LAS CARRERAS CUADRERAS

Las carreras cuadreras en el territorio rioplatense fueron, a partir del siglo XIX, una continuación de las carreras de caballos que ya desde la época de la conquista por parte de los españoles, continuaron practicando luego los criollos.

A partir del siglo XIX, fueron reglamentadas y comenzadas a llamarse así, porque la distancia a recorrer se medía en cuadras: una, dos, tres, cuatro o más, cuadras, distancia que  se establecía de acuerdo a la robustez y resistencia de los “parejeros” que competirían en ellas. De “cuadra”, derivaba entonces el nombre de “cuadreras”.

Las cuadreras, junto con el pato y la taba eran las competencias preferidas del «gauchaje». Una verdadera fiesta que convocaba a gran cantidad de espectadores. La «paisanada» (A) aprovechaba la ocasión para reunirse con amigos, conocer las novedades del pago, tomarse unos vinitos y hasta para bailarse un valsesito, mientras los organizadores de la justa, ultimaban los detalles para comenzar la prueba.

El abanderado contaba hasta 6 «partidas», hechas despacio, a media rienda» y de corto trecho (B). Luego se llegaron a admitir hasta diez «partidas largadoras», sin que se ordenara la verdadera partida, esperando que los competidores, dejen de dar vueltas, mañerearse mutuamente esperando sorprender al adversario para ganarle la salida, hasta que , aunque no se hayan puesto de acuerdo ni estuvieran ambos listos para largar, el abanderado bajaba la bandera, de cuaklquier forma en que vinieran, «obligándolos» a partir..Fue famoso, por aquella época el «Pangaré buey»,  un caballo propiedad del coronel BENITO MACHADO,  que jamás fue vencido.

El primer Reglamento para normar este tipo de competencias se dictó en 1856 en la provincia de Corrientes. Más tarde, en 1870, durante el gobierno de EMILIO CASTRO en la provincia de Buenos Aires se dictó un Reglamento para las comepencias que se realizaran en dicho Estado.

Por esa misma época, se Promulgó la Ley de carreras «por andarivel». Allí se estableció que las cuadreras debían ser una competencia entre solamente dos caballos, que debían correr sobre un andarivel  hecho con dos huellas carpidas de unos 0,60 metros de ancho marcadas a dos metros una de otra. El andarivel (C), era un alambre o hilo  estirado y sostenido por unas débiles estacas de unos 0,60 m. de alto que marcaba la ruta que debían seguir los caballos.

A continuación una breve explicación de algunos de los términos, argucias  y costumbres vinculadas con las “cuadreras”.
Al que raye
Mientras se aguardaba la realización de alguna carrera importante “en el pago”, y tanto para matar el tiempo como para despuntar el vicio, solían correrse otras carreras improvisadas, consecuencia de algún desafío del momento, que se expresaba con diversos modismos, a cual más original. “Al que raye”, “al que le bajen las caronas”, “no respeto pelo ni marca”, fueron y son los más comunes.

Cualquiera de estas frases, encierra un amplio desafío, sin limitación de destinatario. “Al que raye” significaba “al que primero se atreva y se presente”. “Al que le bajen las caronas” se refería a la costumbre criolla de correr “en pelo” e invitaba a una carrera sin montura, apero o recado. Y “No respeto pelo ni marca”, se refería a que al desafiante no le importaba la fama ni las cualidades de quien quisiera oponérsele, virtudes generalmente reconocidas por el pelo y la marca que caracterizaba a los animales de valía.

Tiro
La primera condición cuando se concertaba una carrera, era fijar el “tiro”, es decir la distancia que debían recorrer los caballos. El “tiro” tenía una importancia fundamental en esas competencias, pues estaba en relación directa con la mayor o menor resistencia del animal, condición que como es de suponer, era bien conocida por cada uno de los contrincantes.

