LA PLAZA DEL CONGRESO EN BUENOS AIRES (30/09/1908)

La antigua Plaza del Congreso, hoy llamada “Plaza de los dos Congresos” es un gran espacio abierto unido a la Plaza de Mayo por medio de la avenida de Mayo, en la ciudad de Buenos Aires.

Junto con un importante grupo de edificios, algunos de ellos, hoy, verdaderas reliquias históricas, tomó su nombre por la presencia en ese lugar del antiguo Congreso de la Nación.

Su creación fue dispuesta por medio de la Ley Nacional N؟ 6.286, sancionada el 30 de setiembre de 1908, cuyo segundo artículo establecía la creación de un parque que contuviera la Plaza Lorea y a esta nueva plaza, debiendo ser emplazada en los terrenos limitados  por las calles Entre Ríos, Victoria (actualmente H. Yrigoyen, Rivadavia y la misma Plaza Lorea.

Varios proyectos fueron presentados, incluidos los del famoso paisajista francés CARLOS TAYS y el de JOSEPH BOUVARD que presentó un proyecto de plaza seca alrededor del Palacio del Congreso, que no fue tenido en cuenta ya que hacerlo impondría un gran número de expropiaciones (algo políticamente antipático), por lo que finalmente, el proyecto de TAYS fue aprobado, con el beneplácito de los vecinos, pues el mismo respetaba el pedido que habían hecho a las autoridades municipales, para que la obra a realizarse, no afectara la Plaza Lorea.

La obra fue finalizada en enero de 1910 y el Acto de Inauguración fue presidido por el Presidente JOSÉ FIGUEROA ALCORTA acompañado por el ex presidente de Brasil, don MANUEL FERRAZ DE CAMPOS SALES, el Presidente de Chile, PEDRO MONT, la Infanta ISABEL DE BORBÓN y el político francés GEORGES CLEMENCEAU

El diseño original de la Plaza del Congreso se mantuvo hasta 1968, que fue cuando se estableció la mano única para la circulación de vehículos y a partir de entonces sufrió varias modificaciones. para ir adaptándola a las necesidades de una ciudad de crecía vertiginosamente.

Pero el monolito que marca el “Kilómetro Cero” de nuestra red vial y la estatua “El Pensador”, obra original del artista francés Auguste Rodín, aún permanecen allí, quizás como únicos testimonios de una época de esplendor que llevó a la ciudad de Buenos Aires a ser reconocida como la “Paris de América”.

Testigo de aquel Acto de inauguración, un porteño llamado PABLO SOLARI PARRAVICINI, nos dejó, allá por el año 1980, un texto donde se refería a este acontecimiento, diciendo: “Según comentara el historiador RICARDO LLANES, las plazas de la ciudad de Buenos Aires, se originan en terrenos baldíos o «huecos», que eran ocupados como estacionamiento de carretas, como fue el caso de la plaza San Martín, Vicente López, Constitución, Miserere, Lavalle, Suipacha, Dorrego y algunas otras.

En cambio, la del Congreso, de mucha mayor amplitud, no tiene relación  alguna con los «huecos» ni con las carretas. Al referirnos a la Plaza del Congreso, recordamos esa artística obra municipal que pudieron admirar los porteños desde mayo de 1910, durante las fiestas del Centenario.

Esta plaza complementaba el Palacio del Congreso inaugurado el 10 de mayo de 1906, por el presidente de la Nación, doctor JOSÉ FIGUEROA ALCORTA, único  ciudadano que llegó a presidir los tres poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial, de la República Argentina.

Corresponde aquí señalar,  que el edificio destinado a Poder Legislativo debió erigirse, conforme a la ley 2204, en el lugar que hoy ocupa la Plaza Rodríguez Peña, pero la mala situación económica que dio lugar a Revolución del 90, impidió la ejecución del proyecto. En consecuencia,  se levantó la obra en el lugar actual, previa demolición de las instalaciones que ocupaba la Comandancia de las Fuerzas de la Capital a cargo del comandante general RUDECINDO ROCA, hermano del que fue luego, Presidente de la Nación en dos oportunidades.

La empresa constructora era de los hermanos PABLO Y SOAVE BESSANA,  bajo la dirección del ingeniero VÍCTOR MEANO, natural de Italia. Se emplearon en la construcción más de mil obreros, siendo oportuno mencionar por lo curioso del hecho, que el gran músico y compositor argentino, FRANCISCO CANARO, fue un operario más en la citada obra, según él mismo lo contara cuando se refirió a su juventud y su vida en la pobreza (ver Plazas y Plazoletas de Antaño).

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