerías que, con. el tiempo, pueden poner en peligro la existencia de estos preciosos camélidos”.

“En Catamarca hay varios Conventos.. El de los franciscanos es el más antiguo, ya que se establecieron allí al tiempo de la fundación de la ciudad. Los mercedarios se instalaron en 1750 y las religiosas carmelitas fundado un colegio para niñas en 1809. Tanto los franciscanos como los mercedarios  mantienen escuelas de primeras letras en sus casas, pero se extraña todavía la labor docente que llevaron a cabo en esas tierras los jesuitas, que desde 1743 hasta que fueron expulsados en 1767, trabajaron incansablemente para educar a la juventud catamarqueña. Es de señalar que aún, muchos catamarqueños conservan Bibliotecas donde los libros de ficción y de historia, se mezclan con los de Filosofía y Teología que les dejaron los jesuitas”.

“Las regiones rurales están generalmente poco pobladas, aunque en el oeste de la provincia, existen algunas aldeas que aprovechan la fertilidad de los Valles como Belén y Santa María. Hay también algunas estancias grandes cuyos propietarios viven en la ciudad y una de ellas, en Ancasti, cuenta con casi 5.000 cabezas de ganado”.

«Catamarca, al igual que su vecina La Rioja, encuentra dificultades para la colocación de sus productos por la lejanía de los mercados y la carestía de los fletes. Casi todo su comercio se hace a lomo de mula, ya que para salir o entrar de o a Catamarca hay que repechar altas cuestas, con excepción del camino que se dirige a Córdoba”.

CASTELLI —cuyas actividades desenfadadas en materia religiosa granjearon en el Alto Perú cierta desconfianza por la causa patriota— encontrará en Catamarca una población muy devota a la Virgen María, que venera con el nombre de Virgen del Valle. El templo donde se custodia su imagen, frente a la plaza principal de la ciudad,  cuenta con un hermoso órgano. Digamos finalmente que el vocal de la Junta no ha de tener quejas sobre la hospitalidad catamarqueña: los prisioneros ingleses de la primera invasión (1806) que fueron confinados allí durante casi un año, al despedirse escribieron una nota al Cabildo local agradeciendo las atenciones que habían recibido durante su estadía por parte de todo el vecindario. Atenciones que (por lo menos en un caso) llegaron a sentimientos más tiernos, puesto que el te­niente Jonn Denet contrajo matrimonio con una niña de la tradicional familia de los Correa.

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