LA BIBLIOTECA PÚBLICA DE BUENOS AIRES (13/09/1810)

La «Biblioteca Pública de Buenos Aires», más tarde llamada “Biblioteca Nacional”, nació casi al mismo tiempo que el país y fue otra forma de luchar por la libertad y la justicia.

Comenzó a funcionar el lunes 13 de setiembre de 1810, en la esquina de las calles Unquera y Villanueva (hoy Perú y Moreno, en plena “Manzana de las Luces”), concretando así, un proyecto de la  Junta Provisional Gubernativa, surgida en Buenos Aires el 25 de Mayo de 1810.

Recordemos que fueron los griegos los primeros en concebir la idea de la Biblioteca pública, un lugar donde el acceso a la información y a la cultura fuera posible para todos. y para comprender el significado y la importancia de una Biblioteca, sería útil recordar las innumerables veces que fueron objeto de ataques y clausuras a través de la historia.

Durante los tiempos de la colonia la circulación de libros fue prohibida y, salvo permisos especiales, resultaba peligroso tener una Biblioteca (ver Belgrano solicita permiso para leer libros prohibidos).

La primera persona que promovió la fundación de una Biblioteca Pública en el Río de la Plata fue el prelado de la diócesis de Buenos Aires, MANUEL AZAMOR Y RAMÍREZ, quien, en 1796, con ese objeto,  donó mil libros pertenecientes a su importante colección, pero no se sabe por qué su último deseo no fue satisfecho en su momento.

En 1806, hubo un nuevo intento para fundar una Biblioteca Pública en Buenos Aires, pero otra vez no se consiguió llevarlo a la práctica, hasta que en 1810, según un documento del Archivo General de Buenos Aires, donde se informa que en setiembre de 1810, la Junta reclamó y logró la entrega de los libros que en 1796 había donado el sacerdote AZAMOR Y RAMÍREZ, la Junta estuvo en condiciones de lograr el objetivo, tantas veces buscado.

Mandó que se abriese una suscripción patriótica para solventar los gastos de la futura Biblioteca Pública; nombró “Protector” de la misma a su Secretario y autor de la iniciativa, el doctor MARIANO MORENO y designó al doctor SATURNINO SEGUROLA y a fray CAYETANO JOSÉ RODRÍGUEZ, para que se desempeñaran como bibliotecarios.

El 7 de septiembre de 1810, el presidente de la Junta, general CORNELIO SAAVEDRA, pasó una nota al rector del Colegio de San Carlos, LUIS CHORROARÍN, ordenándole incorporar a la Biblioteca Pública, los libros de ese Colegio, recibiendo del nombrado, no sólo los volúmenes que allí tenía,  sino que también le envió los de su propia Biblioteca privada, manifestando por nota del 10 de ese mes, que lo hacía “muy satisfecho por ver que al fin, se había concretado un hecho que siempre había anhelado.

El 12 de ese mes, según consta en un documento guardado en el Archivo General de Buenos Aires, la Junta le demandó al vecino JUAN BALLESTEROS que a la brevedad procediese a  desalojar la casa que ocupaba, pues la misma “que es de propiedad de la “Administración de Temporalidades”, ahora, por decisión del Gobierno, será ocupada por la Biblioteca Pública”.

Sobre la base de la donación  de MANUEL DE ALZAMOR Y RAMÍREZ, hecha en 1796,  la Primera Junta fue afirmando su acervo: pidió y obtuvo las colecciones de libros del Colegio San Carlos y en 1813 recibe la donación del presbítero BARTOLOMÉ MUÑOZ. Durante muchos años, ésta fue la única Biblioteca que funcionaba en la ciudad de Buenos Aires.

Fue inaugurada el 13 de setiembre de 1810 y ese mismo día, en “La Gazeta”, MARIANO MORENO afirmaba en una nota: “Los pueblos compran a precio muy subido la gloria de las armas, y la sangre de los ciudadanos no es el único sacrificio que acompaña los triunfos; asustadas las musas con el horror de los combates, huyen a regiones más tranquilas; e insensibles los hombres a todo lo que no sea desolación y estrépito, descuidan aquellos establecimientos que en tiempos felices se fundaron para cultivo de las ciencias y las artes”.

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A poco más de tres meses de su instalación, la Biblioteca Pública de Buenos Aires, había logrado romper las barreras que al progreso del pueblo había puesto el gobierno español y comenzó a colocar los primeros cimientos de la instrucción pública.

Adelantándose a su tiempo, el funcionario judicial JULIÁN AGUIRRE publicó un artículo periodístico  proponiendo incorporar a la Biblioteca una imprenta y una fábrica de papel, para reimprimir las obras de valor, a precios más bajos que los existente, con el fin de que los libros estén más al alcance del pueblo, iniciativa que lamentablemente no prosperó por falta de medios.

La «Biblioteca Pública Buenos Aires» fue nacionalizada en 1884 por lo que pasó a llamarse «Biblioteca Pública Nacional». Actualmente edita la «Revista de la Biblioteca Nacional» y a través de los años, han sido sus Directores, las más relevantes figuras del quehacer cultural argentino.

En sus comienzos, fueron generalmente sacerdotes (CAYETANO RODRÍGUEZ, SATURNINO SEGUROLA  y LUIS J. CHORROARÍN), y a éstos los sucedieron VALENTÍN ALSINA, CARLOS TEJEDOR, MARCOS SASTRE, JOSÉ MÁRMOL, VICENTE G. QUESADA y PAUL GROUSSAC entre otros.

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