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EL MARTÍN FIERRO DE JOSÉ HERNANDEZ (12/01/1873)
El 12 de enero de 1873 comienza a aparecer en las pulperías y comercios de la campaña y de la ciudad de Buenos Aires, un folleto de 78 páginas, en cuya tapa se leía «El gaucho Martín Fierro». Estaba escrito en verso y llevaba la firma de JOSÉ HERNÁNDEZ. En él se desarrollaba la vida de un hombre de la campaña que mediante ingeniosas cuartetas, iba relatando las circunstancias y desventuras de un hombre golpeado por el destino.
La obra de JOSÉ HERNÁNDEZ, un poema narrativo escrito en versos, es considerada ejemplar del género gauchesco. Famosa en todo el mundo, es mucho más que una ficción: es el reflejo y el producto de una realidad política y social, de la que su autor fue activo protagonista. No se trata de un poema folclórico, sino de la obra de un intelectual que supo traducir las circunstancias de su tiempo y dar vida literaria a un personaje real: el gaucho.
El escenario es la pampa del siglo XIX, marcada por una frontera difusa, una línea trágica que separó y enfrentó durante siglos a indios y blancos. En esa pampa sin alambrados se movió el gaucho, que alguna vez fue dueño de las distancias y galopaba libremente boleando avestruces y alimentándose del ganado cimarrón. Pero ese tiempo terminó cuando llegó la “civilización”, necesaria, cruel e inexorable.
El gaucho Martín Fierro quedó en el medio como una víctima sin rescate. En esta primera parte de la obra de JOSÉ HERNÁNDEZ, conocida como la “Ida”, Fierro aparece arrastrado por la fatalidad y se rebela contra la persecución.
El poema será siempre actual, por su honda belleza y la sensibilidad con que se dibuja a los personajes. Pero, sobre todo, porque el drama que plantea sigue vigente: ¿es justo que algunos conceden a la marginación y a la muerte a otros seres humanos en nombre del progreso? . ¿Es ése, realmente, el progreso?
El 4 de mayo de 1873, dice un comentario del diario La Prensa: “José Hernández ha escrito un libro ameno, útil y lleno de sabias enseñanzas: “Martín Fierro”. En él brilla una filosofía meditada y chispea la inspiración del verdadero poeta. Su poema es una cátedra; Martin Fierro es un apóstol que predica la verdad en el lenguaje humano del paisano”.
A diferencia de otros clásicos, el «Martín Fierro», no tvo que esperar mucho tiempo para conocer el éxito: las primeras ediciones, aparecidas en 1873 se agotaron rápidamente en las pulperías y almacenes bonaerenses. Poco después, el poema de JOSÉ HERNÁNDEZ fue expuesto en las librerías de Buenos Aires y ante la mirada de muchos descreídos, se convirtió en el mayor éxito editorial del siglo XIX.
Los primeros ejemplares fueron impresos en «La Pampa», un taller gráfico de la calle Victoria 59 y costaban 10 pesos. HERNÁNDEZ todavía no sospechaba que acababa de crear el mayor poema épico de la literatura nacional, pero los halagos de la crítica y el aliento de sus amigos, lo impulsaron a un nuevo desafío: publicar «La vuelta de Martín Fierro» a mediados de 1879.
La vuelta de Martín Fierro
En 1879, JOSE HERNÁNDEZ publica la segunda parte de su obra “Martín Fierro” con el nombre de “La vuelta de Martín Fierro”, compuesta de 33 cantos divididos en 4.894 versos. “Atención pido al silencio/ y silencio a la atención/ que voy en esta ocasión/ si me ayuda la memoria/ a mostrarles que a mi historia / le faltaba lo mejor”.
Así empieza la segunda parte del Martín Fierro, el poema cuya primera parte, aparecida seis años antes ya había alcanzado once ediciones. Y si en “El gaucho Martín Fierro”, primera parte de la obra de HERNÁNDEZ, conocida como “la ida”, Fierro aparece arrastrado por la fatalidad y se rebela contra la persecución, en la “Vuelta”, como se conoce la segunda parte de la obra, expresa su asimilación a un mundo cambiante, al decir de algunos “su sumisión”.
