NOMBRES EN LUNFARDO DE NUESTRA MONEDA (1875).

Lejos del idioma oficial, la gente ha inventado un rico “lunfardo” por medio del cual, el signo monetario argentino, ha cambiado cerca de treinta apodos desde que se creara el “peso nacional” en 1875.

Y las sucesivas conversiones monetarias han llegado a tales extremos que hasta exigieron explicaciones didácticas en las escuelas, cuyos alumnos, siempre prácticos en estos asuntos, comenzaron a identificar a los billetes por su color. Pero veamos el desarrollo cronológico de esta historia:

El “peso moneda nacional”. se bautiza, junto con el “fuerte de plata”, por medio de la Ley 733, de septiembre de 1875. En 1881, con la Ley 1130, llega el “patacón” y luego los hermosos “cobres” del decenio.

Pero ¿y el billete..?. Ambos términos pasan al dialecto, donde ya corren los  “morlacos” los “bolivianos o norteños”, las “rupias” —gitanismo que Juan Mondiola reverdecerá en los años 40— y “nacionales”.

El «algo raro» sucedería en 1899: la emisión de los primeros billetes (de factura y diseño galos) coincide con la primera devaluación, que ocurre cuando la paridad peso-dólar pasa de m$n 2,273 a 2,40. O, tomando la divisa central de aquel momento en el Río de la Plata, la libra sobre de 11,364 a 11.99.

Además, el peso oro (o$a, llamado argentino) se congela en un valor familiar a generaciones de escolares: 2,2727 nacionales. No obstante, el impúber “sope”,  vale lo suyo y es moneda corriente.

Los Pesos no eran pesos. Y si no, que le pregunten a poetas y compadritos del arrabal de Buenos Aires, que como decía Juan Marambio Catán en 1920: «cafishio  pelandrún / que disfrasáu ‘e misiú / palmaba 50 gruyos» en Junín y Lavalle”. O a Felipe Yacaré Hernández que, en Lunanco, habla de otro lunfa y explica: «La laburó con riendas… tuvo coche / y amarrocó unos cuantos “patacones» o un ignoto redactor de P.B.T. que escucha asombrado la protesta de una madre ofendida «¡Nuestras niñas nunca dirán “vento”, señor!», mientras discutían acerca del estreno de un exitosa película.

El saínete de Julio Doblas (1890- 1935) pudo no ser genial, pero llevó (o trajo?) al centro, tipos y jerga de otro mundo y de paso, los primeros lunfardismos para el peso moneda nacional: «Hoy sin “guita” y sin amor / solo tiene un cadenero / que la trata con rigor»,  resumía Doblas la melancólica decadencia de una «cocotte». “Guita”, “vento”, “biyuya” (en genovés, billete), “menega”, “tovén” alcanzan así las candilejas.

Con cierta demora, claro. En los días del Centenario, al efectivo local,  los orilleros ya le dicen de todo menos peso. Desde «vesres» como “sope” o “sopardo” hasta con resabios coloniales (“duro”, “rial”, “grullo”), sospechosos italianismos (“fasule”, “gamba”), contagios brasileños (“mango”, o sea billete de mil reis) y falacias aborígenes, como por ejemplo, “patacón”, como se llamó al peso fuerte de plata acuñado en 1881

 El «radical«. En 1916, la Ley Sáenz Peña y el voto secreto hacen presidente a Hipólito Yrigoyen. Su primer billete, de diseño francés y tonos celestes, es de 50 centavos, emitido en junio de 1918.

Lo llamarán, cómo no, “radical” y existirá hasta 1948, cuando aparece los “medio peso”, de estilo italiano de la preguerra. El «musolino«.

En Rico Tipo”, un semanario que solía tirar casi 200.000 ejemplares, alguien quiso ponerle » al peso en vigencia (y no para referirse a los barrenderos). El director y dueño de la revista, vetó el chiste, decían que quizá fue para no malquistarse con las autoridades y poner en peligro su cuota de papel.

El Peso, aparecido en 1921, tuvo dos traducciones lunfardas: “cuerito”, porque se arrugaba fácil y “loro”, nadie sabe por qué, aunque quizás lo haya sabido Bartolomé Aguilar, cuando en 1935, en su tango “Responso reo”, escribió “lo afanó en dosciento loro/ con chamuyo más toro/ que tangazo de Contursi”.

Así, dominaban su» matices castaños. El Peso Moneda Nacional vuelve a devaluarse cuando, en mayo de 1935, la Caja de Conversión se transforma en Banco Central mediante la Ley 12.160, cuando el dólar  sube  (ley 12.160). Durante la década siguiente, el diseño francés cede a una inspiración tan británica como aquella ley.

Los conserva­dores van olvidando la viñeta femenina del Progreso impuesta por los radicales. Ahora éstos —nostálgicos— la reviven en desabridos Australes.

El “canario” de cien, se transforma en la “gamba” (nombre de un antigüo billete italiano de 100 liras) y la “media gamba” (m$n 50) se contagia de la libra esterlina y adopta el color lechuga, los de m$n 10, que eran de color verde nilo, ahora se tornan en color tomate y durante los años 50, se los conoce como “bataraces”.

Casi nadie habla ya de los “vintenes” —amorosamente conservados en Uruguay— o de los “patacones” cuando, en  1950 (Año del Libertador general San Martín), se abandona el billete de medio peso,  por una moneda de 50 centavos que según la calle, se llamará la “chanchita”, nombre que se remonta a la “chancha gorda”, una bella moneda que se emitió en 1941, realizada en cromo-níquel, que como la que se acuñó en 1978, durante el Mundial de Fútbol que se jugó en Buenos Aires, no tuvo mayor circulación.

El período que va de 1892 a 1941, fue la época de los “níqueles” y de la “chancha” a secas, una moneda de 20 centavos que también era conocida como los “vintén”. Los cobres” de uno y dos centavos, cuyá reaparición se produjo entre 1941 y 1947, cuya ceca apareció en los 10 centavos de Austral.

Por un capricho monetario, “cueritos” y “cocineros” —billetes estilo francés ambos, de m$n.5,  color rosa— perduraron durante casi 50 años hasta que el cocinero”, fue reemplazado por los billetes de 5 Australes, que repetirán su color. En 1969, la “Ley 18.188”  acabó con los nacionales, que habían durado 70 años.

Los Pesos ley solo llegaron a estar en vigencia durante 13 años. Los Argentinos, en circulación a partir de 1983, no alcanzaron ni siquiera dos años en la calle y su valor máximo era de 10.000, el mismo tope que tuvieron los Moneda nacional, que era una sábana color malva también de 10.000, valores muy por debajo de los Ley 18.188, cuyo billete máximo era de 1.000.000, todo un  récord en la historia de nuestra moneda y que se conocía con el nombre de “un palo”.

Resumiendo y comparando, tenemos que 1 Austral, equivalía nominalmente a 10.000 Pesos Argentinos, a 10.000.000 de Pesos Ley y a 1.000.000.000 de Pesos Moneda Nacional,

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