EL PRIMER CAMINO QUE HUBO EN EL VIRREINATO DEL RIO DE LA PLATA (1585)

Luego de infinitas dificultades que debieron superar con coraje, ingenio y resignación, muchos de los expedicionarios españoles que participaron en esa larga y penosa aventura que fue la conquista de América, lograron, a pesar de todo, establecerse en estas tierras que les eran tan esquivas y  les había negado las riquezas, que osados capitanes  prometieran,  para convencerlos que se embarcaran hacia su conquista.

Comenzaron a hacerlo luego de desvanecidos sus sueños de riqueza, habiendo comprendido que el oro y los tesoros que realmente los esperaban aquí,  eran sus tierras,  feraces y vírgenes, dispuestas a brindarles la prosperidad que buscaban.

La vida azarosa, inquieta, sacrificada y plena de privaciones fue el bagaje común y principal de los primeros colonizadores, pero  a pesar de todo, poco a poco, fueron afianzándose y lograron afincarse firmemente. Ya muchos de ellos mestizados por su unión con aborígenes, aprendieron a convivir con los rigores del clima, la acechanza de las fieras, la escasez de alimentos y la inseguridad propia de un mundo que recién despertaba a la vida.

Y fue entonces que comprendieron que su soledad atentaba contra todo eso que habían conseguido y se les hizo imperioso llegar a otros asentamientos para reunirse con sus pares, intercambiar experiencias y por sobre todo comerciar para vender sus excedentes y comprar lo que les faltaba.

Al comenzar el período hispano, el actual territorio de la República Argentina tenía dos grandes vías de comunicación en sentido norte a sur,. Una era la calzada real de los Incas, en la zona andina, desde la Puna hasta el sur de la región cuyana. La otra era el eje fluvial del Paraná y el Plata, a lo largo del cual se expandían hacia el sur las poblaciones guaraníes. Había además algunas rutas de menor importancia, que seguían las márgenes de los ríos tributarios del Paraná con orientación a medios rumbos, noroeste a sudeste en muchos casos.

Una comunicación importante que cruzaba el territorio en sentido transversal, era el conjunto de caminos que enlazaban la región cuyana y las pampas bonaerenses, por donde sé desplazaban sus poblaciones aborígenes, al seguir los ciclos anuales de caza de los venados, para su sustento. I lacia el sur, los enlaces entre la zona andina y la costa del Atlántico eran más habituales y frecuentados entre los pobladores nativos de la Patagonia.

Puesta en práctica esta nueva necesidad que les surgía, por los más esforzados de sus pobladores, lograron establecer contacto con otros pequeños y semejantes pueblos del virreinato, sin pensar que haciéndolo estaban dando los primeros pasos para que la civilización llegara a estas tierras, dominios ancestrales de tribus de aborígenes que sistemáticamente se opusieron a su avance.

Estos primeros intentos de comunicación, aunque precarios, comenzaron a rendir excelentes frutos y eso, ya en 1585,  movió a las autoridades de Buenos Aires y de Córdoba, a proyectar una vía de comunicación estable y segura entre ambas ciudades. Eran las dos regiones donde se había concentrado la mayor cantidad de habitantes y por tal razón,  su economía y su actividad agropecuaria eran más que un sueño, Era momento entonces de darles una salida al mar a la producción cordobesa y una puerta abierta hacia el interior del país a los productos de Buenos Aires.

La apertura de la primera vía de comunicación en nuestro territorio demandó grandes esfuerzos, pues su jalonamiento no era fácil y los inconvenientes que debían salvarse eran numerosos, pero a pesar de todo el trazado se realizó. No se ha podido obtener una comprobación exacta de quién o quiénes fueron los verdaderos autores de la fijación de la ruta real, que en corto lapso adquirió preponderancia y fue el nervio central de las actividades virreinales, sin embargo algunos documentos existentes determinan que la iniciativa de su trazado partió casi simultáneamente de Buenos Aires y de Córdoba , a fines del año 1585..

Para la determinación de la ruta se buscó primero reconocer las vías de comunicación insinuadas por la naturaleza y seguidas por los primitivos habitantes  de la región, seleccionando luego el que fuera, dentro de lo posible, el camino más corto, a fin de que se ganara también tiempo en las travesías.

En esa oportunidad el Procurador ALONSO DE CEPEDA se encontraba  desempeñando el cargo de gobernador en la Provincia del Tucumán (de la dependía Córdoba), como consecuencia de que el gobernador titular FERNANDO DE LERMA había sido detenido y remitido a Charcas por lo que el Teniente de gobernador JUAN DE BURGOS, aprovechó para enviar una expedición al mando del capitán ALONSO DE LA CÁMARA, con la misión de que se determinara el camino que debía unir Córdoba con Buenos Aires.

La expedición a poco de partir debió afrontar grandes inconvenientes y durante el trayecto penurias de toda naturaleza, sin embargo alcanzó a recorrer unas 50 leguas hacia el S.E. del lugar de partida, y llegar a un  sitio denominado Cruz Alta (todavía en la provincia de Córdoba), donde la expedición fue sorprendida por un ataque de los aborígenes.  Habiendo resultado malherido en el combate Alonso de la Cámara, resolvió regresar  a Córdoba, dejando inconclusa el trazado de la totalidad de la ruta hacia Buenos Aires.

Casi simultáneamente con este acontecimiento, se tuvo noticias  de que con poca diferencia en el tiempo, había partido, con los mismos fines, desde Buenos Aires, otra expedición a las órdenes de RODRIGO DE ORTÍZ, con el propósito de encontrarse con la que había partido de Córdoba, y  aunque no  logró el encuentro programado por el obligado regreso de DE LA CÁMARA, pero si llegó a Cruz Alta, quedando dejando así completado el trazado del primer camino con traza no natural y amojonado  que existió en el Río de la Plata.

Señalado entonces así el camino, comenzó a ser recorrido, primero por chasquis y arrias de mulas  y luego por carretas y diligencias, dando inicio a un intenso tráfico entre ambas provincias y a un fructífero intercambio comercial, logros que estimularon la apertura de otros caminos de enlace. Surgieron así los que tenían como destino El Tucumán hasta el Alto Perú y más tarde los que llevaban hasta las provincias de Cuyo y Chile (con datos extraídos de un trabajo realizado por Godofredo G. Peralta Astudillo, para la Revista del Suboficial).

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