Con los años, sus libros serían traducidos a 17 idiomas, incluídos el vasco, el catalán y el hebreo y vendería nada menos que 250 ediciones. HERNÁNDEZ había logrado su consagración definitiva en el mundo de las Letras.
A CONTINUACIÓN TRANSCRIBIMOS UN TEXTO QUE NOS FUERA ENVIADO, ACLARANDO QUE SE TRATA DE UNA NOTA FIRMADA POR EDUARDO POGORILES QUE FUERA PUBLICADA EN EL DIARIO CLARIN DE BUENOS AIRES, SIN QUE SEPAMOS LA FECHA.
“El 12 de enero de 1873, un aviso publicitario en el diario porteño “La Pampa” informó que se había comenzado a repartir un folleto titulado “El gaucho Martín Fierro” escrito en verso en estilo gauchesco por JOSÉ HERNÁNDEZ, ex redactor del diario “El Río de la Plata” y ex ministro de Gobierno de la provincia de Corrientes. Otros avisos similares le siguieron, en el diario “La Nación” del 17 de enero, y en “La Prensa” del día 18 del mismo mes”.
“Se anunciaba así la aparición de una obra, que con el paso del tiempo se tradujo a 49 idiomas y se realizaron 1.300 ediciones en diversas partes del mundo.Era la primera parte del poema, escrito por HERNÁNDEZ entre marzo y octubre de 1872, en una pieza de hotel en Buenos Aires.
La segunda parte, “La vuelta de Martín Fierro”, aparecerá en 1879, el mismo año en que EDUARDO GUTIÉRREZ publica el folletín “Juan Moreira”. Ambas partes del poema de HERNÁNDEZ se unirán recién en 1910 en forma de libro, como lo conocemos ahora, hasta ser un clásico”.
“Pero todo empezó con aquel folleto de 78 páginas y tapas azules, que se vendía a 10 pesos y se agotó en dos meses. Impreso en papel de diario, lo acompañaba otro escrito de Hernández, «Memoria sobre el camino trasandino», donde premonitoriamente hablaba de un ferrocarril que uniría a Chile y la Argentina, símbolo de los cambios del país.
“En esa época, DOMINGO FAUSTINO SARMIENTO era el Presidente de la Nación y él había sido el que le permitió a JOSÉ HERNÁNDEZ regresar del exilio que lo había llevado a Brasil en abril de 1870, luego de apoyar al caudillo entrerriano LÓPEZ JORDÁN, vencido por las tropas de SARMIENTO en Ñaembé”
“Entre los años 1873 y 1883, cuando Hernández lanzó la 12° edición del poema -la última que corrigió en vida- se vendieron 58.000 ejemplares. Era todo un éxito. En 1878 el editor José Puig y Clavera, dueño de la librería porteña «La Nueva Maravilla», le confiesa a Hernández que en los tres últimos años, ha vendido 8.000 ejemplares, expresándole que eso era “un hecho nuevo y sin precedentes en el comercio de libros de esta ciudad”.
En 1881 el ex presidente NICOLÁS AVELLANEDA escribe: “ … uno de mis clientes, almacenero por mayor, me mostraba ayer en sus libros, los encargos que le hacían los pulperos de la campaña, donde pude leer: 12 gruesas de fósforos, una barrica de cerveza, 12 Vueltas de Martín Fierro y 100 cajas de sardinas”.
“Veterano periodista y militante político, HERNÁNDEZ entendía el poder de la publicidad. Anticipó el texto de su obra a los diarios del interior y sabía muy bien lo que hacía al lanzar su poema como folleto. Así circuló la literatura gauchesca desde la época de BARTOLOMÉ HIDALGO y ESTANISLAO DEL CAMPO.
