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LA REPÚBLICA DE LA BOCA (1882)
Niebla gris que no cortan los techos de chapa ni el fuego de las discusiones en La Boca. Corrillos cerca del paredón de la fábrica. Murmullos calientes, cigarrillos «chupados hasta el final», gestos del mar Tirreno.
La huelga se palpa en el aire. Los patrones no ceden y los obreros tampoco. La Boca es un área caldeada.»¡ Más jornal, menos horas»! «¡A nosotros no nos intimida nadie. O vuelven al trabajo o pedimos intervención policial»!.
Llega la policía. Cargas, gritos, piedras, disparos al aire. Golpes y carreras frenéticas en los callejones. Hay obreros y milicos lastimados. A través de las viviendas apretadas, los huelguistas se repliegan. Las cargas continúan y los alrededores del paredón quedan desiertos.
Los boquenses están indignados: la costa del Riachuelo hierve con la amenaza de la guerra santa. La reunión es en la Sociedad Italiana. Difícil seguir las discusiones, para quien no conoce la lengua.
Acaloradas jornadas porque «el gobierno argentino no puede mezclarse en cuestiones de genoveses». A falta de mejor solución, viene la segregación.
En un mástil cercano izan la bandera de Génova y firman un acta por la cual informan al rey de Italia que acaban de constituir la República Independiente de la Boca. Los disidentes pasean en grupos; piensan seriamente en nombrarse autoridades y si es necesario, una milicia.
Todavía no tienen una idea muy clara de lo que han hecho. Pero el general ROCA sí. Personalmente llega a la Boca y el silencio se abate onminiosamente sobre los huelguistas.
Roca, en silencio, se acerca al mástil y arría la bandera, la pliega cuidadosamente e increpa a los rebeldes. No hay contestación, pero sí unánime deseo de arreglar las cosas .
El presidente se retira. Pudo con los índios. ¿podrá con los italianos?. Al día siguiente, la tormenta ha pasado. Resultado: los genoveses bautizan una calle boquense con el nombre de JULIO ARGENTINO ROCA (ver El barrio de La Boca).