LA MAGIA DEL TRIGÉMINO (1930).

Llega a Buenos Aires el médico español FERNANDO ASUERO, famoso por curar diversas dolencias excitando el nervio trigémino con un estilete que introduce por la nariz. Desde el año anterior está en Montevideo, donde siguen “las maravillosas curaciones”  que este profesional practica en sus pacientes: paralíticos que andan, un ciego que ya ve y várices desaparecidas.

En Buenos Aires, donde lo recibe el presidente Yrigoyen, realiza sesiones de lo que él llama “asueroterapia”. Para ROBERTO ARLT, “Asuero es el tema del día en toda casa donde hay un estropeado, lisiado o enfermo de cualquier cosa”.

Además, es la causa de infinitas broncas entre asueristas y antiasueristas. Pero, un mes después de su llegada, algunos de sus enfermos, que estaban curados, se agravan o mueren. ¿Culpa del donostiarra? El Departamento de Higiene pide su procesamiento, la prensa lo fustiga y Asuero abandona en silencio el país (ver Curanderos, manosantas y otros charlatanes).

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