MAZIEL, JUAN BALTASAR (1727-1788)

El sabio canonista Doctor JUAN BALTASAR MAZIEL, una de las glorias más puras de la Iglesia argentina, nació en la ciudad de Santa Fe de la Vera Cruz  el 8 de setiembre de 1727.

Hizo sus primeros estudios en el Colegio Máximo de Córdoba, recibiéndose sucesivamente de maestro en artes y doctor en Teología en la Universidad de Córdoba, recibiéndose luego de maestro en artes y doctor en Teología en la Universidad de Córdoba y de abogado en la de San Felipe, de Chile.

Durante los años 1753 y 1754 estudió en Santiago de Chile el Derecho Civil y allí recibió las órdenes sagradas, conquistando en aquella ciudad nuevos y brillantes lauros. No contento con los conocimientos adquiridos en las escuelas, se aplicó, durante toda su vida, al estudio de la Historia Eclesiástica, la crítica, las obras de los padres de la Iglesia y las Bellas Letras. Leyó y comentó todos los libros extranjeros que las autoridades españolas dejaban penetrar en sus jurisdicciones y estas lecturas le permitieron purgar de preocupaciones su noble y bello espíritu.

En 1754, terminados sus estudios en Chile, pasó a Buenos Aires ya consagrado sacerdote, llegando a ser aquí, por su saber y elocuencia, un verdadero oráculo; y no es – dice el doctor GUTIÉRREZ – que fueran fáciles los triunfos literarios de MAZIEL  por ignorancia y falta de criterio en quien le discernía el premio y la fama; no, porque si la generalidad de la población de Buenos Aires no había llegado entonces a un alto grado de cultura, tampoco estaba sumida en la oscuridad.

Durante un cuarto de siglo, no sólo recogió aplausos y alabanzas por sus sermones y oraciones, sino en los magníficos ejercicios por él llevados a cabo en las oposiciones a curatos y prebendas, así como en los actos literarios en que tomó parte.

En 1760 fue asesor del obispado; en 1768 ocupó la silla magistral en el Capítulo Metropolitano y en 1770 la alta dignidad de Maestrescuela. El virrey Vértiz, al fundar el Colegio Real de San Carlos, lo nombró Cancelario de los estudios públicos y puso bajo su dirección los de latín, filosofía y teología.

En defensa de las prerrogativas, derechos y regalías del Cabildo Eclesiástico, contendió con el rígido y autoritario Marqués de Loreto, quien por las severas críticas que le formulara, contra ley y razón, ordenó que se lo tomara prisionero, aunque se hallaba convaleciente de una grave enfermedad, y lo desterró, en clase de confinado, al Presidio, como entonces se decía, de Montevideo de donde ya no regresaría vivo a Buenos Aires.

MAZIEL se defendió vigorosamente de los cargos que se le hacían en un magistral escrito, pero por toda respuesta a sus razones,  se le hizo saber que debía abstenerse de contender con su superioridad.

Falleció el 2 de enero de 1788, en la ciudad de Montevideo, donde soportaba el destierro. Muerto ya, se le hizo justicia. El rey, que había ordenado se le diera libertad y se le restituyeran sus honores, condenó, por medio de sus jueces, al Marqués de Loreto y dispuso la repatriación de sus restos; a hacerle entierro y honras públicas, según su categoría y a pagar una fuerte indemnización a sus herederos.

De él ha dicho el sabio padre ITURRI: “La naturaleza y el cultivo habían reunido en él, cuanto dividido entre muchos basta para conciliarles nombre y reputación”. El Padre MAZIEL fué uno de aquellos modelos en que trabaja la naturaleza siglos enteros y que ella misma destina a la gloria de la especie humana y a estimular su emulación en la posteridad.

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