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EL PAGO
Para el gaucho, «el pago» era donde él había nacido y vívía con su familia, rodeado de vecinos que conocía y en quienes confiaba, donde estaba el «boliche» que frecuentaba y todo aquello que constituía «su mundo».
El gaucho nacía, se criaba y se hacía hombre, siempre en un mismo lugar y era muy raro que cambiara de “querencia” y cuando lo hacía, permanecía por largo tiempo afincado allí.
Los campos, los establecimientos, los animales y los vecinos le eran tan conocidos, tan cercanos, que todos eran su familia. Por eso, ese lugar era su “pago” y si alguna vez, ya sea por razones de trabajo o cualquier otra, tenía que abandonarlo, vivía obsesionado pensando en el regreso, pues para él, no había en la tierra, mejor “pago” que el suyo, la tierra que lo vio nacer o el lugar donde se afincó por largo tiempo.
Trabando sólidas amistades y acostumbrando su oído al canto de los pájaros de esa región, a los vientos, arroyos y nubes que lo acompañaron durante toda su vida o gran parte de ella. “irse del pago” y “volver al pago”, son frases que aún se usan en la Argentina y ambas se vinculan con un profundo amor a la tierra que nos vio nacer (Ver Vocabulario criollo abreviado).