Por eso, se consideraba tan importante fijar el “tiro”  que tendría la competencia. Correr “dos ochenta” significaba que había que correr doscientos ochenta metros desde la largada hasta la “raya” o meta. El “tiro” podía ser modificado por cierto convenio auxiliar llamado “partir de adentro”, que significaba disminuír la distancia fijada en los cuarenta o cincuenta metros que se fijaban para las “partidas”. La distancia total, solo se recorría cuando se “partía de afuera” o con abanderado.

La partida
Puestos en la cancha, los “parejeros” dispuestos a correr una carrera, necesitan entrar en calor, entonarse y prepararse para rendir al máximo de sus fuerzas. Con ese fin, se les hace realizar una serie de paseos previos al lance definitivo y para ello, los dos caballos apareados recorren una cierta distancia (cuarenta, cincuenta o más metros), al paso o al tranco las primeras veces, al galope luego y a “media rienda” o “media furia” finalmente.

Estos ejercicios se llamaban “las partidas” y su número puede ser ilimitado, según fueren las condiciones del desafío. En un momento oportuno, cuando los dos animales corren en una misma línea, sin ventaja para ninguno de ellos, uno de los corredores convida “Vamos?” y si el otro está de acuerdo, responde a su vez ¡Vamos!. Y ambos caballos, espoleados por sus jinetes, pican violentamente en procura de la “raya” donde ha de definirse quién es el ganador.

Gastarse en partidas
Es sabido que en las cuadreras, no siempre ganaba el caballo más  veloz. Sólo la picardía y la habilidad de un jinete podían garantizar el éxito y una de esas habilidades consistía en saber “gastar” al competidor a fuerza de “partidas falsas”.

Una hora y a veces más, amagando con salir, para provocar la salida del oponente, que debía volver porque su rival había quedado firme en la raya de partida, eran suficientes para cansar al más veloz de los “parejeros” y así, cuando ya creyéndolo oportuno el avispado jinete se lanzaba a correr, su veloz  rival, ya cansado y nervioso por los amagues, quedaba inevitablemente rezagado y perdía la carrera.

De esa picardía criolla surgió el modismo “gastarse en partidas”, que se refiere a las personas propensas a largos circunloquios antes de entrar de lleno al asunto principal que deben encarar.

Así se dice que se “gasta en partidas”, el guitarrero que se entretiene  en el temple y los floreos de su guitarra, sin decidirse a ejecutar lo que el auditorio espera de él; al que teniendo que solicitar algo, orilla el caso y da vueltas y vueltas, antes de abordarlo o el enamorado que se prodiga en atenciones, sin declarar francamente sus sentimientos. “gastarse en parytidas” era lo que se conoce como “irse por las ramas” (ver “partidas” en Crónicas)..

Cara vuelta
A veces se concertaban carreras en las que un caballo concedía ciertas ventajas al adversario. “Dar alivio” se decía y éstas consistían en aceptar algún descargo en el peso del jinete, correr sin rebenque, la elección del “tiro” (distancia a recorrer, convenir que sólo llegando con luz a la meta, se considerará un ganador etc.).

Dar “cara vuelta”, significaba que el favorecido, debía colocarse en el punto de largada, en posición natural, con la cabeza en dirección a la meta, mientras que su rival, debía hacerlo a la inversa, es decir, de espaldas a la misma.

Una ventaja inmensa que se otorgaba, pues al darse la orden de largada, mientras el favorecido podía partir velozmente hacia la meta, el otro debía dar vuelta a su caballo, para recién después iniciar su carrera.

Ésta y “cortar la luz” eran las mayores ventajas que se podían otorgar. Conviene recordar que los jinetes solían llevar dos rebenques, uno en cada mano, para evitar tener que hacer cambios en los finales reñidos o para hostigar al rival, cuando los caballos iban “costilla a costilla”, es decir muy juntos, recostándose uno en el otro, tratando ambos de desviar de su rumbo al otro.