“Había escasas librerías en Buenos Aires, pero muchas pulperías y almacenes de campo en las provincias del Litoral, donde encontraría a su público”, dice la filóloga ELIDA LOIS, quien junto a ANGEL NÚÑEZ coordinó la primera edición crítica de Martín Fierro, un texto de 1.400 páginas editado por la Colección Archivos de la UNESCO en 2001”.
“En 1873, el sueldo de un peón rural rondaba los 150 pesos y muy pocos sabían leer. ¿Cómo fue entonces que el «Martín Fierro» tuvo tanto éxito?. “En las pulperías siempre había una copia del folleto y un lector, quien lo cantaba a los demás. Pronto se impuso la figura del recitador y cantante profesional, un payador que declamaba el poema acompañándose con su guitarra», destaca Lois.
En 1889 el poeta uruguayo ELIAS REGULES adapta al teatro el Martín Fierro para el circo criollo de los hermanos Podestá, dos italianos llegados de Génova, que se estrena en La Plata y atrae al mismo público popular del Juan Moreira. En 1894, MIGUEL DE UNAMUNO considera que el poema “es lo más fresco y más hondamente poético que conozco de América”.
“Críticos y escritores lo hicieron un clásico, no sin resistencias y malentendidos. En 1913 LEOPOLDO LUGONES dio seis conferencias en el teatro Odeón, donde vinculó al “Martín Fierro” con la epopeya griega clásica y entre el público, estaban el presidente ROQUE SÁENZ PEÑA y el ya anciano JULIO ROCA.
“El precio de esa legitimación cultural fue muy caro, LUGONES forzó las cosas intentando crear un mito de identidad nacional a costa de la destrucción del poema y de su contexto histórico”, comenta LOIS. También era un planteo contra la inmigración: la “barbarie” había cambiado de signo, ya no estaba en el campo sino en las ciudades, en “la plebe ultramarina” de la que habla Lugones.
Esto será rechazado más tarde por CALIXTO OYUELA y JORGE LUIS BORGES. “Es un caso admirable de interpretación y penetración del alma gauchesca por un poeta culto; se narra una conmovedora tragedia individual y colectiva”», dirá OYUELA. “Es un libro muy bien escrito y muy mal leído”, dirá BORGES, el primero en señalar que la literatura gauchesca fue producida no por payadores sino por escritores de ciudad, que usaron los tonos de voz del gaucho”.
“Desde la vanguardia literaria de 1920, con la revista “Martín Fierro” impulsada por BORGES, el poema será releído de muchas maneras. El mismo BORGES le dedica sus cuentos “El fin” y “Biografía de Ta deo Cruz». Para algunos, el ciclo gauchesco se cerraría con “Don Segundo Sombra”, la novela de Ricardo Güiraldes (1926)”.
“Desde 1919, cuando RICARDO ROJAS incluye al “Martín Fierro” en su “Biblioteca Argentina”, se inicia la serie de ediciones eruditas y artísticas, que tendrá otros hitos: la filólogica de ELEUTERIO TISCORNIA (1925), la ilustrada por ADOLFO BELLOCQ (1930), las de CARLOS LEUMANN (1945) y EZEQUIEL MARTÍNEZ ESTRADA (1948), la de EUDEBA (1962) ilustrada por JUAN CARLOS CASTAGNINO“.
“La comprensión moderna de la obra nace con “Muerte y transfiguración de Martín Fierro” de MARTÍNEZ ESTRADA, sigue con los críticos ÁNGEL RAMA, ADOLFO PRIETO, NOÉ JITRIK y JOSEFINA LUDMER, también con los historiadores TULIO HALPERÍN DONGHI y HORACIO ZORRAQUÍN BECÚ”.
“Modelo de resistencia .en la desesperación; tragedia de la resignación. ¿Cómo leer hoy a Hernández?. Un clásico lo es porque siempre le dice algo nuevo a cada generación. Todos aquellos que alguna vez, a lo largo de la historia argentina del siglo XX, se sintieron exiliados en su propia patria y víctimas de la injusticia, sintieron también que el “Martín Fierro” hablaba por ellos. Ese es su clasicismo”