A talón y lonja
En las carreras de caballos, cuando uno de los “parejeros” es manifiestamente superior a su rival en resistencia y velocidad, las competencias se resolvían fácilmente. Pero si los que competían, gozaban de las mismas aptitudes, los jinetes debían apelar a recursos extraordinarios para vencer a su rival.

Uno de tales recursos era “el talonazo”, golpe que se daba con el talón en el costillar del animal; acto semejante al picar de las espuelas, pero que lo reemplaza, porque los jinetes que corrían las cuadreras, lo hacían sin ellas; y la mayoría de las veces lo hacían calzando simples alpargatas.

Otro recurso, y siempre nos referiremos a los que eran válidos, consistía en azotar con la lonja del rebenque al montado. Y si la carrera era muy reñida, era común que los jinetes debieran apelar al empleo de  estos dos últimos recursos simultáneamente. Se decía entonces que una competencia, se había ganado a “taco y lonja” o a “talón y lonja”.

Cortar a luz
Durante las carreras “cuadreras”, se utilizaba (como hoy), el cuerpo de los animales como unidad de medida para determinar quién era el vencedor (por el hocico, por una cabeza o al “fiador, por medio cuerpo, por varios cuerpos, etc).

Podía entonces producirse lo que se llamaba “puesta”, que era como se decía cuando había “empate”, porque los contendientes llegaban a la meta, sin sacarse ventaja. Si la ventaja sacada por el vencedor, era mayor a la de un cuerpo, es decir, cuando la grupa del ganador y la cabeza del que lo sigue, medía una distancia manifiesta y tan considerable que entre ambos pasa la luz, se decía que el ganador “cortó a luz” o que ganó “cortado” (ver Voces, usos y costumbres del campo argentino).

7 Comentarios

  1. Fabio Almada

    Me interesaria saber o tener acceso a toda clase de reglamento o normativa que regule estas cuadreras, si las hubiere. Seria interesante si se pudiera acceder a reglamentos anteriores, como para conocer la historia desde lo legal de esta actividad. y si hay en el presente reglamentos o normas actuales, todo material de este tipo que se relacione en lo legal de las cuadreras si las hubiere. Gracias.

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    1. Horacio (Publicaciones Autor)

      Señor Almada: Imagino que ya entró en «Reglamento para las carreras cuadreras» (Google). Si es así y todavía no encontró lo que busca, dígame que es lo que le falta acerca de este tema.

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  2. Aldo Jones

    ¿»carreras de caballos que ya desde la época pre-hispánica, realizaban los aborígenes»?
    Aquí hay un error.
    Por lo demás está sumamente interesante. ¿Cómo cito este artículo?
    ¡Muchas gracias!

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    1. Horacio (Publicaciones Autor)

      Señor Jones: Tiene Usted razón. Hemos consignado como cierto un hecho que según lo que aseveramos en otros lugares de nuestra página, jamás pudo haberse producido, ya que estamos persuadidos que el caballo y su empleo, tanto para el trabajo, como para el entretenimiento o la guerra fue traido a América por los españoles. Le agradecemos su observación, ya hemos corregido el error.

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    2. Horacio (Publicaciones Autor)

      Señor Jones: Tiene Usted razón. Hemos consignado como cierto un hecho que según lo que aseveramos en otros lugares de nuestra página, jamás pudo haberse producido, ya que estamos persuadidos que el caballo y su empleo, tanto para el trabajo, como para el entretenimiento o la guerra fue traido a América por los españoles. Le agradecemos su observación, ya hemos corregido el error.

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  3. Anónimo

    Tenía entendido que las cuadreras se corrian sobre 100 metros. De ahí su nombre…

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  4. Anónimo

    Disculpas no leí el ppio de la nota donde se aclara lo de cuadra. Que pueden ser 1 o varias. La cuadra era una antigua medida española, unos 109 mts.

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